Martha Carolina ha descubierto más de 150 fósiles de dinosaurio, hoy uno lleva su nombre

Cuando era niña encontró caracoles de piedra que se desmoronaban y dientes de tiburón en una montaña que parecía lomo de saurópodo

Quitzé Fernández / El Sol de La Laguna

  · jueves 26 de septiembre de 2024

Martha Carolina ha dedicado gran parte de su vida el estudio de los restos fósiles. / Foto: Quitzé Fernández / El Sol de La Laguna

I

Es un día normal de inicios de otoño en la región sureste de Coahuila. Por las mañanas el clima está fresco y de a poco el sol se apodera de todo. Martha Carolina está contenta en el auditorio Quimmco del Museo del Desierto. La abrazan, se toma fotos: sonríe… Por fin un dinosaurio lleva su nombre.

Se trata de Labocania aguillonae, un tiranosaurio juvenil de seis metros y medio de longitud, peso de 3 toneladas y antigüedad de 72 millones de años. Fue encontrado en La Parrita, General Cepeda por la paleontóloga Martha Carolina Aguillón. Un carnívoro de cuya familia se tiene registro en el año 1974 en Baja California. Martha Carolina también descubrió los restos del Velafrons coahuilensis (1994), herbívoro crestado cuyos restos son los más completos hallados en México.

- Mi trabajo es en el laboratorio de paleontología del Museo del Desierto, pero represento a todos los maestros de México porque inicialmente tengo una maestría en Educación. Participé en un programa de rescate de dinosaurios, por ahí un paleontólogo vio que tenía talento y me consiguió una beca para estudiar paleontología. A raíz de eso es lo que hago.

Labocania aguillonae habitó en las playas del cretácico cuando Coahuila era un mar. / Foto: Museo del Desierto

Martha Carolina Aguillón Martínez ha recorrido montañas, valles y cauces de arroyos secos en búsqueda de vestigios de reptiles que habitaron el periodo cretácico (65 a 145 millones de años). Todo comenzó cuando era niña y su papá la llevaba junto con sus hermanos y primos al rancho La Florida, en Ramos Arizpe, una propiedad familiar donde crecían árboles frutales y asomaban vértebras de dinosaurios después de los días de lluvia.

–Todos tenemos curiosidad en la vida y de alguna manera a mi la curiosidad me llegó siendo muy niña, porque mi papá tenía una huerta con sus hermanos y cuando mis tíos y todos estaban hartos de los chiquillos, pues nos mandaban al cerro, y en el cerro había caracoles petrificados. Entonces para mí era una incógnita, porque yo veía caracoles blancos que se desmoronaron muy fácilmente. Veía aquellas cosas petrificadas, pero no sabía absolutamente nada.

Imaginaba que la cresta de la montaña era el lomo de un saurópodo, o encontraba piedras con formas caprichosas, parecidas a huesos de aspecto poroso y la gente de las rancherías cercanas le decía que seguramente eran huesos de gigantes. Pero en definitiva en ese lugar tendría que haber existido un mar. Si no, ¿por qué las conchas? ¿Por qué las plantas en las piedras y figuras parecidas a colmillos de tiburón?

–Mi segundo contacto fue en el Ateneo Fuente (preparatoria). Cuando tenía horas libres me gustaba ir a ver al museo del Ateneo el gran ammonite (molusco petrificado) y demás, pero aún así todavía como que no me caía el veinte. Ya en mi carrera de licenciatura en la Normal Básica creo que me impactó mucho el haber encontrado dientes de tiburón. O sea, ¿cómo que aquí fue mar?

Martha Carolina estaba por cumplir 18 años de edad, había encontrado algo parecido a dientes de tiburón fosilizados. Emocionada se los enseñó a uno de sus maestros con el deseo de saciar su curiosidad.

Son curiosidades de la naturaleza –respondió, evadiendo la pregunta.

Enojada, Martha Carolina remató:

Pues qué naturaleza tan caprichosa.

Al poco tiempo, caminando por la céntrica calle Victoria, de Saltillo, encontró a unas personas vendiendo artesanías.

