¿Te imaginas que la guerra se interrumpa solo para celebrar navidad? Pues eso sucedió en el año 1914, soldados alemanes, ingleses y franceses hicieron un cese al fuego por poco más de un día. En ese tiempo cantaron, rieron, conversaron y hasta jugaron un partido de futbol. Déjame te cuento sobre la ‘Tregua de Navidad’.
Corría el mes de julio del año 1914, el asesinato del Archiduque Francisco Fernando, heredero de la corona Austrohúngara, desencadenó la llamada ‘Gran Guerra’ o la ‘Primer Guerra Mundial’. Este enfrentamiento tuvo como protagonistas a Gran Bretaña, Francia, Serbia y la Rusia Imperial, por un lado; y a Alemania y Austria-Hungría por el otro.
Cinco meses después de que la ‘Gran Guerra’ comenzara, soldados de ambos bandos se preparaban para pasar su primera navidad alejados de sus familias aún con una esperanza de que la guerra terminara pronto, esperanza que poco a poco se desvanecía.
Llegó el 24 de diciembre de 1914, soldados alemanes, franceses y británicos se enfrentaban cerca del rio Yser donde cientos de cadáveres se amontonaban en el campo de batalla. En un momento el fuego cesó, dejaron de escucharse disparos y el silencio inundó el ambiente que apestaba a sangre y pólvora. Soldados alemanes decidieron tararear una canción navideña, heilge Nacht que se puede traducir como Noche de Paz; a poco más de 100 metros sus ‘enemigos’ ingleses escucharon la tonada y les pidieron que siguieran cantando. La tropa alemana decidió seguir con Merry Christmas, para luego lanzar un reto “We no shoot, Englishmen, We no Shoot” (Nosotros no disparar, inglés, nosotros no disparar). Seguido de este reto la trinchera alemana se ilumino con velas, al otro lado imitaron el gesto y encendieron sus veladoras.
A partir de ese momento dejaron de escucharse los disparos que fueron sustituidos por villancicos en alemán, inglés y francés. Luego del cese al fuego, la trinchera alemana decidió enviar a dos hombres para ofrecer una ‘Tregua de Navidad’ para que cada bando pudiera recoger y enterrar a sus muertos. Todos los soldados aceptaron y pasaron la noche del 24 recogiendo a sus compañeros caídos del campo de batalla envueltos en una espesa niebla.
El sargento inglés Mervyn Powell describió, en una carta publicada en The Faringdon Advertiser el 9 de enero de 1915: “Escuchamos desde la trinchera alemana ‘Feliz Navidad, ingleses’, nuestra respuesta fue ver por encima de la trinchera y desearles lo mismo” Una hora más tarde de pedir el cese al fuego con el “We no shoot…” terminamos reuniéndonos, compartiendo carne y pan; “Ninguna bala fue disparada, fue un armisticio local propio”
La mañana siguiente se podían ver sombras de soldados, desarmados, llevando carretillas con tierra y palas. La zona en medio de las trincheras, tierra de nadie, comenzó a llenarse de quienes horas antes combatían a muerte y que ahora ya no pensaban en guerra, solo en ese momento de paz.
La tierra de nadie se fue llenando de soldados, lo cuales de a poco comenzaron a conversar e intercambiar regalos: whiskey, brandy, tabaco… La guerra había desaparecido, aunque sea por solo unos momentos.
Luego de este intercambio de regalos y palabras, decidieron jugar un partido de futbol. La prensa de ese entonces describe el partido como un encuentro donde jugaban cien hombres, no había equipos solo se necesitaba patear el balón hacía la portería improvisada con boinas de los soldados.
Una versión sobre como terminó el encuentro es que: Pasada una hora de partido, el Coronel Otto Von Der Decken fue informado de lo que sucedía y dio orden de detener el partido. Alemania había ganado por 3-2, así lo escribió The Times en su crónica de guerra del 1 de enero de 1915, aunque explicaba que fue el sentido de la deportividad británica el que cedió el triunfo.
Otra versión menos conocida es que el final llegó porque el balón se pinchó al chocar con una alambrada.
Ambos bandos decidieron seguir la tregua por todo el día de navidad para poder verse de nueva cuenta y enterrar a sus muertos, cada ejercito ayudó a otro a cavar y enterrar a los fallecidos mediante ceremonias donde honraron a los caídos. Incluso se cuenta que en una de ellas un capellán escocés hizo una lectura bilingüe de un salmo.
El historiador Stanley Weintraub, en su libro Silent Night cuenta que esta tregua surgió entre las tropas, pese a las indicaciones de sus superiores sobre no fraternizar con los enemigos.
“Nadie quería seguir con la guerra”, asegura Weintraub. Pero los superiores pensaban distinto, y amenazaron con castigar a quien desobedeciese. Con el año nuevo ambos bandos reanudaron su actividad según cuenta el historiador.
La situación fue descrita como un gran y raro momento por los participantes, un combatiente alemán escribió en una carta: “Qué maravilloso y qué extraño al mismo tiempo”.
El Sargento Marvyn Powll escribió al final de su carta: “Es difícil de imaginar que fuimos amigos en navidad y la noche que siguió... hasta que regresamos y nuestra artillería pronto estaba zumbando por encima de nosotros en su trinchera”.
Al final, el enfrentamiento se prolongó tres años más, en los que provocó la muerte a uno de cada ocho soldados de casi los 66 millones que participaron en ella. Una guerra que se detuvo por unas horas, una guerra que no pudo evitar la fraternidad entre los hombres. Una guerra que tuvo una noche de paz, una tregua en Navidad.