/ viernes 25 de octubre de 2024

Altar de Muertos: Colorida y enigmática tradición

Elemento fundamental dentro de la cultura mexicana

El Altar de Muertos es el colorido ritual que se realiza a manera de ofrenda y como un acto sagrado, para quienes ya no están en este plano terrenal y han trascendido.

La ofrenda, representa en México durante el Día de Muertos, la acción de compartir con los difuntos el pan, la sal, manjares culinarios, el agua y si son adultos, el vino. Es recordarles que siguen en la memoria y que se les espera para un reencuentro espiritual.

Este ritual y ofrenda también es un llamado a la memoria, por ello se colocan no solo los símbolos tradicionales sino también lo que en vida les gustaba a nuestros seres queridos.

Además, se recibe a los muertos con diferentes elementos naturales, frugales e intangibles como las estelas de olores y fragancias de flores, incienso y copal para limpiar el camino.

El Altar de Muertos integra elementos de dos culturas; los españoles hicieron su aportación a la ofrenda con las flores, velas y veladoras, mientras que la aportación de los pueblos indígenas de México son la flor de cempasúchil, el sahumerio con copal y la comida.

Es una escenografía perfecta para que todos nuestros seres queridos que ya están muertos, puedan llegar a participar de esta fiesta en la que podrán comer, beber, descansar, pero también convivir con sus deudos.

Foto: Archivo Antonio Meléndez | El Sol de La Laguna


Tradición del Día de Muertos

Los orígenes de esta tradición anteceden a la llegada de los españoles y el altar es un elemento fundamental de la celebración; ha cambiado a lo largo de los siglos desde la introducción de la religión católica en el México prehispánico, debido a que se han incluido elementos simbólicos que no pertenecen a las culturas mesoamericanas, como imágenes religiosas católicas, rosarios, crucifijos e iconos sacros.

Durante la época de conquista, se intentó convertía a los mesoamericanos al catolicismo, pero se resistieron y dentro de sus tradiciones, solo se fueron incluyendo algunos elementos de las culturas europeas.

Actualmente, la representación también del altar varía según la idiosincrasia y costumbres o elementos de cada región o de determinadas culturas.

Elementos imprescindibles

Aunque cada cultura, región o cada persona da un toque particular a su ofrenda, la tradición indica varios elementos que son fundamentales para elaborarlo; además, cada uno tiene su historia, significado y misticismo.

El agua es la fuente de la vida, se ofrece a las ánimas para que mitiguen su sed después de su largo recorrido y para que fortalezcan su regreso; la sal, es un elemento de purificación para que el cuerpo no se corrompa, en su viaje de ida y vuelta.

Las velas y veladoras producen luz, que significa la fe, la esperanza; guían con su flama titilante a las ánimas puedan llegar a sus antiguos lugares y alumbrar el regreso. El copal era ofrecido por los indígenas a sus dioses, ya que el incienso aún no se conocía hasta la llegada de los españoles; este elemento sublima la oración o alabanza y utiliza para limpiar al lugar de los malos espíritus y así el alma pueda entrar a su casa sin ningún peligro.

Las flores son el símbolo de la festividad, por sus colores y estelas aromáticas, adornan y aromatizan el lugar durante la estancia del ánima; la flor de cempasúchil es el camino del color y olor que trazan las rutas a las ánimas.

El petate se utiliza en algunas ofrendas para que las ánimas descansen, así como de mantel para colocar los alimentos de la ofrenda. El perrito izcuintle ayuda a las almas a cruzar el caudaloso río Chiconauhuapan, que es el último paso para llegar al Mictlán.

El pan representa para la iglesia el Cuerpo de Cristo y es uno de los elementos más preciados en el altar. Las cañas simbolizan el deseo de quienes viven en la tierra de unirse a quienes ya han muerto.

Foto: Archivo Antonio Meléndez | El Sol de La Laguna

Otros objetos para recordar a los difuntos

Las calaveras de azúcar grandes están dedicadas al Padre Eterno, las medianas hacen alusión a la muerte siempre presente y las chicas son dedicadas a la Santísima Trinidad. La cruz grande de ceniza se coloca para que, al llegar el ánima al altar, pueda expiar sus culpas pendientes.

El papel picado representa el aire, que es uno de los cuatro elementos que deben estar presentes en las ofrendas. La imagen de las Ánimas del Purgatorio, se coloca para obtener la libertad del alma del difunto.

El licor es fundamental en el caso de las ofrendas a adultos, para que recuerde grandes acontecimientos agradables durante su vida y decida regresar de visita.

El retrato de nuestros difuntos, significa que el ánima que nos visitará; algunos colocan otras imágenes de santos, para que sirva como medio de interrelación entre muertos y vivos.

