En la parte superior e inferior del acta de nacimiento mexicana se presentan cenefas prehispánicas que acaban en dos cabezas parecidas a las de un lagarto.
Si observamos con atención, varios de nuestros documentos oficiales nos invitan a adentrarnos en nuestro pasado común, en este caso: el acta de nacimiento.
Este papel que recibimos a los pocos días de nacer, y que algunos renuevan conforme pasan los años, porta en sus orillas cenefas inconfundiblemente prehispánicas que acaban en dos cabezas parecidas a las de un lagarto.
En realidad, se tratan de serpientes emplumadas, las dos con las fauces abiertas, mostrando su lengua bífida que luce atemorizante.
Algunas personas piensan que están asociadas con Quetzalcóatl, que también se conoce como ‘La Serpiente Emplumada’, pero no es así, ya que estas serpientes mantienen relación con la Pirámide de las Serpientes Emplumadas, que se encuentran en Xochicalco, Morelos.
La Pirámide de las Serpientes Emplumadas está conformada por ocho edificios llenos de plumas, conchas y perlas, tal como aparecen en el acta de nacimiento. Varios investigadores afirman que las ocho serpientes representan la tierra, el agua, la fertilidad y la sangre, aunque otros aseguran que se trata de Quetzalcóatl.
Entre las ondulaciones se ven representadas en forma alternada una figura sentada y una fecha. También aparecen datos de lugares, animales y fragmentos de figuras humanas en diferentes actitudes.
Sin embargo, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) asevera que en realidad es una vieja deidad del agua que serpentea entre los cerros.
“A los lados de la escalinata las serpientes forman un círculo en cuyo interior hay distintos glifos: en el lado izquierdo, al centro, se encuentra el famoso ajuste calendárico y en el derecho, ocupando también la parte central, se encuentra el nombre de ‘señor’”, dice el estudio del INAH de 1999.