Barsobas, el fantasma de la mirada triste en Monclova

Te contamos la historia de Barsobas, el fantasma de la mirada triste de Monclova.

Fernando Escobar | El Sol de La Laguna

  · lunes 12 de diciembre de 2022

Te contamos la historia de Barsobas, el fantasma de la mirada triste de Monclova. / Foto Pexels

Entre las ventanas de la Casa de las Artes, en el centro de Monclova, testigos aseguran que puede verse la figura de un fantasma que refleja una mirada llena de tristeza. Te contamos la historia de Barsobas, el fantasma de la mirada triste de Monclova.

Las blancas paredes y el piso de cantera albergan el alma en pena de Barsobas. Fue durante la década de los 80 que un joven solitario vagaba por las calles de la ciudad preguntándose sobre la existencia y características del infierno. Olvidado por su familia, un día, cuando la casona dejó de ser un tutelar de menores, Barsobas tomó posesión del sitio donde cuentan los residentes que sigue sin encontrar la paz.

Como a muchas personas le sucede, las drogas fueron su escape de la realidad, así como su fin. En el segundo piso del lugar convivía con amigos, quienes comenzaron una pelea donde él se llevó la peor parte.

Luego de recibir varios golpes intentó huir, pero los relatos apuntan a que ni siquiera terminó de bajar las escaleras. Uno de los vigilantes de la actual Casa de las Artes narra haber visto al fantasma llegar hasta ahí, el penúltimo escalón. “Lo he visto ahí y en la habitación donde lo mataron”.

La historia cuenta que Barsobas suplicó por su vida, pero sus compañeros se ensañaron y terminaron por matarlo en un cuarto de la planta alta. Este sitio, cuentan los visitantes, se estremece con la presencia de su alma y se hace notar azotando las puertas de madera, haciendo girar el candelabro que aluza la escalera o tocando el piano, sobre todo en las madrugadas.

“Yo no sabía nada de la historia, entré aquí a trabajar por las noches. Un día, descansando, me estiraron los pies. Se me hizo raro, pero no me dio miedo, seguí descansando y como a la media hora escucho ruidos, como si hubieran arrastrado una silla, subí a ver todos los salones y en ninguno había sillas, tampoco en los baños. Vine y me recosté, y entonces comenzó a tocarse el piano”, afirma Sergio, vigilante del lugar.