“Nuestra especie está modificando la composición química de la atmósfera vía la deforestación, la quema de gas, petróleo y carbón, y la crianza de animales para comida, provocando la locura del clima”, señaló el ambientalista Francisco Valdés Perezgasga.
Las cavernas en rocas calizas, como la Cueva del Pato arriba del cerro de las Noas, o las grutas del Rosario, o tantas otras, dijo, son formaciones que deben su existencia a las bacterias que respiran oxígeno y desechan CO2 (al revés de las cianobacterias que cambiaron la atmósfera). El CO2 excretado por las bacterias forma ácido carbónico al contacto con el agua, disuelve la caliza y hace huecos. El planeta, recalcó, no es un escenario, es un sistema complejo, que interactúa con los seres que la habitan. Asimismo, puede mencionarse que la ciudad de Torreón está ubicada en el cuatro lugar de toxicidad en cuanto a emisiones de amoniaco, esto de acuerdo a investigadores del CNRS de Francia y de la Universidad Libre de Bruselas que realizaron el primer mapa global de amoniaco atmosférico (NH3), a través del análisis de mediciones satelitales realizadas entre 2008 y 2016.
Así, dentro de los contaminantes está el hidróxido de amonio derivado de los procesos industriales, que si bien ponen en riesgo medio a cualquier mamífero, incluido el ganado que padece una gran incidencia de abortos en vacunos, en el plano global colocan a la ciudad como un margen de referencia negativo, al contribuir con sus emisiones al cambio climático.
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