/ domingo 5 de mayo de 2024

Tortillín, más de 50 años haciendo reír a los niños

El humor blanco ha caracterizado a este hombre que es abogado de carrera

Torreón.- Tortillín es desde hace muchos años un icono en la Comarca Lagunera, desde sus inicios ha tratado de hacer algo diferente como payaso, tanto en sus rutinas como en su vestimenta, utilizando trajes de sastre de vivos colores, y zapatos hechos a la medida. Detrás de él, hay un hombre responsable que desde que era niño supo lo que quería hacer de su vida.

“Cuando me pongo el disfraz, lo hago con mucha responsabilidad… respeto a Tortillín porque él me ha dado muchísimo, sobre todo la oportunidad de crear sonrisas en los niños, en los adultos o en quien más lo necesita. Lograr la sonrisa en un niño es casi un milagro, porque ellos son transparentes, y están llenos de amor, aunque si no uno te dice “Payaso me caes gordo” pues ni modo, le caes gordo y ya”.

Su nombre es Mario Espinoza Ruvalcaba, originario de Aguascalientes. Tiene una esposa Zacatecana y tres hijos que han adoptado a Torreón como su hogar. Abogado de profesión, su personaje se ha caracterizado por el humor blanco y la dulzura con la que trata a los niños que pueden conocerle.

¿Éxito? Mi familia, mi esposa y mis hijos, son felices haciendo lo que hacen, una hija, Claudia, es actriz y comunicóloga, otra, Gabriela, es diseñadora gráfica, y Mario Armando es radiólogo… se les brindaron ciertas herramientas, y mire, ahí van en el camino, entonces sí, soy muy exitoso. ¿Mi esposa? A mí me toco una mujer extraordinaria, de las llamadas “luchonas”, que siempre me apoyo y me impulso, María de Jesús Palomino, es lo mejor de mi vida”.

Quien ha podido presenciar unos de los espectáculos de Tortillín, ha podido identificar que, entre el humor y la comedia, por lo regular va alguna anécdota incluida, sobre todo consejos a los padres, de cómo impulsar el crecimiento de los pequeños. Es por eso que Mario se siente tan agradecido con su personaje.

Hagan lo que gusten hacer, pero hágalo con amor, hágalo con esa caricia de vida, disfruten lo que hagan… ¿yo soy mecánico? Se el mejor, ¿vendes cosas? Sé el mejor, siempre y cuando compartas aquello que la vida te brinda… Siempre busquen lo mejor, o como dicen por ahí, que el dinero no da la vida o la felicidad… ¡pero te da comida! Entonces no sigan la tostada o la torta, trate de buscar un buen corte… Si lo crees… lo creas…, esa es mi filosofía”.

¿EL PAYASO NACE O SE HACE?

Para muchos, la gracia que pueda tener un payaso depende del talento nato que este pudiera tener, Tortillín asegura que el payaso no solo nace, si no que se hace a través de la disciplina, el esfuerzo y la constante dedicación, y que “el llamado” como el lo denomina, llega a pesar de las circunstancias que traiga la vida.

“Hace muchos años trabajé en una institución bancaria, y había quien, hacia espectáculo para los niños del banco, el payaso Tribi, otro de mis mentores, todo un señorón. Me invitaban a que me uniera al espectáculo porque decían que yo había nacido para eso, pero no solo nací, también me esforcé, y a pesar de que soy abogado, ¡mírame! La gente me decía:

–¿Oye Mario, pero eres abogado?

– Si.

– ¿Pero eres Tortillín?

– ¿Entonces eres payaso?

–¡Claro! Tenía que tener un defecto, perfecto no soy… También soy abogado.

¿CÓMO NACE EL PERSONAJE?

