/ domingo 4 de marzo de 2018

Entre el amor y el horror, así es el cine de Guillermo del Toro

Ha creado su propio universo poblado de seres espectrales, que viven en la marginación, pero al mismo tiempo con la posibilidad de reconstruirse en medio de la tragedia

Permeado por la cultura popular, las historietas, las tradiciones y leyendas mexicanas, el anime, los robots, el cine y la literatura, Guillermo del Toro encontró en la fantasía y el horror una posibilidad de reinventar el mundo, donde un sinfín de monstruos lo acompañaron para enfrentar sus miedos y aventuras infantiles, que años más tarde le han permitido encontrar una voz a través del cine.

Desde siempre ha profesado un amor profundo por los monstruos porque como él ha dicho “es la relación más duradera que he tenido en mi vida, desde chiquito hasta ahorita y no me han fallado”.

Guillermo del Toro es uno de los cineastas más obsesivos y talentosos, que a través de sus películas ha podido decantar sus temores y hablar de las partes oscuras de la condición humana, por medio de seres marginales o siniestros, pero siempre con un halo de esperanza.

En el universo de Del Toro habita lo mismo un melancólico fantasma perdido, un vampiro obsesionado con el tiempo, un diablo rojo colérico, un fauno, hermanos atrapados entre el amor y el incesto, pero todos tienen su lugar y su momento. Como la atípica historia de amor entre un hombre pez y una joven muda, que en La forma del agua le permite hacer una declaración de principios al cine, a la música y una reflexión política, pero también un convenio con el espectador para compartir la idea de que el amor como el agua no tiene forma y todo puede ser posible.

A sus 53 años, Guillermo del Toro goza de un gran prestigio internacional y justo los diferentes premios que ha obtenido con La forma del agua lo han mantenido sobre los reflectores el último año, que culminará con la entrega del Oscar hoy, en donde su película está nominada en 13 categorías. Incluso hay algunos que han alimentado la posibilidad de un plagio de su historia tanto de un corto holandés o una obra de teatro, lo cual ha negado, estimando que puede tratarse de una coincidencia.

Más que una travesía por el cine fantástico, el viaje que emprendió Del Toro desde hace más 25 años en el cine es contar historias de amor con elementos sobrenaturales, porque los miedos que entraña la realidad superan cualquier ficción.

El cortometraje Doña Lupe, marcó su inicio como director en su natal Guadalajara, pero antes de llegar a su primer largo colaboró en diferentes áreas de la creación fílmica como los efectos especiales, maquillaje… fue un impulsor del Festival Internacional de Cine en Guadalajara, trabajó en la serie La hora marcada, hasta que llegó Cronos, en 1993, película que le permitió dar el paso al cine internacional.

Guillermo junto con Alfonso Cuarón y Alejandro González Iñárritu, formaron una triada de antología, en donde la colaboración les ha permitido hacer un frente común para impulsar sus carreras y de paso al talento mexicano.

En reiteradas ocasiones el Gordo del Toro, ha dicho que se tuvo que ir de México porque sus proyectos son demasiado complejos financieramente, pero también en Hollywood no ha tenido una historia fácil, sobre todo porque sus películas eluden los convencionalismos del cine de género tradicional y por el contrario son un complejo entramado difícil de clasificar.

Permeado por la cultura popular, las historietas, las tradiciones y leyendas mexicanas, el anime, los robots, el cine y la literatura, Guillermo del Toro encontró en la fantasía y el horror una posibilidad de reinventar el mundo, donde un sinfín de monstruos lo acompañaron para enfrentar sus miedos y aventuras infantiles, que años más tarde le han permitido encontrar una voz a través del cine.

Desde siempre ha profesado un amor profundo por los monstruos porque como él ha dicho “es la relación más duradera que he tenido en mi vida, desde chiquito hasta ahorita y no me han fallado”.

Guillermo del Toro es uno de los cineastas más obsesivos y talentosos, que a través de sus películas ha podido decantar sus temores y hablar de las partes oscuras de la condición humana, por medio de seres marginales o siniestros, pero siempre con un halo de esperanza.

En el universo de Del Toro habita lo mismo un melancólico fantasma perdido, un vampiro obsesionado con el tiempo, un diablo rojo colérico, un fauno, hermanos atrapados entre el amor y el incesto, pero todos tienen su lugar y su momento. Como la atípica historia de amor entre un hombre pez y una joven muda, que en La forma del agua le permite hacer una declaración de principios al cine, a la música y una reflexión política, pero también un convenio con el espectador para compartir la idea de que el amor como el agua no tiene forma y todo puede ser posible.

A sus 53 años, Guillermo del Toro goza de un gran prestigio internacional y justo los diferentes premios que ha obtenido con La forma del agua lo han mantenido sobre los reflectores el último año, que culminará con la entrega del Oscar hoy, en donde su película está nominada en 13 categorías. Incluso hay algunos que han alimentado la posibilidad de un plagio de su historia tanto de un corto holandés o una obra de teatro, lo cual ha negado, estimando que puede tratarse de una coincidencia.

Más que una travesía por el cine fantástico, el viaje que emprendió Del Toro desde hace más 25 años en el cine es contar historias de amor con elementos sobrenaturales, porque los miedos que entraña la realidad superan cualquier ficción.

El cortometraje Doña Lupe, marcó su inicio como director en su natal Guadalajara, pero antes de llegar a su primer largo colaboró en diferentes áreas de la creación fílmica como los efectos especiales, maquillaje… fue un impulsor del Festival Internacional de Cine en Guadalajara, trabajó en la serie La hora marcada, hasta que llegó Cronos, en 1993, película que le permitió dar el paso al cine internacional.

Guillermo junto con Alfonso Cuarón y Alejandro González Iñárritu, formaron una triada de antología, en donde la colaboración les ha permitido hacer un frente común para impulsar sus carreras y de paso al talento mexicano.

En reiteradas ocasiones el Gordo del Toro, ha dicho que se tuvo que ir de México porque sus proyectos son demasiado complejos financieramente, pero también en Hollywood no ha tenido una historia fácil, sobre todo porque sus películas eluden los convencionalismos del cine de género tradicional y por el contrario son un complejo entramado difícil de clasificar.

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