Cuencamé, Durango.- Bien protegidos y en condiciones que buscan asemejarse a las de su hábitat natural, 148 ejemplares animales de 13 especies originarias de diferentes regiones de los continentes Africano y Americano conviven, se desarrollan y hasta se reproducen en la Reserva Ecológica Peñoles, en el municipio duranguense de Cuencamé.
Certificada como Predio e Instalación que Maneja Vida Silvestre fuera de su Hábitat Natural (PIMVS), la reserva localizada en las inmediaciones de la comunidad de Cuatillos y junto a la antigua Hacienda de Pedriceña, se ha mantenido cumpliendo con su objetivo desde hace ya 11 años.
Hay avestruces, pavorreales, osos negros, mapaches, un mono araña, bisontes americanos, búfalos acuáticos, venados falow, borrego Muflón, ciervos Wapiti y venados Elk.
Son animales que si bien se encuentran sumamente protegidos, pueden ser admirados por visitantes que de manera gratuita pueden ingresar a las instalaciones de la reserva para integrarse a algunos de los recorridos que, en la modalidad de safari, se realizan diariamente de entre 11 de la mañana y tres de la tarde. Lo único que hay que hacer es hacer previamente una solicitud a través de la oficina de vinculación de Peñoles.
Pascual de la Torre Alba, técnico responsable de la PIMVS Peñoles, comenta que solamente en el transcurso de las dos semanas anteriores el lugar fue visitado por cerca de dos mil estudiantes menores de edad que, con motivo de la reciente celebración del Día del Niño acudieron organizados en grupos, provenientes de varias comunidades cercanas, como son los poblados Velardeña, Cuatillos, Vistahermosa, Veinte Amigos, Las Mercedes, Pedriceña y Graseros, entre otros.
Comenta que en los últimos años la población de animales en la reserva a partir de que se comenzaron a intensificar las acciones orientadas a fomentar la reproducción se algunas de las especies en protección.
La Reserva Ecológica Peñoles cuenta con una extensión de 50 hectáreas de potreros en donde los animales se desenvuelven prácticamente como si estuvieran en libertad.
Las instalaciones las complementan 10 hectáreas, que son precisamente las áreas de reproducción y manejo, además de contar con tierras de cultivo para la producción de forrajes que son parte de la alimentación que demandan los moradores de la reserva.
De la Torre Alba hace notar que actualmente se cuenta en la Reserva con tres oseznos, dos de ellos hembras, que están destinados justo a procurar su reproducción. Se trata de animales que fueron rescatados siendo aún muy cachorros, por lo que desde pequeños se acostumbraron a que se les brinde su alimentación y, en general, a vivir en cautiverio, lo cual facilita que se pueda promover su reproducción.
Refiere que ese no era el caso de un joven oso que tras haber sido rescatado en una zona despoblada cercana a Matamoros, Coahuila tuvo que ser liberado en un hábitat natural en la Sierra del municipio de San Buenaventura, luego de que quedó totalmente rehabilitado, a fin de que pudiera continuar con la vida salvaje a la que ya estaba acostumbrado.
Recordó que fue en marzo de este año cuando ese oso negro de año y medio de edad fue liberado de acuerdo con las instrucciones de las autoridades ambientales, luego de que en la reserva se le mantuvo bajo cuidados especiales y con una alimentación adecuada durante dos meses y medio, tiempo en el que se recuperó de manera tal que incrementó su peso corporal de 45 a cerca de 110 kilos.
