El 10 de octubre de 1942, el equipo Unión Laguna se coronaría campeón de La Liga Mexicana de Béisbol, figuras como Martín Dihigo o Jesús “Chanquilón” Díaz levantarían el trofeo en la ciudad de Puebla para traerlo a Torreón. Años después, esa misma copa, estaría posada sobre un ropero antiguo de la familia Anaya Llamas.
Y es que Soledad Llamas de Anaya era una gran aficionada que asistió durante muchos años al Estadio Revolución, el más antiguo de México inaugurado el 15 de septiembre de 1932.
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“Recuerdo que una vez llegó con mi papá uno de sus trabajadores y le dijo: Mira se encontraron en un basurero esta copa del Unión Laguna; como él tenía recicladoras la restauró y se la llevó a casa”, recuerda Guillermo Anaya, hijo del matrimonio formado por Soledad y Ricardo Anaya.
La copa estaba abollada. Este trabajador la recogió para llevársela a don Ricardo al saber de la afición de su esposa. Ya en casa la colocaron sobre un ropero antiguo que tenían en su recámara, donde también estaban las pelotas que coleccionaba.
Soledad Llamas tuvo 10 hijos. Guillermo Anaya la recuerda como una madre exigente, firme; también cariñosa, optimista y siempre muy alegre. Les inculcó la tradición de ir al estadio Revolución para apoyar a Los Algodoneros, la siguió con sus nietos; tuvo 25 y algunos la acompañaban a los encuentros, incluso en el año 2022 todavía fue en compañía de uno de los hijos de Guillermo.
Durante su juventud, cuando no podía acudir al estadio se mantenía al tanto de la transmisión de radio. Y hasta poco antes de morir (el pasado domingo 13 de agosto), lo disfrutaba por televisión, porque a sus 90 años de edad ya tenía dificultades para caminar.
Su fiel compañero en esta aventura algodonera, fue su esposo, con quien tuvo un matrimonio de 70 años, hasta el 1 de abril de 2022 cuando a los 96 años perdió la vida.
“Siempre se sentaba atrás del Home porque decía que de ahí se podía ver todo; era llegar muy temprano al estadio para siempre sentarnos en el mismo lugar e irnos hasta que terminara el juego aunque se extendiera, aunque tuviéramos clases al día siguiente, incluso mi mamá en ocasiones se quedaba a saludar a los jugadores y a que le firmaran sus pelotas”, comentó Guillermo.
Encima del ropero guardaba sus pelotas, todas estaban autografiadas por jugadores; desde joven era identificada por ellos, también por el cuerpo técnico, directivos y aficionados del equipo; llegaba al Revolución y todos la saludaban con gusto.
“Yo me acuerdo desde muy chiquillo nos llevaba al estadio, como éramos muchos no podíamos ir todos juntos, pero siempre llevaba a algunos de nosotros. Teníamos que sortearnos a veces para saber quién iría o de plano quien no se portara bien era el que se tenía que quedar en casa, y cuando no iba mi papá ella se iba manejando con todos los chiquillos atrás”.
Rescató la copa entre la basura
Martín Dihigo estaba a punto de retirarse, era manager, pitcher y llegó a jugar las nueve posiciones del diamante. El lagunero Jesús “Chanquilón” Díaz fue nombrado novato del año 1942.
Soledad Llamas tuvo la copa que ellos levantaron por un tiempo, era coleccionista de todo tipo de artículos referentes al Unión Laguna, tenía libros sobre béisbol y durante los encuentros hacía sus anotaciones como toda una experta, así lo aseguró el cronista deportivo Martín Infante de la Riva, quien la conoció no sólo por los juegos de Algodoneros, sino que tuvo una amistad con la familia, especialmente con su hijo Guillermo (Ex Alcalde de Torreón).
“Un día estuve en una cena cuando Memo estaba por lanzarse como candidato a la presidencia de Torreón en el 2002 y fue precisamente en casa de doña Chole; yo ya la conocía pero no sabía que era su mamá. Durante esa cena comenzamos a platicar de béisbol y fue cuando él (Guillermo) me dijo: Pues mi mamá tiene la copa del campeonato de 1950 (sic); no lo podía creer, así que me llevaron al cuarto a verla y si era”.
Hay versiones que afirman que la copa fue encontrada en una casa de empeño, pero tanto el cronista como la familia, aseguran que fue encontrada entre residuos por trabajadores de las recicladoras de don Ricardo, por lo que ambas partes consideran que pudo ser robada y desechada al comprobar que carecía de valor monetario; lo que no sabían era que tenía gran valor sentimental e histórico para un equipo y su afición.
Martín en una reunión le comentó a Soledad que al ser dos los campeonatos que el equipo había ganado (1942 y 1950), la copa debería tenerla el club en sus oficinas. Tiempo después se realizó otra convivencia donde estuvo presente Javier Cavazos, presidente en turno del equipo y en ésta se acordó realizar la entrega del trofeo.
“Se hizo una ceremonia especial para que la familia hiciera entrega al club y todavía hace poco tiempo yo la vi ahí en las oficinas; todavía la conservan y bien resguardada”, dijo el cronista quien estuvo en las filas del club de 1989 al 2018.
Iniciaba el nuevo milenio cuando la franquicia fue vendida y quedó bajo el mando de Ricardo Martín Bringas y José Antonio Mansur Beltrán, convirtiéndose en Vaqueros Laguna, equipo que posteriormente rindió homenaje a Soledad Llamas, quien tuvo oportunidad de hacer el lance de la primera bola en un partido, acompañada de su familia.
“La señora aunque fuera al béisbol siempre iba bien vestida, arreglada, era muy guapa, una persona muy elegante y con buen sentido del humor”.
La ‘algodonera’ dejó un legado al deporte
La copa estuvo en casa de la familia Anaya Llamas por 18 años; fue encontrada en 1985 y devuelta al club en la temporada 2003, cuando ya la Cervecería Cuauhtémoc Moctezuma había vendido el equipo a grupo Soriana, de la familia Martín Bringas, y se había convertido a Vaqueros Laguna. El presidente en ese entonces era Carlos Gómez del Campo.
La copa se encuentra en exhibición dentro de la Galería del Deporte Lagunero del municipio de Torreón, informó su administrador Raúl Zugasti Reyes.
Javier Cavazos Gómez, presidente del club antes de la era Vaqueros Laguna, fue amigo cercano de la familia Anaya Llamas y recuerda que vio la copa en la casa de la familia en la década de los 90. Concluyó su periodo como directivo en el año 2002, cuando aún no se hacía la entrega del trofeo al equipo.
"Creo que lo importante es que se haya recuperado y fue una suceso muy extraño cómo lo encontraron, pero también un muy buen gesto de la señora Llamas haberlo devuelto a la institución. Ahora, me parece muy importante que también el municipio de Torreón lo tenga en resguardo y en su galería, ya que sin duda es un emblema del Unión Laguna, tiene mucho valor histórico para la institución y los aficionados", comentó.
La copa del campeonato de 1942 fue cedida por la señora Soledad Llamas, mientras que la del campeonato de 1950 no se sabe nada.