“El gol es el orgasmo del fútbol”, afirma Eduardo Galeano en su libro Futbol a Sol y Sombra. Partiendo de esta premisa podemos afirmar que la afición de la Comarca Lagunera está viviendo un celibato obligado.
Actualmente, el Santos Laguna es el último lugar de la tabla con apenas 8 puntos de 33 posibles. Una de las peores actuaciones del equipo en su historia en Primera División, sólo comparable a los primeros años donde debido a la falta de presupuesto el equipo peleaba por no descender. Sin embargo, incluso en esos malos días la afición llenaba el viejo Estadio Corona porque los jugadores se mataban en la cancha. El mote de un Guerrero Nunca Muere se llevaba a la práctica y existía una comunión perfecta entre la afición y el equipo.
Hoy no es así, simplemente porque quienes saltan a la cancha no se esfuerzan. No desquitan su sueldo, de ahí que los aficionados se hayan alejado del TSM.
En los últimos días, se hizo viral el comentario que hizo el ex jugador santista, Paco Gabriel de Anda, quien en su faceta de comentarista de ESPN comentó: "A pesar de estar en una situación mala, siempre el estadio estaba lleno, en las buenas y en las malas, hoy no, porque la gente está molesta. A mí lo que más me duele es ver el estadio y las tribunas vacías, la gente está molesta y con justa razón. Este equipo no representa lo que es la Comarca Lagunera, no representa a su gente y esta es la verdad de las cosas”.
Duras palabras, pero muy ciertas. Este Santos no sabe lo que es vencer al desierto, no tiene respeto por los lonches laguneros ni por nuestros modismos, es decir no tiene identidad. No respetan el esfuerzo de los aficionados que se sacrifican para comprar un boleto y asistir a un estadio que es cierto es muy cómodo, pero nada barato. Los jugadores no respetan a una noble afición.
Los jugadores no están comprometidos con la historia de este club que desde hace más de 40 años se ha convertido en un referente cultural en la región. En los años de violencia, un triunfo del Santos era una inyección de ánimo para una sociedad que vivía con miedo por las balaceras, por los robos.
Alrededor del Santos, La Laguna se une y se hace una donde el color verdiblanco es él estandarte de la peregrinación. El Santos reactiva la economía, une a la región e incluso a los políticos, pero sobre todo motiva a la población a salir adelante.
Por desgracia, los jugadores que conforman actualmente la plantilla no dan importancia a los colores que se ha convertido desde hace mucho tiempo en un símbolo de identidad. Por la falta de gol y de triunfos, la afición santista está viviendo un celibato obligado.