Con la celebración de la Ruta y Rally Coahuila 1000 se dio el banderazo de salida para la reactivación turística en Coahuila. Luego de seis meses de suspensión por la pandemia del Covid-19 y de que el sector turismo se estuvo preparando con cursos de capacitación, mantenimiento de sitios turísticos y campañas de difusión para invitar a la existencia de un turismo responsable, la carrera de aventura por nueve municipios de las regiones sureste, centro y Laguna es ejemplo de turismo alternativo, de aventura y debe ser también de conciencia sustentable y de respeto a los ecosistemas del semidesierto, una verdadera lección que debe ser un buen pretexto para promover Coahuila de una forma distinta.
No es fácil, he visto como se han depredado regiones enteras en el mundo por un turismo que comienza siendo de curiosidad, de ir a la naturaleza virgen y poco a poco termina por acabar todo, arrasar todo. Coahuila es un estado con regiones muy distintas entre sí, con verdaderas joyas en municipios como Sierra Mojada, Múzquiz y Ocampo, con la enorme riqueza paleontológica de General Cepeda, las Sierras del sureste que son vecinas de Nuevo León, los petroglifos y pinturas rupestres de la Región Laguna y la enorme y bella Presa fronteriza en Acuña, además de otros humedales poco conocidos a nivel estado y país.
Hay muchos aspectos que se deben considerar para no volver a amenazar al débil, prehistórico y abrumador Valle de Cuatro Ciénegas, donde además de estar el origen de la vida en el planeta, están hermosos paisajes que han estado a punto de desaparecer por el turismo masivo y la extracción irresponsable de agua.
Y aquí el punto del turismo masivo que todo lo pisa, lo toca, lo destruye. La industria turística que no aprovecha un punto fuerte para el turismo, destroza la riqueza de la que va a vivir.
El momento histórico que vivimos es un buen punto para reflexionar y volver costumbre lo que estamos tomando hoy como algo desconocido, aterrador y misterioso, producto de la pandemia de la que poco o casi nada conocemos. Entre otras cosas, limitar el acceso de turistas a zonas en peligro, como Las Playitas en Cuatro Ciénegas, Rincón Colorado en General Cepeda y la Sierra de Zapalinamé en Saltillo. Y qué bueno que nadie va a la Cuerva de la Candelaria, o que casi nadie sube a la Sierra de Parras, porque así se conservan los ecosistemas primitivos.
El turismo tiene que ser respetuoso, visitar con cuidado, conocer lo que está haciendo, aportar algo a lo que visita, si no quiere o no puede, mejor que siga en su casa viendo la televisión.