/ viernes 15 de mayo de 2020

Los tarahumaras, una etnia que debemos admitir como hermanos

El Art. 1 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece que todas las personas que vivan en esta nación, gozarán los derechos humanos reconocidos en la propia Carta Magna y en los tratados internacionales, así como las garantías para su protección, y obviamente se incluye a todas las etnias, entre ellas los Tarahumara o Rarámuri, que tienen su asiento principal en un área de la sierra de Chihuahua.

En época invernal, hay grupos de rarámuris que acuden a ciudades y poblados donde tienen la oportunidad de ser alojados por organizaciones civiles, e incluso por autoridades municipales en algunos casos, alejándose del intenso frío de sus lugares de orígenes.

Hemos de verlos como hermanos, como también lo son otros grupos étnicos, acatando lo que establece el propio artículo primero en su último párrafo, que señala claramente: “Queda prohibida toda discriminación, motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, la condiciones de salud, la condición social, las discapacidades, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de la persona”.

Y además, para quienes son cristianos, existe el mandato divino de “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, pronunciado por Jesús de Nazaret, según lo da a conocer San Marcos Evangelista.

Aclaremos brevemente algunos detalles de los rarámuris, como ellos prefieren ser identificados, y cuyo significado es: pies rápidos. Se cree son parte de los supervivientes de una gran nación india, los apaches, quienes decidieron quedarse en una buena parte de la Sierra Madre Occidental, hace alrededor de dos mil años.

Los rarámuris han estado en contacto con la cultura española y luego con la mezcla étnica mexicana, durante más de 400 años, cediendo una parte de su vida independiente, como sería en materia religiosa pues en su gran mayoría son católicos (por la influencia de los evangelizadores que hasta allá han llegado) y por ello las celebraciones de la Pascua son una combinación única de simbolismo cristiano y tarahumara.

Varios factores se han conjuntado para preservar su independencia, entre ellas sus añejas costumbres de cultivar lo indispensable en tierras de escasa calidad para la agricultura, los profundos cañones que impiden la construcción de carreteras y el efecto de defensa a su favor ejercida por las misiones jesuitas, frecuentes los intentos por arrebatarles su territorio, pero también el carácter taciturno de los rarámuris.

La plata, el oro y el cobre se extraen en considerables cantidades en el noroeste de México desde el siglo XVI, cuando los españoles utilizaban tribus aledañas para trabajar en las minas, sin embargo los yaqui de Sonora resistieron violentamente a quienes pretendían explotarlos y arrebatarles sus tierras, al grado de ser diezmados.

La única revuelta que registra la historia en territorio tarahumara, fue la encabezada por Gabriel Teporaca, apodado “El Hachero”, en 1953, quien los rarámuri lo tienen considerado un héroe, pues se opuso a los primeros mineros españoles que llegaron a sus tierras.

En 1648, Gabriel Teporaca llevaba excelentes relaciones con los misioneros, pero en 1652 encabezó una rebelión indígena, alzándose en armas debido a la esclavitud, mal trato y despojo de tierras de que eran objeto. Fue hecho prisionero el 28 de febrero de 1653 y en un simulacro de juicio fue sentenciado a la horca y su cadáver fue dejado colgado a la vista de los tarahumaras.

Hay mucho de bueno que decir hoy en día de los rarámuri, aparte de los sufrimientos que padecen, pero aquí sólo mencionaremos la destacada actividad de dos personajes de dicha etnia, quienes han llegado a figurar internacionalmente:

María Lorena Ramírez Hernández, originaria de Guachochi, Chih., nacida el día 1 de enero de 1995 (25 años de edad); reconocida corredora internacional de Ultramaratón, quien siempre acostumbra participar con indumentaria de su etnia, incluyendo huaraches de vaqueta y suela de hule.

Romeyno Gutiérrez Luna, nació en Retosachi, municipio de Batopilas, Chih., hace 34 años, concertista de piano desde hace 13 años. A brindado audiciones en CDMX, EUA, España, Italia, Austria, Alemania y Holanda.

Fue su maestro y padrino, Romeyno Wheeler, músico y compositor estadounidense de Santa Helena, Calif. (1942), quien estudio la Universidad de Música y Arte Dramático de Viena Austria, pero en los años 80 decidió establecerse en Retosachi, Chih., entablando amistad con Juan Gutiérrez, el violinista del pueblo, quien le pidió fuera padrino de su hijo y se llamara como él, aceptando aquel.

Siendo aún pequeño, Romeyno Gutiérrez Luna, se aficionó a tocar el piano, como su padrino, pues le agradaba oír la música de Mozart, Chopin y otros compositores. Fue tal el gusto por el piano del niño que a los 13 años empezó a ofrecer conciertos, hasta convertirse en un gran pianista.

Como se verá, los indígenas tienen habilidades, virtudes y desarrollo como cualquiera de nosotros, pero lamentablemente no les damos el valor que pudieran tener, en lugar del rechazo que sufren de parte de quienes los ven como inferiores.

¡Hasta la próxima!