Vi un collar con un diente de tiburón igualito al que yo había encontrado, la única diferencia era el color. Mis dientes eran de más de 65 millones de años, tal vez 70. El diente que tenía ahí era reciente y le pregunté al señor ¿Qué es eso? Y me dijo: Un diente de tiburón. Luego ya empecé a ver las formas. Me empecé a interesar mucho por los tiburones y, curiosamente, mi primer gran descubrimiento, en el que trabajé con el Doctor Jim Kirkland, es en un primo hermano de los tiburones, un pez sierra que se llama Schizorhiza stromeri.

Minutos después del anuncio oficial de Labocania aguillonae, Jim Kirkland, paleontólogo y geólogo estadounidense posteó en Facebook: “Me encanta ver a Martha Carolina recibiendo un dinosaurio llamado así por ella. Comenzó a perseguir dinos en la región de Saltillo a finales de los 80…”.

II

Era el año 1981. Martha Carolina estudiaba la normal básica para convertirse en maestra de grupo en la Benemérita Escuela Normal de Coahuila. En clase de geología el profesor Humberto González pidió treinta minerales y treinta fósiles para la clase.

–Me topé con los primeros restos de dinosaurios, de cocodrilos y de tortugas. Surgió la curiosidad y la impresión tan grande de que hubiera otro mundo antes de nosotros los humanos, por eso me gusta mucho la paleontología, porque nuestra historia empieza muchísimo más atrás. O sea, hubo vida antes de nosotros. Me impactó mucho el hecho de saber que la vida cambia a cada segundo y me interesan mucho los dinosaurios por lo monstruosos que son, y me gusta imaginar cómo era su vida diaria.

¿En cuántos hallazgos paleontológicos has participado en el estado de Coahuila? Hablamos que hay como 20 especies en el estado.

–Te podría decir que en lo que respecta a dinosaurios, a serpientes, lagartos, cascarones de huevo de dinosaurio, yo creo que he participado en todos. En lo único en lo que no he colaborado es en los de reptiles marinos, porque es un proyecto totalmente diferente. Los fósiles son en lajas y es otro equipo de trabajo que tiene el museo.

¿Cuántas nuevas especies has descubierto?

– Mi tesis de maestría consiste en 40 nuevos reportes para la formación Cerro del Pueblo, para Coahuila, para México. Ahorita tengo alrededor de 50 frutos fósiles, más aparte, si le agregamos a eso todos los restos de invertebrados, tengo también un artículo en donde ya hay unos gasterópodos (moluscos) que llevan también mi nombre, o que llevan quién lo descubrió, que son 19 especies diferentes. Entonces, si las sumamos, yo creo que más de 150.

Los restos del dinosaurio fueron estudiados y se determinó que se trataba de una nueva especie. / Foto: Museo del Desierto 

Estás presentando un nuevo dinosaurio ¿De qué estamos hablando?

–Yo creo que los dinosaurios siempre son un atractivo para todas las generaciones. Yo lo he visto ahora, no solamente en los niños. Les gustan a todos, tanto a jóvenes hombres como mujeres. Y siempre los dinosaurios carnívoros causan sensación. Teníamos ya muchísimos años a lo largo de nuestros inicios, a la fecha, siempre nos habíamos encontrado dientes aislados. De hecho el primer diente de tiranosaurio curiosamente sale en un documental de 60 minutos, de cuando fue el conflicto con el Subcomandante Marcos, ahí se presentó el primer diente. Y todos mis compañeros que trabajan conmigo en campo han tenido la fortuna de encontrar estos dientes aislados, pero por desgracia muchos de ellos no podían ser diagnósticos, porque las sierritas es como un cuchillo y el borde tiene así curvitas, a eso le llamamos nosotros dentículos, pero tienes que tener más de un centímetro completo para poder diagnosticar si se trataba de un gran tirano, o qué. Era una frustración de que encontrábamos dientes por aquí, dientes por allá, pero no sabíamos en qué mandíbula estaban ni de qué tamaño era el animal. En el 2000 me tocó, por fortuna, encontrar este dinosaurio y luego en el 2003 me encontré un fragmento de mandíbula de un adulto, y los alvéolos (cavidades dentales) son grandísimos. Tuve la oportunidad de comparar ya más en vivo el material del adulto y luego los restos de juvenil, o los dientes que teníamos aislados con material de Canadá, y desde ahí supe que era algo totalmente nuevo para Coahuila, que se trataba de un gran tirano, de un gran dinosaurio carnívoro y que definitivamente no era ni Gorgosaurus ni Albertosurus ni Plateosaurus. Siempre teníamos la esperanza de encontrar un ejemplar mucho más completo como el Velafrons (Coahuilensis), que es el dinosaurio más completo de México, y eso fue porque cuando recién se encontró apenas estaban aflorando las vértebras del suelo. Entonces esa era mi idea y esa es mi idea. Salgo a campo y espero encontrar, no sé, apenas el diente aflorando e iniciar una excavación en forma, porque el material que hoy se presenta, es un es un material que es producto de una gran exploración, en donde se colectó el material, pero el dinosaurio ya estaba en superficie.