La comida es el banquete en honor de los seres recordados y busca deleitar a las ánimas que nos visitan; se puede incluir el chocolate en agua, ya que, en la tradición prehispánica, los invitados tomaban chocolate preparado con el agua que usaba el difunto para bañarse y los visitantes se impregnaban de la esencia del difunto.

Las ofrendas de los ‘muertos chiquitos’

Aún se realizan en algunos hogares los altares para los niños fallecidos; estos se colocan el 31 de octubre o antes, ya que ellos llegan el día primero de noviembre para nutrirse del olor de los alimentos que sus padres prepararon.

En estas ofrendas son esenciales las flores, los candelabros blancos que son símbolo de la pureza de los inocentes difuntos. Se les ponen dulces de alfeñique, pasta elaborada con azúcar, con la que se fabrican figuras de animalitos, canastitas con flores, zapatos, ánimas y ataúdes.

En otros lugares, los altares se adornan con juguetes de barro pintado con colores alegres para que cuando lleguen puedan jugar. Además, se ofrece pan miniatura, fruta y dulce de calabaza.

Los niveles del altar

La tradición señala que son siete los niveles que un altar puede tener en total y que representan la visión del mundo terrenal y el mundo espiritual; también pueden representar el mundo material e inmaterial, así como a los cuatro elementos de la naturaleza, en los que se deben distribuir los elementos.

Los altares, de dos niveles, representan la división del cielo y la tierra, así como sus elementos representativos que son los frutos y la lluvia.

Los de tres niveles, la tierra, el cielo y el inframundo o también conocidos como la tierra, el purgatorio y el reino de los cielos y para la religión católica, la representación de la Santísima Trinidad.

Los altares de siete son los más tradicionales y según las civilizaciones antiguas, los distintos escalones significaban las diferentes categorías o destinos de los siete tipos de muerte.

El primero significa el Santo, es el nivel más alto, en este se coloca la imagen del santo al cual se es devoto; el dos, es dedicado a las ánimas del purgatorio; en el tercero se coloca la sal y representa la purificación del espíritu.

El cuarto nivel es el alma, se pone el pan de muerto que significa la eucaristía; el cinco es para la comida, se colocan todos los platillos y las frutas preferidas de los seres queridos que han fallecido; en el seis se colocan las fotografías de los difuntos honrados con el altar y en el séptimo, se coloca una cruz formada por semillas, frutas, cal, flores o veladoras.

El Altar de Muertos, una colorida ofrenda cultural que enriquece las tradiciones mexicanas durante estas fechas

Cada uno de los elementos y niveles de la ofrenda de Día de Muertos tiene un significado especial

El Altar de Muertos es el colorido ritual que se realiza a manera de ofrenda y como un acto sagrado, para quienes ya no están en este plano terrenal y han trascendido.

La ofrenda, representa en México durante el Día de Muertos, la acción de compartir con los difuntos el pan, la sal, manjares culinarios, el agua y si son adultos, el vino. Es recordarles que siguen en la memoria y que se les espera para un reencuentro espiritual.

Este ritual y ofrenda también es un llamado a la memoria, por ello se colocan no solo los símbolos tradicionales sino también lo que en vida les gustaba a nuestros seres queridos.

Además, se recibe a los muertos con diferentes elementos naturales, frugales e intangibles como las estelas de olores y fragancias de flores, incienso y copal para limpiar el camino.

El Altar de Muertos integra elementos de dos culturas; los españoles hicieron su aportación a la ofrenda con las flores, velas y veladoras, mientras que la aportación de los pueblos indígenas de México son la flor de cempasúchil, el sahumerio con copal y la comida.

Es una escenografía perfecta para que todos nuestros seres queridos que ya están muertos, puedan llegar a participar de esta fiesta en la que podrán comer, beber, descansar, pero también convivir con sus deudos.

Foto: Archivo Antonio Meléndez | El Sol de La Laguna


Tradición del Día de Muertos

Los orígenes de esta tradición anteceden a la llegada de los españoles y el altar es un elemento fundamental de la celebración; ha cambiado a lo largo de los siglos desde la introducción de la religión católica en el México prehispánico, debido a que se han incluido elementos simbólicos que no pertenecen a las culturas mesoamericanas, como imágenes religiosas católicas, rosarios, crucifijos e iconos sacros.

Durante la época de conquista, se intentó convertía a los mesoamericanos al catolicismo, pero se resistieron y dentro de sus tradiciones, solo se fueron incluyendo algunos elementos de las culturas europeas.

Actualmente, la representación también del altar varía según la idiosincrasia y costumbres o elementos de cada región o de determinadas culturas.

Elementos imprescindibles

Aunque cada cultura, región o cada persona da un toque particular a su ofrenda, la tradición indica varios elementos que son fundamentales para elaborarlo; además, cada uno tiene su historia, significado y misticismo.

