/ viernes 13 de septiembre de 2024

El ‘Cantiao’, porque la cabeza se le iba de lado

El personaje de Viesca que en esta ocasión les comparto, tiene un dicho muy conocido en el pueblo: El que viene a Viesca y no se toma foto con el “Cantiao”, es como si no hubiera venido a Viesca. Inició sus andanzas en estas tierras salitrosas y desérticas un 29 de enero de 1977. Édgar Guerrero García “Cantiao”, nació en la clínica del Seguro Social, que en ese tiempo estaba ubicada en la casa donde estuvo hospedado don Benito Juárez, en su paso al norte del país, durante la invasión francesa.

Los papás del “Cantiao” fueron: María del Carmen García Ramírez y José Alfredo Guerrero Sánchez. La pareja se conoció en la fábrica de sal SULVISA. Se casaron y tuvieron nueve hijos: José Alfredo, José Luis, Pedro, Francisco, María Dolores, Gabriela, María de Carmen, Juan Antonio y Édgar “el Cantiao”. Su abuelo materno, José Santos, lo apodó “Cantiao” porque de pequeño la cabeza se le iba de lado. “Cantiao” (de canteado) se refiere a un objeto o piedra que se coloca de lado.

A los seis años ingresó a la escuela primaria Gral. Andrés S. Viesca. Desde que era niño acompañaba a sus papás a escuchar música. Ese gusto le posibilitó memorizar muchas canciones. Su música favorita son las cumbias de Apache, Santa Martha, Chicos de Barrio, los Capis, Roel Ruíz. Esas canciones le sirven de inspiración para cantar a todo pulmón. A los 10 años vivió en la casa de los Hadad, ahí jugaba en los enormes patios. Se pasaba el día en un columpio de ixtle colgado de una rama de una enorme lila. También jugaba al béisbol, al trompo, a las canicas y a las escondidas. Solía empujar a los niños a una pila con agua para que nadaran, aunque a él no le gustaba meterse al agua.

De niño ayudaba a su madrina doña Tere y aprovechaba para faltar a la escuela. También gozaba de hacer los mandados a la gente del pueblo. Les llevaba comida a los obreros de la fábrica SULVISA. Pasaba casa por casa y le pagaban por ese servicio. Además de entregar las gorditas del negocio “Gorditas la terminal”. Se adelantó, en cierta forma, al servicio de las empresas repartidoras que ahora lo hacen a través de una aplicación que conecta comercios con usuarios.

En una ocasión, después de llevar las comidas a los obreros y recibir su pago, compró una Coca-Cola en la tienda de abarrotes de Manuel López. En ese tiempo las corcholatas traían premios y al “Cantiao” le tocó la suerte de sacarse el premio de cinco mil pesos. Su papá lo acompañó a cambiar el premio a la distribuidora de la Coca-Cola en Matamoros y con ese dinero se compró una bicicleta y un estéreo. Ama la música y andar en bici. Cuentan que en los bailes del pueblo es de los primeros en pasar a la pista. Desde los 12 años trabaja para mantenerse. Cuando trabajó en la maquiladora Sumitomo, no le gustaron las formas como lo mandaban y que le pagaran muy poco, así que decidió ser libre y ganarse su propio dinero con sus emprendimientos.

En su juventud aprendió a tocar la batería con su amigo Juan Carlos Hernández Véjar (hijo de su madrina doña Tere Véjar, la de la farmacia), con quien ha convivido desde su infancia hasta hoy. Luego de aprender ese oficio, se integró al grupo “Movis Tropical”. La música es la pasión que le saca siempre una sonrisa. Entre sus actividades recreativas también le gustaba jugar al fútbol. En el barrio Monterrey presumen que era el goleador. Actualmente le gusta ir los domingos al parque recreativo Juan Guerra y disfrutar de la tranquilidad del pueblo.

Le gusta participar en la política, promueve al candidato de su elección de forma apasionada y se confronta con los que no coinciden con sus ideas. Se entrega al 100 por ciento. Gusta vestir a la manera de todo viesquense trabajador: playera, pantalón de mezclilla con tenis o zapatos, pero cuando va al baile se arregla, se pone muy guapo con sus camisas vaqueras de manga larga o corta, su pantalón vaquero y botas, así como su cinto piteado. Cuando alguien se enoja o no les parece algo, él los conmina con la siguiente frase: ¡Anda Guerrero! Hoy en día participa en todas las cabalgatas del pueblo y de la región, siempre se compra la camisa conmemorativa al aniversario o de la cabalgata correspondiente. En el amor ha sido noviero, pero no se ha casado. Édgar el “Cantiao” es todo un personaje de Viesca y sus alrededores. Un hombre servicial (así como los de Viesca), inquieto, alegre y libre de pensamiento y acción.

jshv0851@gmail.com

El personaje de Viesca que en esta ocasión les comparto, tiene un dicho muy conocido en el pueblo: El que viene a Viesca y no se toma foto con el “Cantiao”, es como si no hubiera venido a Viesca. Inició sus andanzas en estas tierras salitrosas y desérticas un 29 de enero de 1977. Édgar Guerrero García “Cantiao”, nació en la clínica del Seguro Social, que en ese tiempo estaba ubicada en la casa donde estuvo hospedado don Benito Juárez, en su paso al norte del país, durante la invasión francesa.

