Nuevamente como un cuento de hadas se repite la historia en la realeza británica: un príncipe se casa con la plebeya. Esta vez los protagonistas son el príncipe Harry de Inglaterra y la actriz estadounidense Meghan Markle, quienes fueron declarados hoy marido y mujer por el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, en la capilla de San Jorge del castillo de Windsor, a las afueras de Londres.
Los novios intercambiaron los votos matrimoniales y los anillos ante una congregación de 600 personas, entre ellas miembros de la familia real británica y personalidades del mundo del espectáculo.
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El anillo de Markle ha sido diseñado con oro de Gales por la joyería Cleve & Company y Harry por su parte lleva una alianza de platino.
Sin embargo, la pareja decidió no invitar a jefes de Estado y de gobierno, y ni siquiera la primera ministra Theresa May fue invitada a la boda.
Tras la ceremonia, que duró aproximadamente una hora, sigue un paseo de los recién casados en carroza por Windsor, la localidad a una hora al oeste de Londres en la que se congregaron unas 100.000 personas.
Al final del paseo, de una media hora, se cierra el telón y empieza la parte privada de la boda, con un almuerzo ofrecido por la abuela del novio, la reina Isabel II, en el castillo de Windsor y una fiesta de noche en la mansión Frogmore, gentileza del padre del novio, el príncipe Carlos de Gales.
El poder del amor
El arzobispo de Canterbury casó a los ahora duques de Sussex después de que el primado de la Iglesia Episcopaliana de Estados Unidos, Michael Curry, pronunciara un apasionado discurso sobre el poder del amor para "ayudar y curar".
"Hay poder en el amor. El amor puede ayudar y curar cuando nada más puede hacerlo", dijo el reverendísimo afroamericano, antes de hacer reír a la congregación al afirmar que "dos jóvenes se enamoran y todos nos presentamos" en la capilla.
Markle llegó al templo en un antiguo Rolls-Royce Phantom IV, que la llevó desde el hotel Clividen, ubicado cerca de la ciudad de Windsor y donde pasó la noche con su madre, Doria Loyce Ragland.
Meghan entró sola en la capilla acompañada las damas de honor y pajes, entre ellos el príncipe George y la princesa Charlotte, hijos de los duques de Cambridge, hasta que el príncipe Carlos, heredero al trono, la tomó del brazo para conducirla hasta el altar.
El amor triunfa
Harry y Meghan abandonaron la capilla de San Jorge como duques de Sussex, tras contraer matrimonio.
A la salida del templo se escucharon los vítores de la multitud y se besaron ante los gritos de los allí congregados, antes de bajar por la escalinata siempre tomados de la mano.
La reina Isabel II concedió esta mañana el título de duque de Sussex a su nieto y, en consecuencia, Markle se ha convertido a su vez en duquesa al casarse con el príncipe, así como en "su alteza real".
La fiesta del pueblo
La boda del príncipe Harry de Inglaterra y Meghan Markle se celebrará en todo el Reino Unido con fiestas en las calles o en los pubs, a las que los republicanos británicos replicarán con su congreso anual.