Gómez Palacio, Durango. – La pandemia no solo vino a colapsar al mundo en el terreno económico, trajo muerte y desolación a millones de familias. En la víspera del Día de Muertos en México, padres, esposas, hijos, hermanos y demás, recordarán a sus difuntos de la manera más ancestral que existe en sus altares del próximo 2 de noviembre.
Miguel Ángel Solís Maldonado, Licenciado en Administración de Empresas, así como periodista y fotógrafo de oficio; era hijo de doña Francisca Maldonado Guerrero y padre de Julia Escarleth Solís Delgado; ambas mujeres se quedaron con el vacío en sus almas por esta irreparable pérdida a consecuencia del Covid-19.
Su hija Julia, recuerda a su padre como un hombre con carácter fuerte, pero lleno de amor para ella. “Era una persona temperamental, muy fuerte, pero también muy amable; le importaba mucho cómo se sentían las personas cuando eran sus amigos; como era su hija más chica, se preocupaba mucho por mí, por cómo iba en la escuela, cómo era mi relación con mis amigos, pero en especial con mi mamá. Siento que se preocupaba por nosotras, por su familia en general”.
“Los recuerdos que más me gustan con él son cuando era niña, porque le gustaba mucho la nieve de pistache como a mí; cuando teníamos ganas de ‘chuchuluquear’ decíamos, vamos por una nieve, y nos íbamos a caminar a algún parque o a algún lado y en esos momentos era cuando empezaban las pláticas más íntimas, de saber cómo has estado, cómo te ha ido.”
“En mi casa el altar se inició por propuesta de él; mi papá creía que era una forma de acercarse a la gente que ya se ha ido; él siempre en broma con mi madre y nos comentaba que para cuando te mueras vengas a visitarnos el 2 de noviembre, vamos a poner sus fotos y el día de los difuntos vienes y convives con nosotros, le decía a mi mamá como diciendo que ella se iba a ir primero que él.
Julia no imaginaría que su padre sería parte de las estadísticas esta maldita pandemia, “Que nos truncó y echó por tierra todos los planes que teníamos juntos. De hecho, el fallece un 19 de julio del 2020 y para ese mismo año él fue parte del altar; entonces lo que era una broma de, -te vas a morir tu primero- resultó que no fue así y, pues te sientes triste, impotente, confundida, sin respuestas. Te llega un sentimiento triste de decir, hace unos meses estabas aquí, ahora ya no. A veces pienso que no se ha ido, porque yo no tuve la oportunidad de despedirme de él, de llorarle a un cuerpo, como a otros difuntos que ya se fueron en mi familia. Simplemente un día salió al hospital y ya no lo volví a ver”.
“Cada año en mi casa se pone un altar, ya hay una lista grande de difuntos en mi familia; mi padre desde el año pasado forma parte de los que ya no están, pero que conmemoramos con un pequeño altar de Muertos; a él le gustaban mucho las carnitas y los chicharrones, de hecho, aprendió a hacerlas por ese simple hecho de que a él le gustaba consumirlas, compró su caso, su pala para hacer sus chicharrones porque a él le encantaban las carnitas”.
Mi mamá, además de ponerle carnitas y chicharrones, prepara algunos guisos que a él le gustaban. Y los acompañamos con cervezas y tequilas, sus bebidas favoritas en vida, ponemos algunas prendas de vestir de él, así como un micrófono de radio, pues él y mi mamá hacían un programa juntos.
ANÉCDOTAS
“Cuando yo tenía 12 años se inauguró la primera pista de hielo en Torreón y yo quería ir, pero a mi papá no le gustaba, decía que era muy peligroso; al final decidió acompañarnos y aceptó meterse. Patinó como si supiera, dio dos vueltas a la pista, pero cuando estaba por salir se resbaló y se cayó. Se enojó mucho, porque dijo que nos pudimos lastimar, pero al aceptó que me gustó y al final nos fuimos a comer mi comida favorita y le dijimos que se divirtiera, que dejará los enojos de lado.”