Labocania aguillonae ¿Qué se siente que haya un dinosaurio con tu nombre?

–Espero que sea importante para mi familia. Yo estoy muy feliz y muy satisfecha con mi trabajo. No pensé que este reconocimiento lo fuera a tener en vida. Yo dije: bueno, tengo tantas especies que algún día alguien… pero allá muy lejano. Y por eso estoy muy agradecida con mi compañero Héctor (Rivera) y con Nick (Longrich) que decidieron estudiarlo y reevaluarlo. Honestamente se siente muy bonito, muy bello, es un gran tirano y además quedó en un claro donde está otro tiranosaurio que es de mi amigo Phil Currie, de Canadá. Esto significa mucho para mi, significa mucho para todas las personas que me han apoyado a lo largo de la vida; las personas que me han ayudado en campo, las personas que han compartido frustraciones como yo y para los que no están y ayudaron en su momento y ya dejaron este mundo. Estoy muy agradecida con la vida, estoy agradecida con este maravilloso dinosaurio, es un ser vivo para mi, que habitó y murió en esta tierra.

Foto: Museo del Desierto

III

Martha Carolina Aguillón ha vivido momentos importantes para la paleontología en México. Comenzó a cobrar notoriedad desde muy joven porque tenía (tiene) una habilidad nata para detectar restos fósiles, eso la llevó a ser becada para estudiar en la Universidad Metodista del Sur de Dallas a los 34 años de edad.

–El Velafrons coahuilensis fue encontrado en 1994 y se empezó a rescatar hasta el 98, se terminó de rescatar en el 2002 y se publicó hasta el 2007 – 2008. Curiosamente me ha tocado vivir momentos de la historia increíbles, en su momento el Velafrons fue un dinosaurio herbívoro, hadrosauro, que creó sensación como este de ahorita, porque habían pasado 80 años sin que nadie hubiera nombrado ningún nuevo hadrosauro (Lambeasaurus, 1923). Se creía que los hadrosauros eran como las vacas de hoy en día, pero no es cierto. El Velafrons abrió la puerta y ahora se sabe que los dinosaurios crestados se pueden usar en bioestratigrafía (estudio de restos fósiles) y que son muy diferentes y no son tan homogéneos como se pensaba. Este tipo de revolución de ideas ocurre justo en este momento, y de nuevo estoy en medio del huracán porque hay una gran hipótesis, apoyada por Nick (Longrich), de que en Norteamérica tenemos al famoso Tiranosaurio Rex, pero nadie sabía de dónde era su linaje, o por qué en el sur no había o por qué sí había. Pero ahora ya con los nuevos descubrimientos y después de 50 años se confirma que había dos claros dentro de los tiranosaurios: los tiranosaurios del norte y los del sur. Los del norte tal vez eran más cabezones y más robustos, como el T-Rex, pero los nuestros eran grandes y masivos pero con el cráneo más grácil. Entonces, si te fijas, estamos en medio de una controversia, de una revolución científica, y estoy más que satisfecha de formar parte de ella.

