No vuelvas sobre el ayer, no recojas residuos de tus días de encono; siempre es posible algo nuevo, esquiva la angustia de luchar sobre lo que no llegó a ser.
Tomado de “El Diván Abz-ul Agrib”
Terminaron las elecciones presidenciales, así como también las de otros órdenes de gobierno en varias entidades de la república, envueltas en un clima de violencia y todo un torbellino de confrontaciones, que rayaron en el encono personal entre individuos, familias y amistades, las que deberán procurar el olvido o bien dejar en manos de la justicia sus diferencias, para dar paso a la unión de todos los mexicanos.
Se antoja difícil lo comentado al final del párrafo anterior, pero nunca imposible, si es que verdaderamente deseamos contribuir con buena actitud al engrandecimiento de nuestra Patria y de todos los que habitamos esta gran nación, tomando en cuenta que siempre han querido manejar nuestra consciencia a través de partidos políticos y de las fuerzas fácticas que sólo buscan el interés de su propio beneficio, sin tomar en cuenta al pueblo.
Hubo un ganador para la presidencia de la república, a la gubernatura o a cargos legislativos, de acuerdo a los resultados de la votación de quienes participamos acudiendo a las urnas, pero también habrá inconformidades en algunos casos, que deberán dirimirse en los tribunales electorales, si es que proceden, pero debemos ser honestos ante la realidad, tras del conteo de sufragios, pues tenemos que aceptar quienes obtuvieron la mayoría.
El epígrafe de este artículo está dedicado a quienes habiendo votado por tal o cual candidata o candidato, no resultó ser el que el hubiéramos querido, pues siempre habrá un vencedor o un vencido, ya que así son las contiendas.
Hace poco vi el dramático final de una pelea de box (no recuerdo el nombre de los contrincantes, pues era uno de esos videos cortos que vemos en internet), donde el púgil vencido va hasta la esquina del contrario a felicitar al triunfador por haber dado una buena pelea, tal como desearíamos ocurriera después de las elecciones presidenciales, en lugar de buscar la continuación del encono entre ganador(a) y oponente.
Hay que reconocer que hemos sido educados para vivir la vida de una eterna competencia y que siempre deberíamos resultar ganadores en todo, sin aceptar la derrota, tal como suele ocurrir, sin detenernos a pensar que no siempre se gana.
Recuerdo a mi padre que me decía, a menos en materia de deportes, “Lo importante no es ganar, sino haber participado”, creando en mi mente la idea de que es muy importante triunfar en una contienda (así sea deportiva, cultural, política, etc.), pero también es correcto reconocer que no siempre obtiene uno el éxito esperado.
Hemos vivido muchos meses un ambiente polarizado en la contienda política nacional y no es fácil esperar que la mayoría de los correligionarios y simpatizantes de una y otra candidata presidencial, aceptar que la nuestra, por la quien votamos no resulte ser la ganadora.
Entrevistado el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano por un equipo de conductores y analistas del canal “Milenio”, a pregunta expresa de uno de ellos, dijo: “No veo por qué debe haber problemas una vez concluidas las elecciones presidenciales, si el resultado de éstas van a ser definitivas.” Pues hay que considerar que cada quien tiene sus convicciones.
En la iglesia católica han estado invitado a la feligresía a orar por las próximas elecciones, tal como lo recomienda la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), pero sin hacerlo por tal o cual candidata o candidato, y sin embargo algunos lo han hecho de manera velada, y otros de manera directa, transgrediendo la ley, pues los ministros de cualquier culto religioso lo tienen prohibido, olvidando lo que Jesucristo dijo al pretender obligarlo para que hablara sobre sus preferencias: “Dad al César lo que es del César, a Dios lo que es de Dios.”
Los ministros religiosos deben circunscribirse a lo ordenado por la CEM en su oración por las elecciones: “Derrama el Espíritu Santo sobre todos los ciudadanos, inspirándolos a participar activa y conscientemente en este proceso democrático. Que cada voto refleje nuestro compromiso con la verdad y el amor, iluminando a quienes buscan gobernar y servir a nuestro pueblo.” Ello implica aceptar los resultados de la contienda, para preservar la paz, la verdad y la justicia en México. ¿O usted, amable lector, qué piensa? ¡Hasta la próxima!