En 1946, cerca de un poblado llamado Las Víboras, vivía un joven de quince años llamado Jesús Solís, quien vivía bajo una condición que lo limitaba en algunas cosas y a la vez lo ayudaba a ser autosuficiente, ya que era ciego, pero sus habilidades con los demás sentidos, era lo que le permitía realizar tareas dificultosas.
Una noche mientras dormía, Jesús comenzó a escuchar una voz que no podía identificar, por lo cual comenzó a alarmarlo ya que la voz sonaba algo diferente, esa misma voz le decía que debía desenterrar unos huesos que estaban en Las Víboras, para que posteriormente le diera cristiana sepultura en el panteón. Si Jesús llegaba a realizar esa encomienda, él recibiría un cofre lleno de monedas de oro.
Después de dos noches continuas, en la que la voz le decía lo que tenía que hacer, Jesús con mucho miedo le platicó a su padre lo que le había sucedido, por lo que el papá decidió ayudarlo y averiguar lo que estaba sucediendo, queriéndolo acompañar a la misteriosa aventura, pero Jesús se negó, ya que la encomienda era que él debía realizarlo solo.
Tras haberle dicho a su padre, Jesús se armó de valor y decidió cumplir con la misión que le ordenaba la voz. Al llegar al lugar, se encontraban enterradas las osamentas de dos niños y una mujer, por lo que Jesús comenzó a excavar, cuando de pronto la voz comenzó a guiarlo para que él pudiera encontrar el cofre con el oro.
Cuando Jesús siguió las instrucciones que le daba la voz misteriosa, logró sentir un cofre, lo que tal parecía que era solo para motivar a Jesús de que continuara con su labor y que el oro no iba a ser de él hasta que terminara la misión. El cofre desapareció de sus manos y no supo más.
Tras varias noches excavando, el joven ciego logró sacar todos los huesos del lugar y se encaminó hasta el panteón, mientras que durante todos esos lapsos de tiempo lograba sentir como el cofre iba y venía, como si se desvaneciera de sus manos. En camino al panteón trató de que nadie lo viera, sin embargo, un amigo logró darle un vistazo a los huesos que habían sido desenterrados.
Todo cambió cuando antes de llegar al panteón, el ambiente se tornaba algo extraño ya que presentaba algunas dificultades y encontraba obstáculos que nunca había enfrentado, sin embargo, logró sepultar la carga que le había pedido aquella voz.
Cuando Jesús regresó al poblado de Las Víboras a reencontrarse con el cofre, descubrió que solo estaba lleno de trapos viejos, y que aquella voz que lo dirigía había cambiado a una voz burlesca y como de ultratumba, ya que se le mencionó que el cofre era propiedad de Pedro Barbosa.
Al no ser recompensado por lo que le había ofrecido, Jesús trató de convencer a la voz durante varias noches sobre el trato establecido, pero la voz no cedía.
Cuenta la leyenda que cuando Jesús Solís, “El Ciego”, hablaba se podía apreciar una sombra que lo cubría y que la voz que sonaba era de aquella voz de ultratumba. Por lo que las personas preferían alejarse de él para evitar confrontarlo.
Jesús, al saber y ver que la gente le huía, prefirió asistir a la parroquia más cercana y contarle al cura lo sucedido. El padre de la iglesia le prohibió asistir al lugar y bendijo al poblado de Las Víboras. Tras lo acontecido, Jesús y su familia se fueron a vivir a Chihuahua, y no se ha vuelto a saber de él.