El periodismo se creó para informar, pero lastimosamente no siempre informa. Muchas veces desinforma para satisfacer determinada línea editorial o, bien, intereses que vulneran la independencia informativa.
No olvidemos que los medios de comunicación son empresas con fines de lucro, por ello algunos de sus directivos prefieren el periodismo que vende, en lugar del que se apega a la verdad a la hora de informar.
Al leer las noticias que se publican diariamente en los impresos o en los medios digitales, nos damos cuenta que hay un periodismo responsable, y otro irresponsable. Este último es el que investiga por encima y se dedica a repetir lo que alguna fuente le dice, sin verificar ni contrastar con otras fuentes la información obtenida. Tampoco investiga qué movió a esa persona a decir lo que dijo.
El problema es que esta desinformación afecta la credibilidad del medio, así como al público lector cuando se le presenta el resultado de una investigación superficial. Hoy sabemos que la información falsa es catapultada por medio de las redes sociales, afectando el honor de muchas personas e instituciones.
Un trabajo de investigación no se debe limitar a hacer una llamada telefónica para preguntar a una persona algo sobre determinado asunto. Investigar tampoco es buscar información en Google, para ver qué dice el gigante tecnológico sobre el tema que investiga el informante.
El periodista verdadero tiene un compromiso con el público lector: llevarle la verdad libre de mixtura. Para ello, debe buscar la información en todas partes y por todos los medios: llamadas, redes sociales, bibliotecas, centros de investigación, expertos en el tema, universidades, víctimas, etcétera.
Sólo con un trabajo marcado por la ética se podrá comenzar a erradicar la desinformación, un fenómeno que acompaña a la humanidad desde tiempos antiguos. A manera de ejemplo, me permito recordar que en el marco de la Segunda Guerra Mundial, Joseph Goebbels, ministro de Propaganda e Ilustración Pública del Tercer Reicha partir de 1930, dijo: “Hay que hacer creer al pueblo que el hambre, la sed, la escasez y las enfermedades son culpa de nuestros opositores y hacer que nuestros simpatizantes lo repitan en cada momento”. También dijo este funcionario del nazismo: “Una mentira mil veces repetida se transforma en verdad”.
Al parecer los creadores y difusores de noticias falsas han aprendido más y mejor de este criminal nazi que de la universidad, donde aprendieron que todo trabajo periodístico debe ir acompañado de la ética. Insisto, la mentira en cualquier ámbito no es un problema de nuestro tiempo. Esto lo confirman las palabras de Alexandre Koyré respecto al siglo XX: “nunca se ha mentido tanto como ahora. Ni se ha mentido de una manera tan descarada, sistemática y constante”. Ante esto me pregunto: ¿Qué diría el filósofo e historiador de la ciencia francés si viviera en el tiempo actual?
X: @armayacastro