Torreón, Coahuila. - Para las nuevas generaciones, quizás es desconocido que en el Bosque Venustiano Carranza existió un zoológico en los años 90’s y fue un atractivo turístico concurrido porque además en este espacio público, había acceso a un área de albercas con un costo accesible. Para ello, Carlos Castañón, historiador y encargado del Archivo Municipal, nos comparte algunos datos interesantes sobre este importante espacio público de Torreón.
No es coincidencia que hoy en día en el Bosque Venustiano Carranza ya no exista aquel emblemático zoológico que muchos disfrutaron. Fue en específico en los años 80’s y 90’s cuando era el esplendor del principal pulmón de Torreón y uno de los espacios públicos más concurridos por los laguneros.
En la actualidad, al ingresar por la calle Juan Pablos, a un costado donde se ubican los tradicionales puestos de jugos, se pueden observar los juegos infantiles, un área donde se pueden ver réplicas de animales, como dinosaurios y otras especies, claro, todo como parte de lo que en el imaginario los niños pueden disfrutar y deducir cómo serían estos juegos infantiles en la vida real.
Era una verdadera tertulia familiar la escena que cada rincón del Bosque guardaba y escenificaba cada fin de semana. Cientos, miles de laguneros han disfrutado de las bondades de este “hermoso” espacio verde y público. Otro de los atractivos fue el área de las albercas, que constituyeron una opción atractiva y de un costo accesible para los laguneros que no tenían a su alcance asistir a los recreativos de alcurnia y categoría en Torreón. Los acceso llegaban a costar 5.00 pesos en algunas de sus áreas.
Siendo una dependencia del gobierno local, el Municipio ha desempeñado un papel importante y determinante, ya que siempre se han desarrollado eventos culturales e infantiles. Además, es preciso citar que en el Bosque se sitúa el Museo Regional de La Laguna, que éste a su vez pertenece a una dependencia del orden federal, al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
En el libro titulado “Entre el esplendor y el ocaso lagunero”, escrito por Javier Ramos Salas, se describe de manera puntual los porqué y cómo del nacimiento de uno de los espacios verdes y públicos de mayor trascendencia hasta hoy en nuestros días, el Bosque Venustiano Carranza.
ANTECEDENTE HISTÓRICO DEL BOSQUE VENUSTIANO CARRANZA
El Bosque Venustiano Carranza
Ya hemos apuntado en otra parte que en los años de 1901 y 1902 la compañía del Ferrocarril Coahuila y Pacífico adquirió del entonces propietario de la Hacienda del Torreón, Feliciano Cobián, una faja de terreno de 29.4 hectáreas, ubicado entre las vías del Ferrocarril Internacional y la calle Bravo, y entre la calzada Porfirio Díaz (Cuauhtémoc) y la calle 16. El predio estaba destinado a la estación del tren proveniente de Saltillo y la vecina Matamoros. Para fortuna de la ciudad y de los amantes de los árboles, la estación nuca se fincó. Cuando la nacionalización de los ferrocarriles, en 1936, todos los terrenos de las compañías ferrocarrileras pasaron a formar parte de la propiedad de Ferrocarriles Nacionales de México. Para entonces, ya no funcionaba el ferrocarril que conectaba Torreón con la capital del Estado, por lo que el terreno en cuestión estaba en desuso.
La primera idea de convertir ese terreno abandonado en parque recreativo surgió en 1932, cuando el gobierno estatal subarrendó el predio al ingeniero Modesto Ibarra García para que estableciera un parque y un vivero, “que vengan a resolver en gran parte el problema de reforestación tan necesario en Torreón”. Ibarra García propuso un anteproyecto de parque “…similar a los de las principales ciudades de EU que he tenido oportunidad de conocer, presentando una calzada transversal y otras diagonales, pero dominando una que pudiéramos llamar de circunvalación, que será utilizada para grandes paseos a pie, a caballo o en automóvil… Se dejan reservados dos grandes prados para juegos infantiles y otro más amplio donde se puede jugar beisbol, (instalar una) alberca, campos de tenis, basquetbol y voleibol. Se incluye un laguito, vestidor y terrazas.”
