Un total de 245 objetos, entre ellos 138 metálicos y 50 óseos se han intervenido en la Tumba 7 de Monte Albán, Oxaca, entre las que destaca la conservación de 70 collares, sartales y pulseras, elaborados con más de seis mil cuentas de oro, plata, azabache, concha, cristal de roca, piedra verde, turquesa, perlas y ámbar, dentro del proyecto de conservación-restauración en la zona, a cargo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Sara Eugenia Fernández Mendiola, responsable de esta iniciativa de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC) del INAH, advierte que los expertos en la conservación del patrimonio actúan no sólo para estabilizar y contribuir a la permanencia de la dimensión cultural de las piezas arqueológicas, sino en la optimización de las condiciones ambientales del entorno en que se resguardan o exhiben.
En declaraciones difundidas por la Secretaría de Cultura con motivo del Día Internacional del Conservador Restaurador, que se conmemora cada 27 de enero, la experta señala que el trabao en la Tumba 7 tiene el objetivo “de colaborar en la transmisión de las ideas contenidas en estas antiguas obras de arte, que nos sirven para aproximarnos a la historia y reactivar la memoria en tiempos de cambio como los que experimentamos”.
Las piezas intervenidas hasta ahora, se exhiben en la sala El lugar de los ancestros, del Museo de las Culturas de Oaxaca.
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La Tumba 7 data de hace casi 700 años, ya que gran parte de este tesoro fue colocado en las primeras décadas del siglo XIV d.C., como ofrenda de gratitud y pedimento de buena fortuna, y los trabajos de conservación que cumplen una década, permiten a los visitantes apreciar varias de sus piezas. “La ofrenda de la Tumba 7 es ejemplo de cómo los humanos atesoramos objetos de los que emergen recuerdos, por ello, la memoria es siempre social, es cultura”, concluye la experta.