Gómez Palacio, Dgo. – Hace más de 80 años, en el corazón de La Laguna, nació un sueño vitivinícola que trascendería fronteras, la compañía Vinícola del Vergel.
Transcurría el año 1941 cuando los visionarios laguneros Luis J. Garza y Tomás Villarreal viajaron hasta California, Estados Unidos con el propósito de encontrar buenas cepas y traerlas a tierra lagunera.
En 1946, la pasión y el emprendimiento dieron vida a la Vinícola del Vergel con un capital inicial de 600 mil pesos y la misión de elaborar vinos de la más alta calidad. Un año después, las bodegas abrieron sus puertas, marcando el inicio de una era de excelencia vinícola en la región.
Para garantizar la calidad de sus productos, la empresa recurrió a la experiencia de dos figuras clave, el italiano Antonio Paelle Minetti, que supervisaba la instalación de bodegas y maquinaria, y el señor Gerardo Colliere de la Maliere, quien asumió la dirección técnica en 1949.
La visión y el trabajo duro rindieron fruto, ya para 1957, el capital social de la Vinícola había ascendido a 10 millones de pesos y tenían 517 hectáreas de viñedos, cerca del 25 por ciento de la superficie dedicada a la vid en La Comarca Lagunera.
La Vinícola del Vergel deleitó a paladares exigentes con un amplio portafolio de productos que incluían:
Coñacs:
Mogavi Extra y Vergel Supremo
Marc: Blanco y Añejo
Aguardiente de Orujo
Vinos:
Noblejo, Tinto Seco Superior
Verdizo, Blanco Seco
Corina, Rosado
Salvador, Tinto Seco
Malvasia Port, Oporto
Moscadet, Moscatel
Tokay, Moscatel Selecto
Vermouths:
Lugano Seco, tipo francés
Lugano Rojo
Dulce tipo Torino
Vinos de consagrar:
Eminencia, Dulce autorizado
Excelencia, Seco autorizado
En sus inicios, la compañía se dedicó a satisfacer la demanda regional de vinos dulces o semidulces, aguardientes de orujo y vinos para consagrar. Con el paso de los años, su oferta aumentó, dando vida a productos icónicos como el Brandy Viejo Vergel y el tinto Viña de Santiago.
Orgullo de Gómez Palacio
La Compañía Vinícola del Vergel no solo fue una empresa, sino un símbolo de orgullo de Gómez Palacio, Durango. Su legado sigue presente entre los habitantes de la región, inspirando a las nuevas generaciones de viticultores a continuar cultivando la pasión por el buen vino.