Comarca Lagunera.- Isauro Torres Gurrola ha visto la muerte de cerca, a los ojos. Hace 35 años manejaba un tren al que se le atravesó un autobús de pasajeros y dejó como saldo 21 personas muertas al instante y más de 50 heridos.
“Fue por la Escuela Normal Rural en Santa Teresa, ahí en ese crucero fue el accidente, se atravesó (el camión) y ‘bolas’, muchos muertos. A mí no me hicieron nada, el accidente fue a las 6:00 de la tarde y por nosotros fueron como a las 4:00 de la mañana”.
Fue el viernes 24 de febrero de 1989, poco después de las 6:00 de la tarde, cuando un camión ejidal, de los llamados ‘Venados’, se atravesó al paso de un tren carguero que provenía de Monterrey, en el cruce ferroviario de los poblados de Santa Teresa y Finisterre, ubicados entre los municipios de Francisco I. Madero y San Pedro.
“Luego luego me llevaron a la PGR (hoy FGR) y dijeron que yo no tenía nada que ver. Ya habían visto muy temprano una entrevista con Alonso Gómez Uranga (periodista), ya le había explicado yo todo y dije ‘qué otro paso hay que hacer, porque voy a andar trabajando’ y me dijeron ‘es todo, ya no hay nada’, y ese mismo día salí a trabajar”.
Isauro, originario de Gómez Palacio y hoy con 75 años de edad, recuerda que le pegó en la parte de atrás al camión, el cual iba con un gran sobrecupo, ya que era la hora que salía gente de trabajar, así como estudiantes, por lo que al momento del impacto con la pesada máquina ferroviaria estaba ‘a reventar’:
“Le pegué en la puerta de atrás y todos los gritos fueron para allá para atrás, por eso yo no escuché nada. Yo era el maquinista de ese tren, yo era el responsable”.
Para Isauro, fue complicado por mucho tiempo el lidiar con los recuerdos de aquellas escenas con cuerpos ‘regados’ por todas partes:
“Duré como 15 años en la mente todos los días (con la imagen del accidente)”.
El retirado maquinista hace una pausa y cuenta cómo vio morir a una de las pasajeras accidentadas:
“Una chavala tenía la agarradera de arriba del camión, tenía un pedazo de tubo grande metido por el ano y le salía por acá por atrás (espalda), quería hablarme y en ese momento se murió”.
“Lo que trataba era de ayudar, era un tiradero de muertos, si estuvo algo feo, hacía mucho tiempo que no pasaba un accidente de esas consecuencias, los camiones se tardan (para cruzar las vías) y ese chavo (conductor) no sé qué pasaría con él”.
La policía no le creía
Al darse cuenta de la magnitud del accidente, Isauro les dijo a quienes venían ayudándolo en el tren que soltaran la mitad de los vagones para poder ir rápido a Francisco I. Madero y pedir ayuda con la Policía Municipal, la Cruz Roja o donde se pudiera, agregando el ex maquinista que, para su sorpresa, los elementos de seguridad lo tomaron a broma, ya que varios de ellos se encontraban tomando bebidas alcohólicas:
“Estaban pisteando, ‘Y no viene usted borracho’, le digo ‘Compadre, no está viendo las máquinas ahí, entonces ya me regresé, otra vez me trepé al tren y dije, pero qué estoy haciendo yo aquí arriba de la máquina, yo debo estar abajo para ver en qué ayudo”.
Una buena causa que realizó Don Isauro y que le dejó algo de satisfacción, fue el caso de un niño que quedó huérfano al morir sus padres en ese accidente, al estar entre los pasajeros del camión, comentando que los responsables no querían dar indemnización al menor:
“Serna, el dueño de los camiones, no quería liquidar al niño como debe de ser, por cuestión de que ahí en Concordia un sacerdote que se llamaba Benigno era el encargado de la empresa. Al final le pagaron por las dos muertes, antes de los 18 años cierta cantidad y después de los 18 años una cantidad diferente, porque el estudio es superior, yo creo que fue lo único bueno que hice, que le ayudé al niño a que arreglara”.
Aquel fatal accidente fue un episodio triste y muy difícil de olvidar para Isauro, compartiendo que alguna vez volvió al lugar de la tragedia y recordó lo sucedido:
“Una vez fuimos al lugar del accidente, ya se está desbaratando, hay un madero muy grande ahí, Santa Teresa hace mucho tiempo que dejó de existir, pero ahí luego luego está Concordia que tiene dos cruceros (sobre las vías del tren)”.
Para el señor Torres Gurrola, el seguir trabajando fue como un refugio para en cierta forma ir superando aquel fatídico 24 de febrero: “(lo superé) con trabajo, no me tocaba salida y les decía ‘échale y yo le jalo’. Resulta que todos llegaban a dormir y se iban a tomar, entonces no podían salir (a cargo del tren) y les decía que yo me aventaba”.
Fueron 30 años (de 1968 a 1998) los que Isauro trabajó como maquinista, recorriendo varias partes de la república, mencionando que a pesar de los momentos complicados por los que pasó, fue una etapa laboral que disfrutó mucho:
“Claro que disfruté mi chamba de maquinista, todos batallaban, llegaban al taller enojados porque ya iban a salir (de viaje), mientras que yo estaba contento, para mí era felicidad andar arriba del tren”.-Isauro Torres Gurrola, maquinista que vivió la tragedia donde murieron más de 20 personas
