/ domingo 27 de octubre de 2024

Del estante | El profundo amor de Juan Rulfo por Clara Aparicio

El escritor narró en las cartas que envió a su prometida el desarrollo de su naciente carrera literaria, entre mensajes amorosos

“Desde que te conozco, hay un eco en cada rama que repite tu nombre; en las ramas altas, lejanas; en las ramas que están junto a nosotros, se oye”, con tal cariño, el escritor Juan Rulfo (1917-1986) se dirigía en una carta a Clara Aparicio, a quien conoció en 1943 en un café que ya no existe en Guadalajara y dos años después le propuso matrimonio.

El casorio tuvo que esperar hasta 1948. Durante ese tiempo Rulfo, que trabajaba como agente de migración en Guadalajara, le escribió poco más de 80 cartas, en la que, como la expresión de arriba, muestran la gran pasión de este escritor por aquella jovencita de apenas 15 años de edad.

Clara conservó las cartas que Juan le envió durante su noviazgo y años después de su muerte, las publicó en el libro “Aire de las colinas. Cartas a Clara”.

Por lo general, en las entrevistas, Juan Rulfo parece un tanto hermético, ensimismado y hasta tímido. Y al contrario, en estas misivas lo que podemos ver es a un hombre más abierto, que permite reconocer dos cosas: el ser humano tras el mito de la literatura y, otra cosa muy importante, el estilo escritural de Rulfo, siempre cercano al habla cotidiana.

“Junto a tu nombre el dolor es una cosa extraña. Es una cosa que nos mira y se va, como se va la sangre de una herida; como se va la muerte de la vida. Y la vida se llena con tu nombre: Clara, claridad esclarecida”, escribió Rulfo.

Sin embargo, no todo en las cartas es luz, también es posible encontrar momentos en los que Rulfo se muestra consternado por la vida.

“Pero yo, desde lo más hondo de mi más pobre y humilde condición, me digo siempre: Clara es la virtud que ha hecho de mí un hombre más amigo de las cosas humanas. Más amigo de la vida”, se lee en otra carta.

Estas preocupaciones también se extendían a su carrera literaria, según se ve en una carta posterior en la que el joven escritor, primero se muestra muy contento por haber publicado el hoy célebre cuento “Es que somos muy pobres” en la revista “América”, y luego, inseguro.

“Ahora que lo leí ya impreso no me gusta y es que realmente está muy mal escrito. No creas que te estoy contando un cuento por mandártelo, pero la verdad es que he estado fallando en eso de escribir. No me sale lo que yo quiero. Además, se me van por otro lado las ideas. Y todo, al final, se echa a perder”

Aunque su correspondencia no ofrece explicaciones mayores sobre el proceso creativo o las razones de la escritura de “Pedro Páramo”, obra cumbre de la literatura mexicana, es grato saber que en esa intimidad ya contaba con una cómplice que fue testigo de los inicios de aquel libro que originalmente iba a tener otro nombre.

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“Por otra parte, yo he estado estos días dedicado a permanecer un poco atrás de la puerta debido a lo que ya te conté, y no he hecho sino leer un poquito y querer escribir algo que no se ha podido, y que si lo llego a escribir se llamará: ‘Una estrella junto a la luna’”.

Hay quienes en sus interpretaciones intertextuales han encontrado similitudes entre “Susana San Juan” y Clara Aparicio, principalmente por el estilo del célebre jalisciense. El año pasado falleció Clara Aparicio, seguro ambos están en un pueblo mucho más luminoso que Comala.

“Desde que te conozco, hay un eco en cada rama que repite tu nombre; en las ramas altas, lejanas; en las ramas que están junto a nosotros, se oye”, con tal cariño, el escritor Juan Rulfo (1917-1986) se dirigía en una carta a Clara Aparicio, a quien conoció en 1943 en un café que ya no existe en Guadalajara y dos años después le propuso matrimonio.

El casorio tuvo que esperar hasta 1948. Durante ese tiempo Rulfo, que trabajaba como agente de migración en Guadalajara, le escribió poco más de 80 cartas, en la que, como la expresión de arriba, muestran la gran pasión de este escritor por aquella jovencita de apenas 15 años de edad.

Clara conservó las cartas que Juan le envió durante su noviazgo y años después de su muerte, las publicó en el libro “Aire de las colinas. Cartas a Clara”.

Por lo general, en las entrevistas, Juan Rulfo parece un tanto hermético, ensimismado y hasta tímido. Y al contrario, en estas misivas lo que podemos ver es a un hombre más abierto, que permite reconocer dos cosas: el ser humano tras el mito de la literatura y, otra cosa muy importante, el estilo escritural de Rulfo, siempre cercano al habla cotidiana.

“Junto a tu nombre el dolor es una cosa extraña. Es una cosa que nos mira y se va, como se va la sangre de una herida; como se va la muerte de la vida. Y la vida se llena con tu nombre: Clara, claridad esclarecida”, escribió Rulfo.

Sin embargo, no todo en las cartas es luz, también es posible encontrar momentos en los que Rulfo se muestra consternado por la vida.

“Pero yo, desde lo más hondo de mi más pobre y humilde condición, me digo siempre: Clara es la virtud que ha hecho de mí un hombre más amigo de las cosas humanas. Más amigo de la vida”, se lee en otra carta.

Estas preocupaciones también se extendían a su carrera literaria, según se ve en una carta posterior en la que el joven escritor, primero se muestra muy contento por haber publicado el hoy célebre cuento “Es que somos muy pobres” en la revista “América”, y luego, inseguro.

“Ahora que lo leí ya impreso no me gusta y es que realmente está muy mal escrito. No creas que te estoy contando un cuento por mandártelo, pero la verdad es que he estado fallando en eso de escribir. No me sale lo que yo quiero. Además, se me van por otro lado las ideas. Y todo, al final, se echa a perder”

Aunque su correspondencia no ofrece explicaciones mayores sobre el proceso creativo o las razones de la escritura de “Pedro Páramo”, obra cumbre de la literatura mexicana, es grato saber que en esa intimidad ya contaba con una cómplice que fue testigo de los inicios de aquel libro que originalmente iba a tener otro nombre.

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“Por otra parte, yo he estado estos días dedicado a permanecer un poco atrás de la puerta debido a lo que ya te conté, y no he hecho sino leer un poquito y querer escribir algo que no se ha podido, y que si lo llego a escribir se llamará: ‘Una estrella junto a la luna’”.

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