/ miércoles 27 de marzo de 2024

Analizan la obra del “terrorista de la cultura” en nuevo libro sobre Marcos Kurtycz

Publican libro sobre el artista polaco Marcos Kurtycz, precursor del performance en México

Por la intensidad de sus propuestas creativas, Marcos Kurtycz fue señalado como un “terrorista de la cultura”. Sus acciones artísticas combinaban rituales y la elaboración artefactos in situ. El artista polaco fallecido en 1996, fue durante la segunda mitad del siglo XX, uno de los precursores del llamado arte acción y performance en México, donde gestó la mayoría de sus obras.

Como un repaso e interpretación de la carrera de este creador, la historiadora Mara Polgovsky, la artista Ana María García Kobeh y la editora Sara Schulz, publican “Marcos Kurtycz. Corporalidad al límite” (Fauna, 2024), el cual está basado principalmente en la producción de libros de artista que Kurtycz realizó por centenares, así como de documentos y fotografías de su archivo.

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“Es la suya una obra disruptiva, nada conformista, pero muy conmovedora, tanto en un sentido emocional como intelectual; una obra que obliga a moverse a quien la mira, que no te permite mantenerte al margen. Fue un artista de muchos procesos, en los que podemos ver que en diversas ocasiones con materiales muy austeros creaba obras de gran belleza, de una manera muy simple”, comenta Sara Schulz, en entrevista con El Sol de México.

IMPULSOR DE RUPTURAS

Como un artefacto didáctico y al mismo tiempo interactivo, este libro, que a decir de la editora buscó emular el estilo del artista, ofrece un “Diagrama Kurtycz” en el que los lectores podrán ver su línea biográfica, sus “matrices” performáticas y editoriales, relaciones epistolares y artísticas, además de materiales, herramientas y conceptos.

“Kurtycz fue un personaje que ayudó a impulsar el rompimiento con el pasado y a crear cosas nuevas, desde puntos de vista de ruptura, pero que por su condición de extranjero tuvo el privilegio o la carencia para poder ver las dinámicas de poder político en México, que era muy controlador y conservador”, agrega la editora, quien recuerda que Kurtycz arribó a nuestro país en 1968, “en un momento de mucha efervescencia, con una sociedad políticamente despierta y activa”.

Sin pasar a formar parte de algún grupo en específico, se integró a un nutrido ecosistema de artistas, como Helen Escobedo, Eduardo Solórzano, Alejandro González, Magali Lara, Guillermo Gómez Peña, las hermanas Pecanins, Gilberto Aceves, y Felipe Ehrenberg, entre otros.

A pesar de que a Kurtycz se le considera hoy como el precursor del performance en nuestro país, Sara Schulz menciona que, en realidad, él nunca reconoció aquel término del que llegó a expresar que le parecía “un aborto lingüístico”, probablemente porque “no quería simular ni hacer un montaje”, pues él integró no sólo su cuerpo, sino su vida a sus obras.

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“A sus acciones muchas veces las llamaba rituales, en el sentido de querer conmocionar, provocar, dislocar el sentido del público. Lo que se genera en un ritual no es un concepto artístico sino más bien un acontecimiento vital, algo transformador en la conciencia de uno mismo. Él apelaba mucho más a eso que a las obras que, estetizadas, se cristalizan”, puntualiza la editora. Los ensayos del libro se detienen a comprender este concepto y otros en la obra de Kurtycz, como el erotismo, la corporalidad y la crítica política; incluye un diccionario de términos de acción, así como testimonios de sus presentaciones.

LIBROS, UNA ACCIÓN ABIERTA

Como trabajador que fue del Fondo de Cultura Económica, según recuerda Schulz, Marcos Kurtycz en muchas ocasiones utilizó sobrantes de impresión para realizar sus libros de artista, resignificando su uso, sumando a ellos materiales que se degradaban “apelando a una no permanencia”, así como dibujos, recortes de revistas, pintura y otras técnicas.

