Uno de los platillos más populares de la gastronomía mexicana es el pozole. Este suele estar presente en muchas mesas a diario, y no se diga durante las fiestas patrias del mes de septiembre.
Este plato tiene toda una historia y un origen un tanto aterrador para nuestros tiempos. De acuerdo con historiadores, su nacimiento se remonta a la época prehispánica, cuando para elaborarlo se realizaba un ritual.
Según cronistas del siglo XVI, para su preparación se utilizaba carne humana, esto pues era un platillo que se servía únicamente durante ceremonias y estaba restringido para nobles y guerreros.
Fray Bernardino de Sahagún, en Historia General de las Cosas de la Nueva España, asegura que el platillo solo era comido Moctezuma.
Su preparación era de la siguiente manera: primero había un ritual en el que se incluía el sacrifico y la elección de la carne, de tal modo que el muslo derecho, era ofrecido al tlatoani, mientras que el muslo izquierdo era para quienes llevaban a cabo el sacrificio.
No obstante, con la llegada de los conquistadores españoles, la carne humana fue sustituida por la de los animales, principalmente la del puerco.
Además, con el paso del tiempo, cada estado de la República ha adoptado su propio estilo, por lo que ya hay pozole batido, de elote, de frijol, de tépari, de trigo, mixteco, de horno, etcétera.
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