Miguel Ángel fue un personaje muy versátil, además de maestro de matemáticas en el CONALEP de Gómez Palacio, también fue periodista, Director de Comunicación Social y en sus inicios, fotógrafo, donde también dejó huella.
Algunos los recuerdan como Miguel Ángel “mala suerte”, pues en sus coberturas como fotógrafo, en una ocasión se cayó de un globo aerostático, donde por fortuna no le pasó nada. Pero hay otra, que fue muy chusca, recuerda su colega y amigo Julián Parra.
Fue un pleito que mantuvo un buen tiempo con la mamá de un chanate. Sus amigos recuerdan que, en sus inicios como fotógrafo, a la edad de 17 años, cerca del periódico donde laboraba tenía que cruzar un par de camellones laterales, pero al llegar a la Cuauhtémoc, por el bulevar Independencia, es decir, en Cuatro Caminos, la vía se reconvertía a un solo camellón central, que era ancho. Eran las 7:00 de la tarde de aquél día y la raza del periódico empezó a salir por la puerta principal –la misma para todos, entonces no había una puerta para los empleados y otra para los jefes, todos entraban y salíamos por la misma-, y como otros más, cada día cruzaba al otro lado del bulevar para tomar el ‘San Julián’ que lo dejaba en la Acuña, para transbordar en un camión de la ruta Torreón-Gómez-Lerdo.
Pero al llegar al camellón central, bajo la sombra de aquellos frondosos árboles que hoy sólo existen en el recuerdo, se dio cuenta que un polluelo había caído de su nido, y sensible como siempre fue, dejó a un lado su mochila, tomó con cuidado al pajarillo entre sus manos y trepó al árbol para regresarlo a su nido, con tan mala suerte que justo en el momento que lo depositaba, llegó la madre y se le fue encima a picotazos, creyendo seguramente no lo había salvado, sino que pretendías robarlo o hacerle daño, y tuvo que huir corriendo para evadir el ataque de la violenta y agresiva madre.
Pero el pleito no terminó ese día, sino que se prolongó durante muchos días, no sé sabe cuántos, pero lo que sí, es que desde ese día su ‘enemiga’, con puntualidad inglesa, todos los días unos pocos instantes antes de las 7:00 de la tarde, se posaba retadora en una de las ramas que le permitían mirar de frente la puerta principal del Diario donde laboraba, y esperaba paciente su salida; y apenas lo veía traspasar la puerta, sin siquiera darle tiempo de bajar el primero de los al menos una docena de escalones, emprendía su ataque a picotazos.
De nada te valió que saliera ‘cobijado’ en medio de varios, ella lo te tenía bien identificado y los ataque se sucedieron un día tras otro, incluso un día que para tratar de despistarla uso gorra y grandes lentes oscuros.
El pleito terminó, no porque hubieran hecho las paces, no porque hubieran fumado la pipa de la paz, terminó cuando la mamá chanate desapareció de los árboles del camellón del Independencia. Entonces, y sólo entonces, lo dejó en paz y terminó la pesadilla ‘pajarraca’.
SUS RESTOS
En el atrio principal de la Parroquia de Cristo Rey, en la colonia Trincheras de Gómez Palacio, doña Francisca Maldonado Guerrero visitó el nicho donde están depositadas las cenizas de su hijo, Miguel Ángel Solís, ella recuerda a su querido ‘Angelito’ muy cariñoso y detallista con ella.
Aunque la coraza de la fortaleza se note fuerte a simple vista, doña Francisca Maldonado admite que, si bien todos los días sus hijos la van a visitar en las tardes, le hace falte su ‘Angelito’.
“Lo recuerdo muy hermoso, nos íbamos a pasear cada 8 días, unas semanas antes de que partiera con el padre bueno, fuimos al río allá por La Loma, a un paraje donde había mucha agua ‘enzoquetada’ y me dice, <<mire madre, que bonita está el agua, métase mamá>>; le dije no ‘mijo’ te vas a enfermar, al final nos metimos y así anduvimos todo el día con los pies mojados, yo a veces pienso que de ahí se enfermó”.