“Para Marcos los libros eran una provocación para que el lector se enfrente a la materialidad y corporalidad, la forma en que los libros actúan en el mundo”, finaliza Sara Schulz.

Por la intensidad de sus propuestas creativas, Marcos Kurtycz fue señalado como un “terrorista de la cultura”. Sus acciones artísticas combinaban rituales y la elaboración artefactos in situ. El artista polaco fallecido en 1996, fue durante la segunda mitad del siglo XX, uno de los precursores del llamado arte acción y performance en México, donde gestó la mayoría de sus obras.

Como un repaso e interpretación de la carrera de este creador, la historiadora Mara Polgovsky, la artista Ana María García Kobeh y la editora Sara Schulz, publican “Marcos Kurtycz. Corporalidad al límite” (Fauna, 2024), el cual está basado principalmente en la producción de libros de artista que Kurtycz realizó por centenares, así como de documentos y fotografías de su archivo.

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“Es la suya una obra disruptiva, nada conformista, pero muy conmovedora, tanto en un sentido emocional como intelectual; una obra que obliga a moverse a quien la mira, que no te permite mantenerte al margen. Fue un artista de muchos procesos, en los que podemos ver que en diversas ocasiones con materiales muy austeros creaba obras de gran belleza, de una manera muy simple”, comenta Sara Schulz, en entrevista con El Sol de México.

IMPULSOR DE RUPTURAS

Como un artefacto didáctico y al mismo tiempo interactivo, este libro, que a decir de la editora buscó emular el estilo del artista, ofrece un “Diagrama Kurtycz” en el que los lectores podrán ver su línea biográfica, sus “matrices” performáticas y editoriales, relaciones epistolares y artísticas, además de materiales, herramientas y conceptos.

“Kurtycz fue un personaje que ayudó a impulsar el rompimiento con el pasado y a crear cosas nuevas, desde puntos de vista de ruptura, pero que por su condición de extranjero tuvo el privilegio o la carencia para poder ver las dinámicas de poder político en México, que era muy controlador y conservador”, agrega la editora, quien recuerda que Kurtycz arribó a nuestro país en 1968, “en un momento de mucha efervescencia, con una sociedad políticamente despierta y activa”.

Sin pasar a formar parte de algún grupo en específico, se integró a un nutrido ecosistema de artistas, como Helen Escobedo, Eduardo Solórzano, Alejandro González, Magali Lara, Guillermo Gómez Peña, las hermanas Pecanins, Gilberto Aceves, y Felipe Ehrenberg, entre otros.

A pesar de que a Kurtycz se le considera hoy como el precursor del performance en nuestro país, Sara Schulz menciona que, en realidad, él nunca reconoció aquel término del que llegó a expresar que le parecía “un aborto lingüístico”, probablemente porque “no quería simular ni hacer un montaje”, pues él integró no sólo su cuerpo, sino su vida a sus obras.

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“A sus acciones muchas veces las llamaba rituales, en el sentido de querer conmocionar, provocar, dislocar el sentido del público. Lo que se genera en un ritual no es un concepto artístico sino más bien un acontecimiento vital, algo transformador en la conciencia de uno mismo. Él apelaba mucho más a eso que a las obras que, estetizadas, se cristalizan”, puntualiza la editora. Los ensayos del libro se detienen a comprender este concepto y otros en la obra de Kurtycz, como el erotismo, la corporalidad y la crítica política; incluye un diccionario de términos de acción, así como testimonios de sus presentaciones.

LIBROS, UNA ACCIÓN ABIERTA

Como trabajador que fue del Fondo de Cultura Económica, según recuerda Schulz, Marcos Kurtycz en muchas ocasiones utilizó sobrantes de impresión para realizar sus libros de artista, resignificando su uso, sumando a ellos materiales que se degradaban “apelando a una no permanencia”, así como dibujos, recortes de revistas, pintura y otras técnicas.

“Para Marcos los libros eran una provocación para que el lector se enfrente a la materialidad y corporalidad, la forma en que los libros actúan en el mundo”, finaliza Sara Schulz.

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