Queridos amigos, este 24 de febrero se celebró un aniversario más del Día de la Bandera, instituido por el presidente Lázaro Cárdenas en 1940, como homenaje al 24 de febrero de 1821, día en que Agustín de Iturbide proclamó el Plan de Iguala, que declaraba la independencia de México, además de la institución de la monarquía mexicana encabezada por la Corona española, la religión católica como credo oficial, y la unión de todas las clases sociales.
Los proclamados de Iturbide y sus tres principios, religión, independencia y unión, se convirtieron en el estandarte político de su movimiento, cobrando la denominación de Tres Garantías para sus postulados, y el título de Ejército Trigarante, para el ejército que luchaba por su causa. En ese mismo día, José Magdaleno Ocampo le entregó a Iturbide el pendón Trigarante, considerado a la fecha como la primera bandera del México independiente.
Aquella bandera consistía en tres barras diagonales, y en el centro de cada una, se ubica una estrella dorada de ocho puntas. La primera franja era blanca, en representación a la pureza del catolicismo; la segunda verde, simbolizando el ideal de independencia; la última era roja, en señal a la unidad entre todas las castas de México. Además de esto, tenia una Corona en el centro, con las palabras “Religión, Independencia, Unión, Regimiento Infantería”.
Mucho ha pasado desde aquellos entonces, y la Bandera se ha ido modificando conforme la realidad política del país: de la bandera imperial, con un águila coronada, a la bandera porfirista, a la versión carrancista para llegar, por último, a la llamada Cuarta Bandera Nacional, consolidada en la Ley sobre las características y el uso del Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales de 1968, que asumía las proporciones actuales. La Bandera ha tenido cambios menores a la fecha, al reformarse la Ley y convertirse, únicamente, en la Ley sobre el Escuro, la Bandera y el Himno Nacionales, definiendo el aspecto del reverso de la bandera.
Nuestra Bandera es, hoy, el vínculo físico con nuestra historia, pues, aunque se ha ido transformando constantemente, su espíritu siempre ha reflejado el sentir mexicano. Es una bandera que se ha construido por generaciones, que representa ideales, sueños, principios y a personas que han dado su vida por el México que pensaron era la idea para el futuro.
Hoy, nuestra obligación como mexicanos es recordar siempre el valor de nuestra Bandera, catalogada como una de las más hermosas del mundo por la comunidad internacional, pero más allá de sus elementos gráficos, es un homenaje de la historia de México y su lucha por consolidar su independencia y su democracia. En momentos de incertidumbre como estos, ver nuestra bandera debe darnos el ímpetu de seguir luchando, en honor a las pasadas generaciones, y por el porvenir de las futuras.