“Me hace falte mijo, a él le gustaban los chicharrones, el queso, le gustaban muchas cosas, iba a la casa conmigo y me decía, mamá ‘onta’ el queso, y le decía ahí está en el ‘refri’ mijo. Lo extraño mucho”, y se le entrecorta la voz al recordarlo.
Doña Francisca ya no tuvo oportunidad de despedirse de Miguel Ángel Solís; lo único que conserva de él son las cenizas de su amado ‘Angelito’, donde espera acompañarlo cuando el señor la llame a su lado.
MIGUEL ÁNGEL SOLIS
El que se fue. ¡Era un gran hombre! Con aciertos y errores. Amante de la vida, de lo natural, de los ríos y de los fenómenos extraños que la madre tierra nos pone a su alcance. Inteligente desde niño con las habilidades que sólo los “zurdos” tienen y que lo llevó a ser siempre un alumno de excelencia.
Siempre fue subestimado, pues se dudaba de su capacidad, pero con su desempeño y carácter recio demostró sin problema que podía con el puesto de catedrático de matemáticas, en las especialidades de álgebra, aritmética y geometría analítica, así como filosofía, economía y hasta física en el Centro Mexicano Francés del Conalep de Gómez Palacio, donde fue docente desde el 2004 hasta su partida.
Fue Jefe del Departamento de Comunicación Social en la Facultad de Contaduría y Administración de la Universidad Autónoma de Coahuila desde el año 1996, área que fundó de la mano de Marcela Delgado González, a quien amó hasta el último día de su vida.
Él estuvo en ese puesto hasta el año 2014, para ser Jefe del Departamento de Comunicación Social de la Coordinación de la Unidad Torreón de la UA de C. En la coordinación fundó el Programa Radiofónico “Contacto Universitario” de Radio Universidad en la frecuencia modulada 89.5.
Fue un reportero nato con una habilidad en la escritura en cualquier género. Trabajó en medios escritos como Noticias del Sol de La Laguna y La Opinión. Además de colaborador en Organización Radiofónica de La Laguna, hoy Radiorama. Y fue fundador junto con Marcela Delgado, de la Revista Semblanza Digital en el año 2010.
Siempre tuvo el espíritu inquieto, estudió la Licenciatura en Administración de Empresas en la FCA de 1996 a 2002. Creyó siempre en la educación pública, pues dijo, “ahí recibí toda mi formación y no necesité ir a una escuela privada para tener todos los conocimientos que me han dado formación para ser un buen hombre”.
Estudio en el bachillerato en el Instituto Tecnológico de La Laguna de 1982 a 1986. La Secundaria la hizo en la EST No. 54 y la primaria en la Escuela Lic. Benito Juárez.
Fue muy hábil en el manejo de campañas políticas, con senadores, diputaciones federales y locales y alcaldías.
Siempre sostuvo su deseo de ser astronauta… sin embargo las limitaciones económicas no le permitieron llegar a la NASA. Pero si cruzó por la Facultad de Contaduría y Administración donde terminó la carrera de Licenciatura en Administración de Empresas. En su alma mater, en el 2019, sin ninguna palanca, pasó el examen de admisión en la Facultad de Derecho, donde cursó sin problema un semestre, pero su espíritu nómada, le hizo hacer una pausa para irse a trabajar a Lerdo como Director de Comunicación Social.
En su mente llevaba bien tatuadas las palabras de su padre don Cristino Solís Vázquez (f), a quien siempre recordó con cariño porque decía que “El mundo es de los audaces” … y así vivió hasta que se fue a otro plano terrenal, donde seguramente se sentará a escribir las andanzas y extravíos como los de la familia Buendía allá en Macondo, en el libro del maestro Gabriel García Márquez en ‘Cien años de Soledad’ y que fue uno de sus favoritos pues fue un gran amante de la lectura.
DATO
Miguel Ángel Solís Maldonado perdió la batalla a consecuencia del Covid-19 el 19 julio de 2020