Los papás del “Cantiao” fueron: María del Carmen García Ramírez y José Alfredo Guerrero Sánchez. La pareja se conoció en la fábrica de sal SULVISA. Se casaron y tuvieron nueve hijos: José Alfredo, José Luis, Pedro, Francisco, María Dolores, Gabriela, María de Carmen, Juan Antonio y Édgar “el Cantiao”. Su abuelo materno, José Santos, lo apodó “Cantiao” porque de pequeño la cabeza se le iba de lado. “Cantiao” (de canteado) se refiere a un objeto o piedra que se coloca de lado.

A los seis años ingresó a la escuela primaria Gral. Andrés S. Viesca. Desde que era niño acompañaba a sus papás a escuchar música. Ese gusto le posibilitó memorizar muchas canciones. Su música favorita son las cumbias de Apache, Santa Martha, Chicos de Barrio, los Capis, Roel Ruíz. Esas canciones le sirven de inspiración para cantar a todo pulmón. A los 10 años vivió en la casa de los Hadad, ahí jugaba en los enormes patios. Se pasaba el día en un columpio de ixtle colgado de una rama de una enorme lila. También jugaba al béisbol, al trompo, a las canicas y a las escondidas. Solía empujar a los niños a una pila con agua para que nadaran, aunque a él no le gustaba meterse al agua.

De niño ayudaba a su madrina doña Tere y aprovechaba para faltar a la escuela. También gozaba de hacer los mandados a la gente del pueblo. Les llevaba comida a los obreros de la fábrica SULVISA. Pasaba casa por casa y le pagaban por ese servicio. Además de entregar las gorditas del negocio “Gorditas la terminal”. Se adelantó, en cierta forma, al servicio de las empresas repartidoras que ahora lo hacen a través de una aplicación que conecta comercios con usuarios.

En una ocasión, después de llevar las comidas a los obreros y recibir su pago, compró una Coca-Cola en la tienda de abarrotes de Manuel López. En ese tiempo las corcholatas traían premios y al “Cantiao” le tocó la suerte de sacarse el premio de cinco mil pesos. Su papá lo acompañó a cambiar el premio a la distribuidora de la Coca-Cola en Matamoros y con ese dinero se compró una bicicleta y un estéreo. Ama la música y andar en bici. Cuentan que en los bailes del pueblo es de los primeros en pasar a la pista. Desde los 12 años trabaja para mantenerse. Cuando trabajó en la maquiladora Sumitomo, no le gustaron las formas como lo mandaban y que le pagaran muy poco, así que decidió ser libre y ganarse su propio dinero con sus emprendimientos.

En su juventud aprendió a tocar la batería con su amigo Juan Carlos Hernández Véjar (hijo de su madrina doña Tere Véjar, la de la farmacia), con quien ha convivido desde su infancia hasta hoy. Luego de aprender ese oficio, se integró al grupo “Movis Tropical”. La música es la pasión que le saca siempre una sonrisa. Entre sus actividades recreativas también le gustaba jugar al fútbol. En el barrio Monterrey presumen que era el goleador. Actualmente le gusta ir los domingos al parque recreativo Juan Guerra y disfrutar de la tranquilidad del pueblo.

Le gusta participar en la política, promueve al candidato de su elección de forma apasionada y se confronta con los que no coinciden con sus ideas. Se entrega al 100 por ciento. Gusta vestir a la manera de todo viesquense trabajador: playera, pantalón de mezclilla con tenis o zapatos, pero cuando va al baile se arregla, se pone muy guapo con sus camisas vaqueras de manga larga o corta, su pantalón vaquero y botas, así como su cinto piteado. Cuando alguien se enoja o no les parece algo, él los conmina con la siguiente frase: ¡Anda Guerrero! Hoy en día participa en todas las cabalgatas del pueblo y de la región, siempre se compra la camisa conmemorativa al aniversario o de la cabalgata correspondiente. En el amor ha sido noviero, pero no se ha casado. Édgar el “Cantiao” es todo un personaje de Viesca y sus alrededores. Un hombre servicial (así como los de Viesca), inquieto, alegre y libre de pensamiento y acción.

jshv0851@gmail.com