–Nosotros hablamos de manera muy natural de que salgo a campo y encuentro un dinosaurio y hay restos fósiles ¿Cómo es esta geografía donde habitamos nosotros?

–Tenemos que considerar que los fósiles de aquí de Coahuila, o del ejemplar que hablamos hoy (Labocania aguillonae) provienen de un paquete de rocas que se llama formación Cerro del Pueblo, y eso quiere decir que en la década de los treintas, alguien tomó como referencia El Cerro del Pueblo, nuestro Cerro del Pueblo, que en realidad es una colina, pero lo tomó como referencia porque casi todo Saltillo está asentado en unas rocas que se llaman lutitas y que tienen cosas marinas. Tenemos la cresta del cerro, una cresta muy grande que tiene hasta 12 metros de espesor, detrás de ahí empiezan a aparecer ya restos de vertebrados, restos de plantas. Entonces es un paquete de rocas que si lo midieras en línea vertical serían más de 500 metros, pero era todo muy diferente de como es hoy en día. En el tiempo de Labocania aguillonae era mucho más plano, obviamente no existían las montañas como las vemos hoy en día, era más bien una playa.

La formación Cerro de Pueblo es un paquete de rocas que narran la vida de los dinosaurios. / Foto: Quitzé Fernández / El Sol de La Laguna

¿Es precisamente por esa formación que es muy fácil encontrar restos de dinosaurios?

–Así es, los materiales están expuestos por cuestiones de la roca, cuestiones erosivas. La idea siempre es prospectar la mayor área posible y las áreas más recónditas para encontrar ejemplares como el Velafrons, que todavía estén sepultados, o como este ejemplar que todavía lo pudimos colectar y recuperar partes del cráneo y partes de las patas.

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IV

Es mediodía, el sol quema con fuerza. Bajo los árboles corre un viento fresco; hay música ambiental, rugidos de dinosaurios, graznido de aves y una corriente de agua que cae constante, monótona.

¿Y si te digo: “Quiero encontrar un dinosaurio”?

–Yo te diría que lo intentes. Yo me convertí en paleontóloga a mis 30 años. Nunca en la vida pensé encontrar un dinosaurio y mucho menos que otro dinosaurio, y un carnívoro, un terópodo (extremidades con tres dedos) fuera nombrado en base a mi trayectoria. Entonces yo creo que todo es posible en esta vida, siempre y cuando se hagan las cosas de la manera correcta. En Coahuila sabemos que hay muchas personas que quieren encontrar un dinosaurio y que salen a diario, pero a veces no se dan cuenta que pudieran estar vandalizando en lugar de ayudar a la ciencia.

¿Crees que haya una nueva generación de estudiosos, de buscadores, como la tuya?

–Yo lo espero. En particular la Universidad Autónoma de Coahuila tiene una carrera de Licenciatura en Paleontología, están formando a nuevos jóvenes, lo único que nos falta es que tengan experiencia en campo y crearles esa conciencia de que la paleontología no es un hobby, que hay todo un largo camino por recorrer y que esos jóvenes que están egresando ahorita de esa escuela, nos ayuden a fortalecer a la institución y que siga siendo Coahuila reconocida en el mapa de los dinosaurios... el paraíso de los dinosaurios. Ya estamos haciendo exploraciones en otra etapa del Cretácico, la última de los dinosaurios, y estoy segura que de aquí a otros 20 años, se van a estar hablando de nuevos dinosaurios. Espero que esos jóvenes formen parte de ese trabajo.

¿Y cuando estamos así en este ambiente donde escuchamos agua, llega el viento fresco? ¿Imaginas que este es el clima en el que vivían los dinosaurios?

–Bueno, muy cercano, porque vivían en un área tropical. La vegetación era más de tipo arbustiva, sé que había muchísima más diversidad de plantas porque tenían que sostener a tantos herbívoros que tenemos, y pues el carnívoro feliz, ¿verdad? Pero sí tendría que ser un clima tropical a subtropical, húmedo y no con muchas variaciones en cuanto a la temperatura, pero era un paraíso, un verdadero paraíso para ellos.