Las supersticiones son un tema común en nuestra sociedad y una de las primeras cosas que surge son aquellas relacionadas a la mala suerte donde hay distintas maneras de atraería, tales como pasar debajo de una escalera, tirar la sal y hasta ¿tener un gato negro? Te contamos el origen de esta felina superstición.
Las supersticiones y los gatos han estado unidos desde siglos atrás, pues desde la edad media se cuentan sobre estos, donde los tribunales presenciaron uno de los capítulos más sangrientos.
- También te puede interesar | Martes 13: ¿Por qué es un día de mala suerte? El origen de la superstición
Relación de los gatos negros con la brujería
En Europa se vivieron distintos eventos sangrientos, la mayoría relacionados con personas torturadas o quemadas en la hoguera ya que se suponía que estos eran practicantes de la brujería o tenían cierta relación con el demonio. Estas prácticas se dieron en Inglaterra, Francia, Suiza y Alemania entre los siglos XII y XVI, dejando incluso mujeres y gatos inocentes declarados culpables. ¿Pero por qué los gatos?
Durante dichos años se creía que los gatos, en específico los negros, eran sirvientes malvados y enviados de Satán, además de que se pensaba que las brujas se transformaban en criaturas sigilosas y nocturnas para realizar sus prácticas. Sumado a esto, los gatos negros eran relacionados a la tristeza y melancolía, pues los consideraban criaturas audaces, crueles y despiadadas.
Es por eso que la única solución ante estas malas energías era quemar a los felinos, tirarlos desde lo alto de una torre de una iglesia. Incluso, en países como Alemania y Francia, durante la celebración del Día de todos los santos se festejaba con la quema de cajas y sacos llenos de gatos negros.
Por su parte, en Escocia, se daba de manera habitual la llamada ‘Cena del diablo’ una vez al año, momento en que se empalaban y asaban vivos a los felinos. Por último, en París, durante la noche de San Juan quemaban gatos en presencia del Rey, además de tener como atracción en ferias ‘Tiro al felino’ donde introducían a un gato a un canasto para tirarle flechas.