/ domingo 12 de mayo de 2024

El Concorde y el pozo

La economía es una ciencia social que gira alrededor del individuo, de hecho sin la existencia de éste, la economía no existiera. Al estudiar la manera en que satisfacemos nuestras necesidades, dentro de un sistema económico, los economistas creemos que siempre se busca la maximización de las utilidades, es decir obtener el mayor beneficio al menor costo posible, sin embargo, no siempre actuamos de esa manera, incluso muchas decisiones las tomamos de manera intuitiva, automática o hasta involucrando sentimientos.

Un claro ejemplo de cuando un ente, ya sea individuo, gobierno, empresa u organismo, actúa de una manera distinta a la esperada por los economistas, cuando espera obtener los beneficios esperados después de hacer inversiones de tiempo, dinero y esfuerzo, continúa invirtiendo, esperando recuperar lo perdido.

A este comportamiento económico se llama la falacia del costo hundido y también es conocido como la falacia del Concorde, haciendo referencia al avión supersónico de pasajeros europeo, cuyo caso explica perfectamente lo que significa la falacia.

El avión Concorde fue desarrollado y fabricado por la empresa francesa que hoy se llama Airbus de manera conjunta con BAE System empresa de origen británico, con aportaciones importantes de los gobiernos de ambos países. Esta aeronave surcó los cielos desde 1976 hasta el 2003, su costo tanto de producción como de uso y mantenimiento era altísimo, pues recorría la misma distancia que un jet en la mitad del tiempo. Desde sus inicios no generaba utilidades económicas, después de una década las inversiones para el Concorde seguían aumentando, por las empresas y los gobiernos, llegó el Siglo XXI y las utilidades no se reflejaban en dinero, pero las inversiones seguían, ya que las empresas y gobiernos involucrados pensaban que ya habían invertido tanto dinero, tiempo y esfuerzo que era necesario continuar con el proyecto para así intentar reducir sus pérdidas. Fue hasta el 2003 con el último vuelo de este avión supersónico que se dejó de invertir en el proyecto, después de 27 años.

Acá por donde vivo cuando una persona está equivocada en lo que está haciendo le decimos: “Estas en el pozo y sigues escarbando”, esta es una forma mucho más coloquial para explicar lo que es la falacia del costo hundido, y hasta más rápida que un vuelo supersónico del Concorde.

La economía es una ciencia social que gira alrededor del individuo, de hecho sin la existencia de éste, la economía no existiera. Al estudiar la manera en que satisfacemos nuestras necesidades, dentro de un sistema económico, los economistas creemos que siempre se busca la maximización de las utilidades, es decir obtener el mayor beneficio al menor costo posible, sin embargo, no siempre actuamos de esa manera, incluso muchas decisiones las tomamos de manera intuitiva, automática o hasta involucrando sentimientos.

Un claro ejemplo de cuando un ente, ya sea individuo, gobierno, empresa u organismo, actúa de una manera distinta a la esperada por los economistas, cuando espera obtener los beneficios esperados después de hacer inversiones de tiempo, dinero y esfuerzo, continúa invirtiendo, esperando recuperar lo perdido.

A este comportamiento económico se llama la falacia del costo hundido y también es conocido como la falacia del Concorde, haciendo referencia al avión supersónico de pasajeros europeo, cuyo caso explica perfectamente lo que significa la falacia.

El avión Concorde fue desarrollado y fabricado por la empresa francesa que hoy se llama Airbus de manera conjunta con BAE System empresa de origen británico, con aportaciones importantes de los gobiernos de ambos países. Esta aeronave surcó los cielos desde 1976 hasta el 2003, su costo tanto de producción como de uso y mantenimiento era altísimo, pues recorría la misma distancia que un jet en la mitad del tiempo. Desde sus inicios no generaba utilidades económicas, después de una década las inversiones para el Concorde seguían aumentando, por las empresas y los gobiernos, llegó el Siglo XXI y las utilidades no se reflejaban en dinero, pero las inversiones seguían, ya que las empresas y gobiernos involucrados pensaban que ya habían invertido tanto dinero, tiempo y esfuerzo que era necesario continuar con el proyecto para así intentar reducir sus pérdidas. Fue hasta el 2003 con el último vuelo de este avión supersónico que se dejó de invertir en el proyecto, después de 27 años.

Acá por donde vivo cuando una persona está equivocada en lo que está haciendo le decimos: “Estas en el pozo y sigues escarbando”, esta es una forma mucho más coloquial para explicar lo que es la falacia del costo hundido, y hasta más rápida que un vuelo supersónico del Concorde.