Desde la histórica hacienda del Coyote, ubicada en Matamoros, se llevó a cabo la planeación de la ciudad de Torreón por parte de Andrés Eppen, según señaló Francisco Meraz Alcocer, cronista del ejido Coyote. Eppen, quien vivía en el casco de la hacienda y luego tuvo su casa particular en el mismo lugar, impulsó el primer plano urbano de Torreón desde allí.
La visión de Eppen, según Carlos Castañón Cuadros, historiador y director del Archivo Municipal, fue cosmopolita y sumamente social. Imaginó a Torreón con espacios emblemáticos como la Plaza de Armas, la Iglesia de Guadalupe y el Mercado Juárez, cediendo simbólicamente terrenos para su construcción.
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Los terrenos de Torreón eran propiedad del matrimonio conformado por Leonardo de Zuloaga y Luisa Ibarra, aunque Zuloaga había fallecido 19 años atrás. Para pagar las deudas, Luisa Ibarra vendió gradualmente los ranchos que tenían, y Eppen, como representante comercial de la empresa Rapp Sommer, adquirió una parte de ellos.
Federico Wulff, encargado de obras hidráulicas y de agricultura en la región, recibió el encargo de Eppen de trazar lo que hoy conocemos como el primer cuadro de Torreón. En ese momento, Torreón era solo un terreno con mezquites y la estación del ferrocarril, pero desde su casa, Eppen imaginó que podría convertirse en toda una ciudad.
Aunque no existe un decreto oficial que respalde la historia de Coyote como el lugar donde se creó el rancho, Meraz Alcocer destacó que Eppen llegó a Coyote para administrar las haciendas y complementó y dio un impulso mayor a la hacienda existente.
La hacienda del Coyote ha tenido diversos usos a lo largo del tiempo. Fue el edificio original de la hacienda del Fénix, luego se convirtió en clínica y centro de salud. Posteriormente, albergó la escuela Óscar Flores Tapia y más tarde se utilizó como maquila. En la actualidad, tres aulas se utilizan como escuela inicial y hay un salón para reuniones de las damas voluntarias de Cáritas, además de una biblioteca pública.
La casa de la hacienda, que originalmente tenía dos pisos, hoy solo conserva uno. Se sostiene en gruesas columnas de adobe y en su interior se puede observar una torre en estado de deterioro, habitada por decenas de palomas. La base de la torre es de adobe, mientras que la parte superior es de ladrillo, y cuenta con una escalera de caracol cuyos escalones de madera están incrustados en las paredes de adobe.
En cuanto al origen del nombre "Coyote", existen varias versiones. Una de ellas se refiere a la forma en que el sol crea una sombra que dibuja las orejas de un coyote frente al cerro. Otra versión cuenta que los trabajadores colgaron el cuerpo de un coyote en un mezquite como punto de referencia. La tercera versión, respaldada por las investigaciones de Meraz, sugiere que el nombre está relacionado con las castas de los indios que vivían en Parras, donde los laguneros irritilas tenían una casta llamada "coyote".
El legado de Eppen en Torreón es innegable. La Iglesia de Coyote, construida por él en 1896, es un testimonio tangible de su visión. La iglesia cuenta con una construcción de ladrillo y un magnífico techo de madera con vigas originales. Además, en la parte trasera se encuentra una torre baja de más de 100 años. La iglesia presenta estructuras similares a torreones, columnas de ladrillo, vitrales y columnas de cantera.
Andrés Eppen Ascherbornn falleció en Torreón en 1909, dos años después de que su visión se hiciera realidad y la ciudad comenzara a desarrollarse rápidamente. A pesar de los actos vandálicos que ha sufrido, su mausoleo en el panteón de Coyote, frente a la sierra de San Lorenzo y Solís, aún se mantiene en pie. Sin embargo, el vandalismo ha dejado sus huellas, con criptas abiertas, suciedad de palomas y vidrios rotos.
Aunque se sabe poco sobre los restos de Eppen, algunos afirman que fueron trasladados a Torreón, mientras que otros sugieren que desaparecieron. Su legado es palpable en la ciudad que imaginó: Torreón cuenta con el Banco Chino, la Alameda, el Mercado Juárez y la Plaza de Armas, y la Iglesia de Guadalupe ya estaba en construcción en el momento de su fallecimiento. Eppen puede estar orgulloso de haber visto su sueño hecho realidad.
La hacienda San Antonio del Coyote, fundada y propiedad de Andrés Eppen, abarcaba alrededor de dos mil 500 hectáreas y se dedicaba principalmente al cultivo del algodón, debido a su alta demanda en la elaboración de telas. Con la expropiación en la época de Lázaro Cárdenas, la hacienda se dividió en cuatro pequeñas propiedades y el resto de las tierras se entregó a los ejidatarios, dando origen a los ejidos El Coyote, Buen Abrigo, El Fénix y Los Ángeles. Además, Eppen comenzó la construcción de la presa y el canal del Coyote para el riego de tierras, con una capacidad de 67.7 m³/segundo.