Algunas personas no pueden evitar sudar solo de escuchar a las personas que expresa su necesidad de taparse al dormir, incluso cuando el termómetro marca temperaturas veraniegas. Pero ¿por qué este fenómeno es tan común? La respuesta se encuentra en la temperatura de nuestro cuerpo y su impacto en nuestro sueño.
El doctor Francisco Javier Puertas, miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Sueño y responsable de la unidad del sueño del Hospital de Lieja (Bélgica), nos brinda una explicación científica. Cuando nos disponemos a dormir, la temperatura de nuestro cuerpo disminuye ligeramente, lo que provoca una sensación de frescor en la primera fase del sueño. Esta disminución de la temperatura es lo que nos hace sentir la necesidad de taparnos, incluso si hace calor en la habitación.
La caída de la temperatura corporal durante el sueño se manifiesta en cambios fisiológicos, como el enrojecimiento de las orejas debido a la constricción de los capilares por la pérdida de calor. También experimentamos esa sensación de frescor en las manos y los pies, lo que lleva a muchas personas a necesitar dormir con calcetines. Según el Dr. Puertas, esta sensación de estar menos expuestos al frescor inicial favorece el sueño.
La clave para determinar si una persona se tapa o no al dormir no está en la temperatura ambiente, sino en su temperatura interna. Dos personas en la misma cama, bajo las mismas condiciones de temperatura, se taparán o no según cómo regule su cuerpo la temperatura. Factores como el metabolismo desempeñan un papel importante en esta regulación. Por ejemplo, las mujeres tienden a necesitar taparse más en verano que los hombres.
A pesar de los avances en la ciencia del sueño, los expertos aún no tienen un conocimiento perfecto de este proceso de regulación de la temperatura del cuerpo. Esto significa que no saben con precisión cómo controlar esta regulación del calor corporal, lo que dificulta la comprensión de los estados del sueño.
En la investigación realizada por Carol Worthman y Melissa Melby de la Universidad de Emory (Georgia, EE. UU.) en 2002, se descubrió que la mayoría de las personas en la mayoría de los países tienden a dormir tapadas, incluso si hace calor durante todo el año. Este fenómeno puede deberse en parte a la costumbre y la tradición.
Un aspecto interesante es que muchas personas comienzan durmiendo destapadas, pero buscan una manta en medio de la noche, incluso en noches cálidas. Esto se debe a que en la segunda mitad de nuestras horas de sueño, que generalmente representan las últimas cuatro horas de un ciclo de ocho horas, nuestro cuerpo lucha por regular su temperatura. Este proceso es similar a la termorregulación de los reptiles, que no pueden regular su temperatura como lo hacemos los mamíferos. El cuerpo humano busca elementos externos, como una manta, para ayudar en la regulación de la temperatura.
El Dr. Puertas también destaca que tanto el frío como el hambre son dos de las principales razones por las que no podemos dormir, incluso si tenemos mucho sueño acumulado. El exceso de calor puede causar somnolencia, pero el exceso de frío nos mantendrá despiertos, ya que nuestro cuerpo no permite el sueño ante el riesgo de hipotermia.
En resumen, taparnos al dormir, incluso en noches calurosas, se debe en gran parte a la regulación de la temperatura de nuestro cuerpo y a nuestra necesidad de mantenernos cómodos durante el sueño, respaldada por la costumbre y la tradición.