Aunque la idea del personaje ha sido desarrollada a lo largo de los años, la historia de como nació su amor por esta profesión data de cuando tenia entre 8 y 9 años, cuando, por azares del destino, conoció a Bellini Atayde, para muchos el mejor payaso que ha dado este país. En aquellos años, Mario trabajaba en las calles como “bolerito” en ciudad Juárez, y fue ahí cuando boleando a Don Aurelio Atayde pudo conocer el mundo del espectáculo; de poco fue de bolear sus zapatos casuales y ser quien le traía el café, a convertirse en su discípulo.

“Al principio me gane su simpatía, por mi carácter desinhibido, hasta que un día me preguntó ¿Cuánto me cobras por bolear un zapato? ¿Y si es un zapatote? Y yo sin saber de lo que hablaba que le cobraría lo mismo y cuando me llevo a mostrarme, fue para mi algo increíble. La primera vez, cuando terminé de bolear aquellos hermosos zapatos, cuando me preguntó cuánto le cobraría y que le dije que por esos seria una peseta, entre risas ¡Me dio 5 dólares! Y recuerdo muy bien que me dijo: Es que no los boleaste, los acariciaste-. Y fue así como se convirtió en mi mentor “.

Maquillarse es un proceso que le lleva más de una hora. / Foto: José Vázquez | El Sol de La Laguna

El humor blanco ha caracterizado a este hombre que es abogado de carrera. / Foto: José Vázquez | El Sol de La Laguna

Mario se convirtió en el ayudante y patiño de Bellini, en espectáculos que daba en un circo en Ciudad Juárez, hasta que los caminos se separaron y Mario llegó a Torreón en plena adolescencia.

El primer show formal lo tuvo ya en Torreón a los 17 años, y para ello utilizó por primera vez el emblemático nombre de Tortillín, que surgió de una peculiar anécdota: “Estando en secundaria, una de mis maestras, de teatro, hacíamos muchas cosas. Yo me juntaba con gente muy alta, y la maestra al regañarnos nos decía “Par de tortillones” y le respondí: “¿Tortillones? Tortillín yo, tortillón este, ¿no ve como esta grandote?”

LA TRANSICIÓN

Cuando Mario le da la bienvenida a Tortillín, lo hace con mucho respeto. Es todo un proceso que le lleva aproximadamente una hora. Maquillarse se ha convertido en todo un arte, que a diferencia de colegas que le han cuestionado cómo es que comparte y habla libremente de lo que ellos llaman “secretos de profesión”, para Mario es un acto de humildad.

“Si grandes payasos como Bozo o el mismo Cepillín compartían sus rostros al público, ¿Cómo no hacerlo carcachas como nosotros?, esta es la primera vez que lo comparto de manera tan íntima y estoy muy contento por ello.”

Mario trata de llegar a sus compromisos ya con parte de su vestuario en el cuerpo, pantalón y los enormes zapatos que en esta ocasión son amarillos con detalles en rojo. Y al final, después del maquillaje, la camisa, el chaleco de sastre, la enorme nariz roja y la espesa peluca amarilla que lo caracteriza.

Cuando Tortillín aparece en escena, sabe que por más que el público pudiera llegar a ser difícil, siempre hay una manera para al menos tenerlos atentos. Por eso siempre lleva regalos en sus tantos bolsillos, globos, dulces, juguetes, y siempre el infaltable silbato.

UN PAYASO BIEN PADRE

Como payaso siempre ha intentado marcar diferencia, con sus atuendos y la manera de tratar a su público, sobre todos a los niños, con los que les habla con mucha paciencia y dulzura. Tratando de brindarles cariño y consejo, sobre todo en estos tiempos, en los que, según su opinión personal, pasan por momentos muy difíciles por el ajetreo diario.

“Yo, por ejemplo, a la hora de ser padre, me disfrazo… sí, para ser papá hay que disfrazarse, hay que ser exigente, duro. Yo hice muchas cosas que fueron difíciles para mis hijos, pero fue mi disfraz como padre. Y como consejo, si al bebé le dicen, vas a ver la televisión por tanto tiempo, cúmplalo… así cuando le promete un premio, por más que sea su obligación sacar buena calificación, cúmplale, ellos merecen ser amados por lo que son. Hoy nuestros niños, son los “niños del tapete”, pasan mucho tiempo a solas, terminamos dejándole la llave de la casa debajo del tapete para que se cuiden solos”.

