Durango no sólo es una tierra conocida por sus paisajes que han saltado a la pantalla, también es un lugar donde las leyendas, pasadas de generación en generación, tienen una labor importante en la sociedad duranguense. Una de las más recordadas en esta época es la llamada El Diablo en Semana Santa.
Cuenta la leyenda que en abril de 1990, durante un viernes santo, una inexplicable historia tuvo lugar en el Cyclons. Todo comienza cuando los jóvenes se daban cita en el lugar para pasar una noche de baile en compañía de sus compañeros, ahí una joven tendría una de sus peores experiencias.
La joven, de nombre Josefina, cumplía los 18 años por lo que decidió salir de su casa a pasar un buen momento bailando en una ‘disco’. Mientras disfrutaba de su velada, un joven apuesto y de traje la invitó a bailar al centro de la pista, cosa que Josefina aceptó.
A medida que bailaban, el joven se iba transformando en una extraña forma, sus pies pasaron a tener una forma de pata de gallo y pezuña de cabra. También comenzaba a emitir un fuerte olor a azufre y llegó un momento en el que nadie podía pronunciar ninguna palabra ni pode moverse de un lugar.
Fue tanto el baile que Josefina junto con el hombre, empezaron a levantarse hasta casi llegar al techo del salón, cuando de repente se escuchó un ¡Ave María Purísima! y en ese preciso momento se apagó la luz quedando en tinieblas el recinto.
Segundos después, la luz regresó y la chica se encontraba inconsciente en el suelo, su vestido estaba quemado y se podía ver una mano estampada en su espalda. La seguridad del lugar buscó y buscó al hombre si lograr encontrarlo en el recinto, por lo que dieron aviso a las corporaciones de seguridad municipal.
Los policías iniciaron la búsqueda del bailarín, quien aseguran iba a bordo de una camioneta. Pudieron acorralarlo en dos ocasiones, pero este desaparecía como por arte de magia. La persecución duró unos minutos y tuvo fin en la puerta central del Panteón de Oriente, donde aseguran que entro la camioneta y se difuminó dentro del camposanto por lo que a pesar de la búsqueda no se logró obtener rastro de él.
La noticia se extendió por todo el estado, quienes fueron testigos del evento decidieron no dar más detalles para no recordar lo sucedido aquel viernes santo. Por su parte, la familia de Josefina huyo de la ciudad al día siguiente sin dejar ningún rastro.
Actualmente, el antro se encuentra en total abandono y en ruinas, aunque muchos aseguran que existe algo malo en su interior pues al pasar por afuera del lugar todavía se puede escuchar la risa del sujeto que hasta la fecha se desconoce qué era.