La tradición oral rarámuri, aunque desconocida para la mayoría de la gente, es muy rica y original. Se trata de una cosmovisión que abunda en seres misteriosos y maravillosos. Pero pocos resultan tan inquietantes como las “piedras hambrientas”, monstruos idénticos a las piedras comunes, pero con dientes ocultos, capaces de dañar a la gente.
De acuerdo a los decires rarámuri, que recoge el galardonado libro “Anirúame. Historias de los tarahumaras de los tiempos antiguos”, de Enrique Servín, “las piedras hambrientas” son un tipo de monstruo disfrazado de una piedra común, que esconde un terrible secreto: Es capaz de devorar las almas de la gente.
Estas piedras malignas pueden estar escondidas en cualquier parte, ya sea al interior de las viviendas, o en el campo o en las cuevas. Y la gente podría estar conviviendo con ellas sin darse cuenta. Mientras esos pequeños monstruos le roban su salud, bienestar e incluso pueden causarle la muerte.
Según una concepción rarámuri del ser humano, tenemos diversas almas (arewá) en nuestro cuerpo. Los hombres tres y las mujeres cuatro. Y la estabilidad y la permanencia de estas almas en nuestro cuerpo determinan nuestra salud. Por ejemplo, un fuerte susto puede provocar que una de nuestras almas escape, lo cual nos dejaría débiles o enfermos.
Lo que estás piedras monstruosas harían sería comerse las almas de la gente ocasionándole malestar y enfermedades.
“Hay malas piedras en las casas y en los cerros, están escondidas en el campo; dicen que esas piedras son las que enferman a los rarámuri, porque por fuera son como cualquier otra, pero por dentro tienen dientes, como los animales”. Nos dice el texto recopilado por el maestro Servín.
La intervención de un curandero
De acuerdo al relato, los mismos rarámuri ignoraban la existencia de estos pequeños monstruos. Hasta que comenzaron a enfermar y a morir de manera inexplicable. Entonces pidieron la ayuda de un curandero.
Este se ofreció a soñar para solucionar el problema. Ya que para los rarámuri los sueños nos hablan de nuestro mundo espiritual, y esconden secretos que una persona bien instruida en la sabiduría de los sueños puede desentrañar.
Tras haberlo investigado en sus sueños, el curandero encontró tres piedras en puntos diferentes. Y le recomendó a los rarámuri preparar tesgüino (un tipo de cerveza de maíz) y tónari (un platillo hecho de diversas carnes) para reunir mucha gente que ayudara a capturar a las piedras, por si se transformaban en pájaros, mariposas u otro animal e intentaban huir.
Estas piedras siniestras son parte de la vasta mitología rarámuri que, incluso compartiendo el estado de Chihuahua con ellos, la población mestiza suele ignorar. Si quieres conocer más sobre este tema y muchas otras historias fantásticas, te recomendamos “Anirúame. Historias de los tarahumaras de los tiempos antiguos”, de Enrique Servín, un libro de fácil lectura, que abre la puerta a la cosmovisión del pueblo originario más numeroso de Chihuahua.
Publicado originalmente en El Heraldo de Chihuahua