“Lograr la sonrisa en un niño es casi un milagro", mencionó Tortillín. / Foto: José Vázquez | El Sol de La Laguna

Lleva más de 50 años en el oficio de hacer reír. / Foto: José Vázquez | El Sol de La Laguna

Para Tortillín es divertido ser quien es, puede bailar, cantar y reír todo el tiempo, pero sobre todo su mayor inspiración es lo que logra al ser payaso.

“Es toda una responsabilidad, a mí no me gusta cuando los colegas se burlan de los presentes, sobre todo cuando los humillan con lo que pudiera ser un “defecto físico”, ya ves lo que se ve hoy en día, donde hay burlas y ambientes diferentes. Claro que yo me sé todas esas maneras, si también hago shows para adultos, pero el personaje del payaso debe de relacionarse más con la felicidad, y eso hago siempre que hay niños presentes. Por eso cuando se me acercan colegas que recién empiezan a pedirme consejo, les respondo todo, y les oriento en lo poco o mucho que sé. Hay un consejo que siempre doy a quien se deja: Excesos nada, limitaciones tampoco… hay que invertir en salud, tener equilibrio… entre lo que queremos y lo que necesitamos”.

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Ya son más de 50 años de carrera de Tortillín, un icono que ha provocado sonrisas, alegría y buenos recuerdos a cientos de familias, que ha arrancado carcajadas con buen humor y respeto, y que ha compartido la sabiduría que la vida le ha otorgado, vida que por la cual, agradece tanto.

En esta vida hay que tener Fe, en lo que quieran, pero tienen que creer, y ser muy agradecidos, con todo lo que reciben”. “Lograr la sonrisa en un niño es casi un milagro, porque ellos son transparentes, y están llenos de amor, aunque si no uno te dice “Payaso me caes gordo” pues ni modo, le caes gordo y ya jaja”.

Torreón.- Tortillín es desde hace muchos años un icono en la Comarca Lagunera, desde sus inicios ha tratado de hacer algo diferente como payaso, tanto en sus rutinas como en su vestimenta, utilizando trajes de sastre de vivos colores, y zapatos hechos a la medida. Detrás de él, hay un hombre responsable que desde que era niño supo lo que quería hacer de su vida.

“Cuando me pongo el disfraz, lo hago con mucha responsabilidad… respeto a Tortillín porque él me ha dado muchísimo, sobre todo la oportunidad de crear sonrisas en los niños, en los adultos o en quien más lo necesita. Lograr la sonrisa en un niño es casi un milagro, porque ellos son transparentes, y están llenos de amor, aunque si no uno te dice “Payaso me caes gordo” pues ni modo, le caes gordo y ya”.

Su nombre es Mario Espinoza Ruvalcaba, originario de Aguascalientes. Tiene una esposa Zacatecana y tres hijos que han adoptado a Torreón como su hogar. Abogado de profesión, su personaje se ha caracterizado por el humor blanco y la dulzura con la que trata a los niños que pueden conocerle.

¿Éxito? Mi familia, mi esposa y mis hijos, son felices haciendo lo que hacen, una hija, Claudia, es actriz y comunicóloga, otra, Gabriela, es diseñadora gráfica, y Mario Armando es radiólogo… se les brindaron ciertas herramientas, y mire, ahí van en el camino, entonces sí, soy muy exitoso. ¿Mi esposa? A mí me toco una mujer extraordinaria, de las llamadas “luchonas”, que siempre me apoyo y me impulso, María de Jesús Palomino, es lo mejor de mi vida”.

Quien ha podido presenciar unos de los espectáculos de Tortillín, ha podido identificar que, entre el humor y la comedia, por lo regular va alguna anécdota incluida, sobre todo consejos a los padres, de cómo impulsar el crecimiento de los pequeños. Es por eso que Mario se siente tan agradecido con su personaje.