El agua es la fuente de la vida, se ofrece a las ánimas para que mitiguen su sed después de su largo recorrido y para que fortalezcan su regreso; la sal, es un elemento de purificación para que el cuerpo no se corrompa, en su viaje de ida y vuelta.

Las velas y veladoras producen luz, que significa la fe, la esperanza; guían con su flama titilante a las ánimas puedan llegar a sus antiguos lugares y alumbrar el regreso. El copal era ofrecido por los indígenas a sus dioses, ya que el incienso aún no se conocía hasta la llegada de los españoles; este elemento sublima la oración o alabanza y utiliza para limpiar al lugar de los malos espíritus y así el alma pueda entrar a su casa sin ningún peligro.

Las flores son el símbolo de la festividad, por sus colores y estelas aromáticas, adornan y aromatizan el lugar durante la estancia del ánima; la flor de cempasúchil es el camino del color y olor que trazan las rutas a las ánimas.

El petate se utiliza en algunas ofrendas para que las ánimas descansen, así como de mantel para colocar los alimentos de la ofrenda. El perrito izcuintle ayuda a las almas a cruzar el caudaloso río Chiconauhuapan, que es el último paso para llegar al Mictlán.

El pan representa para la iglesia el Cuerpo de Cristo y es uno de los elementos más preciados en el altar. Las cañas simbolizan el deseo de quienes viven en la tierra de unirse a quienes ya han muerto.

Foto: Archivo Antonio Meléndez | El Sol de La Laguna

Otros objetos para recordar a los difuntos

Las calaveras de azúcar grandes están dedicadas al Padre Eterno, las medianas hacen alusión a la muerte siempre presente y las chicas son dedicadas a la Santísima Trinidad. La cruz grande de ceniza se coloca para que, al llegar el ánima al altar, pueda expiar sus culpas pendientes.

El papel picado representa el aire, que es uno de los cuatro elementos que deben estar presentes en las ofrendas. La imagen de las Ánimas del Purgatorio, se coloca para obtener la libertad del alma del difunto.

El licor es fundamental en el caso de las ofrendas a adultos, para que recuerde grandes acontecimientos agradables durante su vida y decida regresar de visita.

El retrato de nuestros difuntos, significa que el ánima que nos visitará; algunos colocan otras imágenes de santos, para que sirva como medio de interrelación entre muertos y vivos.

La comida es el banquete en honor de los seres recordados y busca deleitar a las ánimas que nos visitan; se puede incluir el chocolate en agua, ya que, en la tradición prehispánica, los invitados tomaban chocolate preparado con el agua que usaba el difunto para bañarse y los visitantes se impregnaban de la esencia del difunto.

Las ofrendas de los ‘muertos chiquitos’

Aún se realizan en algunos hogares los altares para los niños fallecidos; estos se colocan el 31 de octubre o antes, ya que ellos llegan el día primero de noviembre para nutrirse del olor de los alimentos que sus padres prepararon.

En estas ofrendas son esenciales las flores, los candelabros blancos que son símbolo de la pureza de los inocentes difuntos. Se les ponen dulces de alfeñique, pasta elaborada con azúcar, con la que se fabrican figuras de animalitos, canastitas con flores, zapatos, ánimas y ataúdes.

En otros lugares, los altares se adornan con juguetes de barro pintado con colores alegres para que cuando lleguen puedan jugar. Además, se ofrece pan miniatura, fruta y dulce de calabaza.

Los niveles del altar

La tradición señala que son siete los niveles que un altar puede tener en total y que representan la visión del mundo terrenal y el mundo espiritual; también pueden representar el mundo material e inmaterial, así como a los cuatro elementos de la naturaleza, en los que se deben distribuir los elementos.

Los altares, de dos niveles, representan la división del cielo y la tierra, así como sus elementos representativos que son los frutos y la lluvia.

Los de tres niveles, la tierra, el cielo y el inframundo o también conocidos como la tierra, el purgatorio y el reino de los cielos y para la religión católica, la representación de la Santísima Trinidad.

Los altares de siete son los más tradicionales y según las civilizaciones antiguas, los distintos escalones significaban las diferentes categorías o destinos de los siete tipos de muerte.

El primero significa el Santo, es el nivel más alto, en este se coloca la imagen del santo al cual se es devoto; el dos, es dedicado a las ánimas del purgatorio; en el tercero se coloca la sal y representa la purificación del espíritu.

El cuarto nivel es el alma, se pone el pan de muerto que significa la eucaristía; el cinco es para la comida, se colocan todos los platillos y las frutas preferidas de los seres queridos que han fallecido; en el seis se colocan las fotografías de los difuntos honrados con el altar y en el séptimo, se coloca una cruz formada por semillas, frutas, cal, flores o veladoras.

El Altar de Muertos, una colorida ofrenda cultural que enriquece las tradiciones mexicanas durante estas fechas

Cada uno de los elementos y niveles de la ofrenda de Día de Muertos tiene un significado especial

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