Hace casi 5 meses que Esdras Omar y Jan Carlo salieron de Tegucigalpa, Honduras en busca del sueño americano y de una vida mejor; llegaron hace alrededor de un mes a México y a la ciudad de Torreón, desde entonces, las dificultades económicas han sido mayores y su vida más complicada.
El dinero con el que salieron de su tierra natal lo perdieron muy pronto; desde su llegada a México sufrieron extorsiones y hasta secuestros, tuvieron que entregar parte de los recursos que traían para poder seguir su camino.
Esdras llegó con 2 mil 500 dólares y lo perdió por esa situación; en los lugares donde trepan a los vagones del tren se encuentran con personas que también les piden entre 500 y mil pesos para subir. “Son mafias, son gente de aquí y que solo se quiere aprovechar de la necesidad que tenemos nosotros de pasar para el otro lado”.
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Pero tienen muchos gastos como cualquier persona, aunque no las mismas posibilidades que los demás; estando fuera de su país no todos pueden trabajar y comer, beber agua o las necesidades fisiológicas son básicas. “Tenemos que pagar por todo, por ir al baño, por bañarnos, hasta por cargar los celulares y nos ayudan en lugares como los refugios con las comidas pero no en todos lados y los demás servicios si los cobran”, comentó Jan Carlo.
“Algunos perdimos para empezar nuestros celulares porque nos los quitaron y no tenemos para comprar otro, así que perdimos el contacto con la familia”, dijo Esdras.
Para poder comer en ocasiones tienen que juntar dinero entre todos, con aproximadamente 300 pesos completan; sin embargo no todos los días hay dinero y tienen que “charolear” para poder alimentarse lo mejor posible.
“Charolear es andar pidiendo comida y así lo hacemos muchas veces, andamos en las casas, en los refugios donde nos ayudan o andar pidiendo unas monedas para juntar y comprar comida, agua, lo que necesitemos”, comentaron.
Ellos se encuentran actualmente acampando en el centro social Santiago Apóstol, de la iglesia de Fátima en Torreón; ahí les permiten usar el baño, tomar una ducha o cargar el celular, son 10 pesos por cada servicio.
También comentan que para hacer algunos trabajos o poder moverse en la ciudad, tienen que pagar hasta el doble de pasaje; los taxistas les cobran más a ellos por ser migrantes, pueden llegar a pagar de 40 a 60 pesos por un viaje corto que normalmente saldría en 20 o 30, según comentaron los jóvenes hondureños.
“Los mandados ya mejor los hacemos caminando porque sabemos que nos van a cobrar el doble; para nosotros todo es más difícil, nos quieren cobrar todo, nos piden de más y como si realmente tuviéramos”, dijo Esdras.
También expresaron su indignación por ser México el país en el que más gastan y no solo por este tipo de abusos de la gente, también porque es el único lugar donde las mismas autoridades y corporaciones de seguridad les quitan pertenencias y dinero o se les pide en diferentes lugares, para poder subir al tren, para transitar por la ciudad, entre otras cosas.
Esto para los migrantes indignante pero sobre todo, decepcionante ya que al igual que ellos también son latinos y muchos mexicanos están en Estados Unidos o buscan pasar y esperarían más empatía y menos abuso.