Hagan lo que gusten hacer, pero hágalo con amor, hágalo con esa caricia de vida, disfruten lo que hagan… ¿yo soy mecánico? Se el mejor, ¿vendes cosas? Sé el mejor, siempre y cuando compartas aquello que la vida te brinda… Siempre busquen lo mejor, o como dicen por ahí, que el dinero no da la vida o la felicidad… ¡pero te da comida! Entonces no sigan la tostada o la torta, trate de buscar un buen corte… Si lo crees… lo creas…, esa es mi filosofía”.

¿EL PAYASO NACE O SE HACE?

Para muchos, la gracia que pueda tener un payaso depende del talento nato que este pudiera tener, Tortillín asegura que el payaso no solo nace, si no que se hace a través de la disciplina, el esfuerzo y la constante dedicación, y que “el llamado” como el lo denomina, llega a pesar de las circunstancias que traiga la vida.

“Hace muchos años trabajé en una institución bancaria, y había quien, hacia espectáculo para los niños del banco, el payaso Tribi, otro de mis mentores, todo un señorón. Me invitaban a que me uniera al espectáculo porque decían que yo había nacido para eso, pero no solo nací, también me esforcé, y a pesar de que soy abogado, ¡mírame! La gente me decía:

–¿Oye Mario, pero eres abogado?

– Si.

– ¿Pero eres Tortillín?

– ¿Entonces eres payaso?

–¡Claro! Tenía que tener un defecto, perfecto no soy… También soy abogado.

¿CÓMO NACE EL PERSONAJE?

Aunque la idea del personaje ha sido desarrollada a lo largo de los años, la historia de como nació su amor por esta profesión data de cuando tenia entre 8 y 9 años, cuando, por azares del destino, conoció a Bellini Atayde, para muchos el mejor payaso que ha dado este país. En aquellos años, Mario trabajaba en las calles como “bolerito” en ciudad Juárez, y fue ahí cuando boleando a Don Aurelio Atayde pudo conocer el mundo del espectáculo; de poco fue de bolear sus zapatos casuales y ser quien le traía el café, a convertirse en su discípulo.

“Al principio me gane su simpatía, por mi carácter desinhibido, hasta que un día me preguntó ¿Cuánto me cobras por bolear un zapato? ¿Y si es un zapatote? Y yo sin saber de lo que hablaba que le cobraría lo mismo y cuando me llevo a mostrarme, fue para mi algo increíble. La primera vez, cuando terminé de bolear aquellos hermosos zapatos, cuando me preguntó cuánto le cobraría y que le dije que por esos seria una peseta, entre risas ¡Me dio 5 dólares! Y recuerdo muy bien que me dijo: Es que no los boleaste, los acariciaste-. Y fue así como se convirtió en mi mentor “.

Maquillarse es un proceso que le lleva más de una hora. / Foto: José Vázquez | El Sol de La Laguna

El humor blanco ha caracterizado a este hombre que es abogado de carrera. / Foto: José Vázquez | El Sol de La Laguna

Mario se convirtió en el ayudante y patiño de Bellini, en espectáculos que daba en un circo en Ciudad Juárez, hasta que los caminos se separaron y Mario llegó a Torreón en plena adolescencia.

El primer show formal lo tuvo ya en Torreón a los 17 años, y para ello utilizó por primera vez el emblemático nombre de Tortillín, que surgió de una peculiar anécdota: “Estando en secundaria, una de mis maestras, de teatro, hacíamos muchas cosas. Yo me juntaba con gente muy alta, y la maestra al regañarnos nos decía “Par de tortillones” y le respondí: “¿Tortillones? Tortillín yo, tortillón este, ¿no ve como esta grandote?”

LA TRANSICIÓN

Cuando Mario le da la bienvenida a Tortillín, lo hace con mucho respeto. Es todo un proceso que le lleva aproximadamente una hora. Maquillarse se ha convertido en todo un arte, que a diferencia de colegas que le han cuestionado cómo es que comparte y habla libremente de lo que ellos llaman “secretos de profesión”, para Mario es un acto de humildad.

