/ viernes 19 de julio de 2024

Don Nachito ‘de la estación’, la travesía de un ferrocarrilero

Ignacio Espinoza Campos, Don Nachito, nació en Viesca, Coahuila el 31 de julio de 1921 y murió el 1 de febrero de 2012. Sus padres fueron: Apolonio Espinoza y Jacinta Campos Flores, y sus abuelos paternos Tiburcia Mendoza Rangel (india coahuilense) y Jesús Espinoza (español). Don Jesús llegó a Viesca porque estaba capacitado para los trabajos de instalación de las vías férreas hacia Saltillo. Don Blas, el abuelo materno también fue ferrocarrilero y pionero de la hoy desaparecida estación de Ferrocarril de Viesca.

Don Nachito “el de la estación”, así se referían a él, fue el hijo mayor. Le siguieron Facundo, José, Antonia, Gilberto, María de Jesús, Anastasio y Eulogio. La vida de Nachito, inicia en un vagón de ferrocarril, en Viesca, de forma increíble allí su mamá fue asistida por una partera. De su vida en los vagones de ferrocarril, les contaba a sus hijos historias, decía que su vida fue muy feliz al lado de sus papás y hermanos. Disfrutaba los paseos en tren y jugar en las vías férreas colocando petardos. A la escuela solo fue los primeros años de primaria, pues tuvo que ayudar a su familia desde niño en los trabajos para reparar y dar mantenimiento a los tramos de vía.

Pero no todo en la vida es felicidad. En el invierno de 1936, su papá, don Apolonio, -siendo mayordomo en la estación de Jazminal, Zacatecas, justo en la línea de ferrocarril que va de Zacatecas a Saltillo- una noche que salió a pasear con sus compañeros en el armón a tomar tequila lo asaltaron para robarle su reloj de bolsillo de los reglamentarios de Ferrocarriles Nacionales de México (FNM). Lo abandonaron en un arroyo. Su esposa doña Jacinta comentaba que era una noche muy fría. Hasta el amanecer, al no llegar Apolonio, con sus hijos fue en su búsqueda, lo encontraron en agonía, y ya en el vagón, su casa, murió de hipotermia. Dejando a su esposa y a ocho huérfanos. Nachito apenas tenía 15 años. Por los gastos del sepelio se quedaron sin despensa para alimentarse y ante esa situación doña Jacinta decide retornar a Viesca con su papá don Blas, quien los recibió y protegió. En Viesca, le preguntó a su nieto Nachito, si terminó la primaria, pero solo había cursado hasta segundo grado.

Don Blas al ser mayordomo de vía, lo puso a laborar sin goce de sueldo, a reparar las vías, cargar herramienta, cambiar durmientes, entre otras cosas. Un mes después Nachito se convierte en peón de vía en la estación. Tenía 15 años. Por las tardes acudía con su tía Mariquita Espinoza, institutriz, a aprender operaciones básicas y la conversión de medidas de longitud para convertir pies a metros porque los rieles estaban en pies. Quería ser mayordomo, como su abuelo, para ello le ayudaba en el llenado de libros, era muy acomedido: elaboraba las listas de asistencia, memorándums, inventarios y cuando se requería era velador.

A partir de que inició sus labores en FNM, en 1936, la empresa le asignó un vagón de ferrocarril para que viviera con su familia. Platicaba con mucha satisfacción que cuando recibió su primer pago, se lo entregó a su mamá. Como peón de vía no tenía derecho a decidir su lugar de trabajo y, por ende, la empresa los cambiaba según el sistema de escalafones. Él, siempre se iba solo para que su mamá pudiera enviar a la escuela a sus hermanos.

Al “andar” en las estaciones, conoció a Julia Gómez Roque. Vivieron en unión libre y procrearon a Porfirio, quien vive en Parras. Pasado el tiempo, se separaron. A la edad de 45 años, conoció en la estación Bilbao, entre Parras y Viesca, a Cenobia Ruiz (de 20 años). Contrajeron matrimonio el 15 de mayo de 1966 en la capilla de San Isidro del ejido que lleva ese nombre en el municipio de Parras, Coahuila. Tuvieron 10 hijos: Rosario, Isidro, Ema, María Magdalena, María Concepción, Alma Leticia, Saúl, Ignacio, José y Esther. Luego lo ascendieron a guardavía en la estación Bilbao, y después de estar en Viesca, a la de General Cepeda, Guadalupe, Bilbao, así consiguió que lo ascendieran a mayordomo. Después se fue a Camacho y Urbieta, Zacatecas, y posteriormente a Rellano, Chihuahua, donde casi pierde la vida pues le peleaban el puesto de mayordomo. Regresó a su natal Coahuila, a Francisco I. Madero, para finalmente llegar a su terruño Viesca y establecerse hasta su vejez. Una vida en movimiento y llena de vaivenes y aventuras que finalizó a la edad de 91 años.

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