Sin embargo, el anteproyecto no se convirtió en realidad inmediata y no fue sino hasta 1939 cuando el ingeniero José González Calderón, agricultor, gerente de la Cámara Agrícola y presidente del Comité Pro Forestación de la Ciudad, volvió a insistir en aquella iniciativa de crear un gran parque público, pero ahora se la propuso directamente al ayuntamiento de Torreón. El inmenso predio seguía abandonado y cuando no servía para extraer tierra y fabricar adobes, se convertía en receptáculo de basura y escombro. La idea gustó, y casi de inmediato el Cabildo la aprobó y decidió solicitar al gobierno federal la donación del terreno para constituir el Bosque Venustiano Carranza.245 El proyecto se había concretado en 1941, porque ya entonces el Ayuntamiento pagaba el consumo del alumbrado del Bosque y en los estados financieros de la Junta de Mejoras Materiales de Torreón, para 1940, se consignaba una partida de gasto en la construcción de andadores, bardas y caminos. Pero los primeros trabajos los llevó a cabo el ingeniero González Calderón con el apoyo y cooperación de sus amigos agricultores, quienes aportaron la mano de obra “para rellenar los hoyos del terreno y plantar árboles.”
El 14 de febrero de 1942 se publicó en el Diario Oficial de la Federación el acuerdo que había tomado el presidente Ávila Camacho de “donar, de entre los predios que Ferrocarriles Nacionales de México tenía en la ciudad de Torreón, y que excedían a sus necesidades, un predio de 216 mil 46.84 metros cuadrados, en el cual la Junta de Mejoras Materiales de la mencionada ciudad y el gobierno del Estado de Coahuila, construyeron un parque denominado Bosque Venustiano Carranza, que se encuentra destinado al servicio público, en beneficio de los habitantes de la ciudad de Torreón, Coahuila”.
Como bien lo relatan todos los cronistas, el mérito por haber impulsado la creación y desarrollo del Bosque corresponde al ingeniero González Calderón, a quien sus amigos llamaban cariñosamente “Chepo”. De seguro a los costados de Chepo estuvieron presentes muchos otros laguneros que hicieron propio su anhelo y pusieron manos y dinero a la obra, cuya dimensión social y beneficios continúan siendo recibidos día con día por los miles de niños y adultos que pasean y ejercitan su cuerpo y su espíritu en el Bosque. El tamaño de aquel esfuerzo podemos aquilatarlo en dos medidas comparadas: la primera, la proporción de área verde que el Bosque llegó a representar respecto de la mancha urbana, en el año de 1941. La segunda, el tamaño que el día de hoy debería tener un nuevo Bosque para alcanzar al menos la proporción que en el año de 1941 tuvo el Venustiano Carranza.
Inicio de la construcción y plantación de árboles del Bosque Venustiano Carranza.
Pues bien, la superficie de la mancha urbana citadina en 1941 era aproximadamente de 440 hectáreas, y si el Bosque tenía 21.6, entonces representaba 5% de la mancha urbana. Hoy la mancha urbana compacta de la ciudad tiene una superficie de 12 mil hectáreas, lo que significa que para igualar el tamaño del sueño hecho realidad por Chepo, los torreonenses deberíamos construir uno o varios bosques de 600 hectáreas. Esa fue la dimensión del esfuerzo de quienes en 1941 se echaron a cuesta la tarea de edificar un nuevo parque público.
Torreón no sería la misma ciudad sin el Bosque Venustiano Carranza. Más allá de la oxigenación que produce en beneficio de la ciudad, ha sido tal su impacto positivo en la vida de los torreonenses, que es imposible concebirnos sin su presencia viva. El Bosque tiene la peculiaridad de unir a todos sus asiduos visitantes, de hacerlos sentir aliados unos de los otros. Al unirnos nos hace iguales y, por lo tanto, diluye las diferencias sociales o de cualquier otro tipo que fuera de él existen y muy a menudo se acentúan. Cada vez que entramos por las puertas del Bosque, nos queda la sensación de que es posible y deseable construir una ciudad más integrada y menos estratificada en función de ingresos o clases sociales, porque si el sentido de integración que genera vivir el Bosque se pudiera reproducir en todos los espacios públicos de la ciudad, sin duda seríamos una población con una fuerza comunitaria como pocas en México. Ojalá que tuviéramos más bosques como el Venustiano Carranza en Torreón. Es una obra de extraordinaria rentabilidad social, porque con pocos recursos produjo y sigue produciendo grandes resultados. Actualmente, con más recursos financieros disponibles, no hemos sido capaces de reproducir lo que en aquélla época dorada se logró. Es muy visible que el estado psicológico de la colectividad ha mermado.
FUENTE CONSULTADA: Archivo Municipal De Torreón
DIRECTOR: Carlos Castañón Cuadros
LIBRO: Entre el esplendor y el ocaso algodonero: Ensayo sobre el desarrollo urbano de Torreón
AUTOR: Javier Ramos Salas
DATOS
El Zoológico representó por decir entre otros atractivos, quizás el más divertido para todas las generaciones que crecieron entre los años de 1980 y 1990
NUMERALIA
1941
El Bosque Venustiano Carranza representaba el 5% de la mancha urbana de acuerdo a la extensión territorial que tenía, que fue de 21.6 hectáreas en aquel entonces