“Si grandes payasos como Bozo o el mismo Cepillín compartían sus rostros al público, ¿Cómo no hacerlo carcachas como nosotros?, esta es la primera vez que lo comparto de manera tan íntima y estoy muy contento por ello.”

Mario trata de llegar a sus compromisos ya con parte de su vestuario en el cuerpo, pantalón y los enormes zapatos que en esta ocasión son amarillos con detalles en rojo. Y al final, después del maquillaje, la camisa, el chaleco de sastre, la enorme nariz roja y la espesa peluca amarilla que lo caracteriza.

Cuando Tortillín aparece en escena, sabe que por más que el público pudiera llegar a ser difícil, siempre hay una manera para al menos tenerlos atentos. Por eso siempre lleva regalos en sus tantos bolsillos, globos, dulces, juguetes, y siempre el infaltable silbato.

UN PAYASO BIEN PADRE

Como payaso siempre ha intentado marcar diferencia, con sus atuendos y la manera de tratar a su público, sobre todos a los niños, con los que les habla con mucha paciencia y dulzura. Tratando de brindarles cariño y consejo, sobre todo en estos tiempos, en los que, según su opinión personal, pasan por momentos muy difíciles por el ajetreo diario.

“Yo, por ejemplo, a la hora de ser padre, me disfrazo… sí, para ser papá hay que disfrazarse, hay que ser exigente, duro. Yo hice muchas cosas que fueron difíciles para mis hijos, pero fue mi disfraz como padre. Y como consejo, si al bebé le dicen, vas a ver la televisión por tanto tiempo, cúmplalo… así cuando le promete un premio, por más que sea su obligación sacar buena calificación, cúmplale, ellos merecen ser amados por lo que son. Hoy nuestros niños, son los “niños del tapete”, pasan mucho tiempo a solas, terminamos dejándole la llave de la casa debajo del tapete para que se cuiden solos”.

“Lograr la sonrisa en un niño es casi un milagro", mencionó Tortillín. / Foto: José Vázquez | El Sol de La Laguna

Lleva más de 50 años en el oficio de hacer reír. / Foto: José Vázquez | El Sol de La Laguna

Para Tortillín es divertido ser quien es, puede bailar, cantar y reír todo el tiempo, pero sobre todo su mayor inspiración es lo que logra al ser payaso.

“Es toda una responsabilidad, a mí no me gusta cuando los colegas se burlan de los presentes, sobre todo cuando los humillan con lo que pudiera ser un “defecto físico”, ya ves lo que se ve hoy en día, donde hay burlas y ambientes diferentes. Claro que yo me sé todas esas maneras, si también hago shows para adultos, pero el personaje del payaso debe de relacionarse más con la felicidad, y eso hago siempre que hay niños presentes. Por eso cuando se me acercan colegas que recién empiezan a pedirme consejo, les respondo todo, y les oriento en lo poco o mucho que sé. Hay un consejo que siempre doy a quien se deja: Excesos nada, limitaciones tampoco… hay que invertir en salud, tener equilibrio… entre lo que queremos y lo que necesitamos”.

➡️ Entérate de todo lo que está pasando en La Laguna directo en tu celular. Suscríbete a nuestro canal de WhatsApp.

Ya son más de 50 años de carrera de Tortillín, un icono que ha provocado sonrisas, alegría y buenos recuerdos a cientos de familias, que ha arrancado carcajadas con buen humor y respeto, y que ha compartido la sabiduría que la vida le ha otorgado, vida que por la cual, agradece tanto.

En esta vida hay que tener Fe, en lo que quieran, pero tienen que creer, y ser muy agradecidos, con todo lo que reciben”. “Lograr la sonrisa en un niño es casi un milagro, porque ellos son transparentes, y están llenos de amor, aunque si no uno te dice “Payaso me caes gordo” pues ni modo, le caes gordo y ya jaja”.

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