/ jueves 10 de mayo de 2018

Emociones que se comparten desde el útero

Madre e hijo tienen de una conexión especial durante el embarazo; se entienden y conocen emocionalmente toda la vida

Resulta común pensar que la vida humana comienza a partir del nacimiento; podemos creer que las emociones, sonidos, imágenes o pensamientos no tienen lugar en un embrión. Pues bien, es justamente a partir de la madre que se genera todo un universo de sensaciones en el bebé que lo envuelven y conforman sin siquiera aparecer el lenguaje.

Desde hace algunos años se han estado realizado investigaciones referentes al desarrollo prenatal y la manera en que influye la madre: desde su alimentación, la música que escucha, las emociones que experimenta y hasta el acto de alimentarlo, van depositando en el bebé una serie de características que más tarde forjarán en el niño un perfil particular.

Venir al mundo con actitud positiva

Podemos inferir que un embrión que recibe amor y estímulos positivos llega al mundo cargado de actitud positiva, abierta y sociable que constituirán su forma de relacionarse con el mundo.

Lo anterior se puede lograr, por ejemplo, a través de terapias musicales para el bebé, que funcionan como una forma de vincular madre-hijo basado en energías positivas. Se trata de evitar principalmente sensaciones como estrés, depresión, angustia o ansiedad prolongadas, que pudieran ser transmitidas al bebé.

FOTO: CREATIVE COMMONS

Es en el estado prenatal donde el niño adquiere un sentimiento de unidad y seguridad con el vientre materno que representa para él un hogar calientito que le brinda entera satisfacción.

Posteriormente, el proceso de nacimiento rompe de cierta manera con esa unidad y seguridad adquiridos: el bebé experimenta los movimientos o estímulos externos como provocados desde un mundo sumamente amenazante y la madre es quien se encargará de proveerle los elementos para ayudarle a construir una imagen de un mundo externo menos amenazante y fantasioso. A partir de este momento, el bebé se enfrenta al término de la simbiosis con la madre.

FOTO: CREATIVE COMMONS


Es importante tener presente que la principal relación, el primer vínculo que establece el niño es con su madre, específicamente con el pecho materno que representa para él una fuente de alimento. Es a partir de este acto se establece una unión física y emocional capaz de brindar un nuevo sentimiento de seguridad y confianza en el bebé respecto a su madre y todo lo que le rodea.

Lo que debes sabes:

El útero es capaz de aumentar hasta 500 veces su tamaño normal

Desde la semana 20 empieza a reaccionar a los sonidos del exterior, aunque realmente los oye desde la semana 16.

El corazón del embrión comienza a latir en la tercera semana de embarazo.

FOTO: CREATIVE COMMONS


Resulta común pensar que la vida humana comienza a partir del nacimiento; podemos creer que las emociones, sonidos, imágenes o pensamientos no tienen lugar en un embrión. Pues bien, es justamente a partir de la madre que se genera todo un universo de sensaciones en el bebé que lo envuelven y conforman sin siquiera aparecer el lenguaje.

Desde hace algunos años se han estado realizado investigaciones referentes al desarrollo prenatal y la manera en que influye la madre: desde su alimentación, la música que escucha, las emociones que experimenta y hasta el acto de alimentarlo, van depositando en el bebé una serie de características que más tarde forjarán en el niño un perfil particular.

Venir al mundo con actitud positiva

Podemos inferir que un embrión que recibe amor y estímulos positivos llega al mundo cargado de actitud positiva, abierta y sociable que constituirán su forma de relacionarse con el mundo.

Lo anterior se puede lograr, por ejemplo, a través de terapias musicales para el bebé, que funcionan como una forma de vincular madre-hijo basado en energías positivas. Se trata de evitar principalmente sensaciones como estrés, depresión, angustia o ansiedad prolongadas, que pudieran ser transmitidas al bebé.

FOTO: CREATIVE COMMONS

Es en el estado prenatal donde el niño adquiere un sentimiento de unidad y seguridad con el vientre materno que representa para él un hogar calientito que le brinda entera satisfacción.

Posteriormente, el proceso de nacimiento rompe de cierta manera con esa unidad y seguridad adquiridos: el bebé experimenta los movimientos o estímulos externos como provocados desde un mundo sumamente amenazante y la madre es quien se encargará de proveerle los elementos para ayudarle a construir una imagen de un mundo externo menos amenazante y fantasioso. A partir de este momento, el bebé se enfrenta al término de la simbiosis con la madre.

FOTO: CREATIVE COMMONS


Es importante tener presente que la principal relación, el primer vínculo que establece el niño es con su madre, específicamente con el pecho materno que representa para él una fuente de alimento. Es a partir de este acto se establece una unión física y emocional capaz de brindar un nuevo sentimiento de seguridad y confianza en el bebé respecto a su madre y todo lo que le rodea.

Lo que debes sabes:

El útero es capaz de aumentar hasta 500 veces su tamaño normal

Desde la semana 20 empieza a reaccionar a los sonidos del exterior, aunque realmente los oye desde la semana 16.

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FOTO: CREATIVE COMMONS


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