Mientras sostiene el capote, dentro de un solitario Coliseo Centenario, un amigo lo ayuda con su entrenamiento. Para Arturo Gilio Quintero, este recinto representa su segundo hogar, su vida, ya que ahí desde muy niño tuvo las primeras experiencias en lo que años más tarde se convertiría en una gran pasión que lo llevó a forjar sus principales cualidades como la disciplina, respeto y amor a la profesión: la Tauromaquia.
“Mi primera experiencia fue en el Coliseo. Tenía 10 años y estaba la Escuela Taurina. Echaron algunos novillos y con un becerrito, recuerdo, que mi papá me dijo que si quería torear. Fue un problema con mi mamá porque no quería que lo hiciera y yo estuve fatal, me la pasé corriendo pero nunca había tenido esa sensación con ninguna otra cosa”, cuenta el novillero de 21 años de edad nacido en la ciudad de Torreón, Coahuila, un 6 de marzo del año 2000.
Tras lo anterior, pero ahora desde una de las butacas con vista al escenario, Gilio comenzó a platicar sobre sus inicios a los 13 años de edad destacando que de niño acompañaba a su papá Arturo Gilio Hamdan, matador en retiro y empresario, a las ganaderías y corridas, algo que significó una fuente de inspiración pues detalló que a pesar de no verlo torear, sí buscaba videos de él. Por lo que al poco tiempo ingresó a la Escuela Taurina para comenzar con la etapa de preparación bajo las órdenes de Rafael Cortés, su primer maestro.
“Soy un agradecido y afortunado de tener a un matador de toros en casa. Siento mucha responsabilidad. Al principio se podía creer que yo tenía esas oportunidades gracias a él y que solo era un ‘pasatiempo de niño’. Pero no, es una profesión que me tomo con mucho respeto. Sí hay presión, mi mamá Liliana Quintero Pamanes lo vivió con mi papá y él sabe el proceso que estoy viviendo. Afortunadamente, siempre me han apoyado en todas mis decisiones No es fácil, porque estoy arriesgando mi vida, pero ellos han dejado todo por verme feliz”.
Así pues, con el objetivo de buscar más oportunidades, Arturo decidió emprender un vuelo hacía la que considera como “la capital del toreo”: España. Con tan solo 15 años de edad y el respaldo de sus padres, optó por empezar una nueva etapa dentro de su profesión en el país europeo dejando las comodidades a un lado para adaptarse a un lugar completamente desconocido, pero que sin duda le dejaría muchas enseñanzas.
“Fue una etapa muy bonita pero dura. Es un país que no conocía, con otras costumbres. La profesión se vive distinta, pero sabía que si quería ser torero tenía que estar allá porque hay más oportunidades, festejos, ganaderías, se vive todo el día. Está es, se podría decir, la capital del toreo. Tuve la suerte de llegar con una familia mexicana, se fueron a vivir allá y eso me ayudó. Incluso dejé los estudios. Terminé segundo de preparatoria y ya no acabé. Aunque hay tiempo para todo, esta es una profesión que exige tiempo completo”.
Vale la pena mencionar que el novillero lagunero explicó lo que le costó adaptarse al toro de España, pues a comparación del mexicano que es más templado, éste tiene más movimientos. Así como también, si de públicos se habla, el del país azteca es “más aficionado” a comparación de la seriedad que demuestran los españoles para poco a poco ir entrando en la faena.
Si bien, Gilio también reconoció ser una persona un tanto impaciente y explosiva, resaltó que a esta profesión le agradece el haber podido madurar a muy temprana edad debido a lo demandante que puede llegar a ser: “El toro te pide siempre pensar en esto. No soy alguien que se prive de salir con sus amigos, a comer o alguna otra cosa, pero si tienes que estar preparado. Te juegas la vida. No me afecta porque es lo que yo quiero hacer, no es un sacrificio”.
SUPERSTICIÓN VS PREPARACIÓN
Poner la montera en la cama o evitar el color amarillo. Estas, son algunas de las supersticiones más escuchadas en el arte de torear que, si bien son solo decires, terminan adoptadas con la finalidad de que todo salga bien en el ruedo mientras se juegan la vida. Sin embargo, a palabras de Arturo Gilio, esto no influye en su carrera ya que la mejor manera de prepararse es entrenando cuerpo y mente y, sobre todo, estar siempre pensando en la profesión.
“No tengo supersticiones. Sí me gusta, cuando me empiezo a cambiar, ponerme las mallas, luego las medias, a lo mejor alguna manía de salir con el pie derecho de la habitación, del carro a la plaza, pero no lo siento como un ritual. Mentalmente te preparas entrenando, si estás siempre pensando en la profesión es la mejor manera. Viendo toreros, corridas, tentaderos, encastes, los tipos de razas, leyendo, empaparte de lo que es esta profesión”.
PLAZA MÉXICO, UN SUEÑO POR CUMPLIR
A pesar de recalcar que más allá de plantearse objetivos a largo plazo lo más importante es ir día a día, Arturo Gilio no dudo en expresar su ilusión por convertirse en matador. Así pues, espera que este 2022 sea el último año de novillero, en el cual ya tiene agendadas varias presentaciones, entre ellas una en la Plaza México, la más grande del mundo, un sueño que ha perseguido toda la vida: “Me enfoco en eso. Cuando uno se ve acartelado en La México se vienen muchas cosas a la cabeza”.
Con disciplina y vocación se logran muchas cosas. Faena concluida.