/ martes 22 de octubre de 2024

Pobreza del aprendizaje, una tarea urgente

Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) Una persona se encuentra en situación de pobreza cuando tiene al menos una carencia social (en los seis indicadores de rezago educativo, acceso a servicios de salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, servicios básicos en la vivienda y acceso a la alimentación) y su ingreso es insuficiente para adquirir los bienes y servicios que requiere para satisfacer sus necesidades alimentarias y no alimentarias.

Es muy probable que las personas en edad escolar que se encuentran en situación de pobreza tengan también estén dentro de la pobreza de aprendizaje. Este último es un indicador utilizado para medir las crisis de aprendizaje y se centra en el porcentaje de infantes que no pueden leen o que no tienen comprensión lectora. Según el Banco Mundial el 70 % de los niños de 10 años no pueden comprender un texto simple.

La pobreza está interconectada con el rezago académico y con la pobreza de aprendizaje, ocasiona la afectación a la salud y nutrición de los estudiantes. El bajo rendimiento en el aprendizaje es secuela que deja la unión de la pobreza de la población con la pobreza educativa.

La pobreza de la población también genera una pobre oferta educativa, por ello es necesaria la inversión en capacitación docente y en la integración de la comunidad con los estudiantes para tratar de cambiar sus actividades dentro y fuera del aula, buscar la autogestión e incluir materias educativas en los programas de estudio que guíen a los estudiantes a pensar de manera diferente en cuanto a un medio ambiente y economía sustentable.

Es obligación de los docentes, desde cualquier trinchera, disminuir la profunda crisis que enfrenta nuestro país en los aprendizajes, salir de nuestra zona de confort y entregar ese plus para apoyar a todos esos estudiantes que padecen de pobreza de aprendizaje en lectura, escritura, aritmética y desarrollo socioemocional. Este último también es un indicador primordial de pobreza de aprendizaje, ya que la falta de salud mental afecta la manera en que aprendemos, pensamos y actuamos.

Las autoridades educativas son las encargadas de integrar personal capacitado en este tema en las instituciones, tomando en consideración que el estado mental es fundamental para el desarrollo de los estudiantes y las sociedades.

En la actualidad se requieren con urgencia acciones dirigidas a combatir la pobreza de aprendizajes, iniciativas de ley, fortalecimiento en la educación de niños, unir esfuerzos y llevar a cabo compromisos con los actores de la educación para disminuir lo más posible las barreras que se generan para que los estudiantes puedan aprender.

Hacer frente a esta crisis de aprendizajes es el desafío presente y futuro de todos si no se quiere perder a una generación de niños y jóvenes. Invertir en educación es la mejor inversión social que se puede hacer para evitar un choque y rebote negativo en términos de calidad de vida, productividad, cuidados del medio ambiente, seguridad y paz social.

Invito al gobierno, a los docentes y a los padres de familia a impulsar la cultura de eficiencia de los recursos humanos y materiales para que nuestros alumnos tengan amor y motivación para aprender. Existen muy pocas políticas públicas orientadas a resolver o hacer frente a esta problemática.