En el mundo del cine, pocos personajes logran alcanzar la admiración y el afecto del público de la manera en que lo hizo Andrés Soler. Su legado va más allá de sus interpretaciones en la pantalla grande; Soler conquistó a la audiencia ya sea desempeñando papeles de villano o como comediante, y también desempeñó un papel crucial en la formación de futuras estrellas del cine mexicano.
Nacido el 18 de noviembre de 1898 en Saltillo, Coahuila, Andrés Soler creció en el seno de la influyente familia Soler, una de las dinastías más destacadas del cine mexicano. Sus hermanos, Fernando, Julián, Domingo y Mercedes Soler, también hicieron importantes contribuciones como actores, guionistas y directores en la industria cinematográfica mexicana.
La carrera de Andrés Soler se inició en la década de 1930, pero fue en 1943 cuando obtuvo su primer papel protagónico en la película "Lo que solo el hombre puede sufrir," compartiendo créditos con figuras como Matilde Palou, Susana Guízar, David Silva y Carlos López Moctezuma. A lo largo de su carrera, participó en películas icónicas como "El gran calavera" (1949, dirigida por Luis Buñuel), "El ceniciento" (1952, dirigida por Gilberto Martínez Solares) y "La oveja negra" (1949, dirigida por Ismael Rodríguez).
Aunque interpretó roles secundarios con gran maestría, esencialmente ganándose el reconocimiento del público y obteniendo cuatro nominaciones a los Premios Ariel por Mejor Coactuación Masculina en 1950, 1951, 1954 y 1955. Durante su carrera, compartió escena con figuras de la talla de Jorge Negrete, Mario Moreno "Cantinflas", Pedro Infante, María Félix, Columba Domínguez y Tin-Tan.
Sin embargo, Andrés Soler también tenía pasiones fuera de la actuación. Era un ávido coleccionista de figurillas de elefantes y llegó a acumular impresionantes 2,888 piezas. Además, cultivaba un interés por la cerámica, aunque no reveló cuántas piezas poseía en su colección.
Sorprendentemente, la afición por coleccionar objetos surgió cuando ya era adulto. De joven, disfrutaba de las corridas de toros y solía enfrentarse a estos animales en valientes encuentros. No obstante, un incidente en una corrida de toros, en el cual resultó herido por un novillo, le hizo abandonar su afición taurina.
A pesar de que Andrés Soler rara vez tenía descanso y era constantemente solicitado por los directores más prestigiosos, en pocas ocasiones asumió papeles protagónicos. No obstante, su indiscutible talento lo convirtió en el actor de reparto más destacado del cine mexicano.
Además de sus logros artísticos, Soler fue un miembro activo de la Asociación Nacional de Actores y dirigió el Instituto Andrés Soler durante 19 años. Esta institución, fundada en 1951 por él y sus hermanos con el apoyo de figuras destacadas como Jorge Negrete y Rodolfo Landa, se dedicó a la formación de actores. Como director y profesor, Andrés Soler se destacó por su pasión y dedicación en la enseñanza.
Trágicamente, Andrés Soler falleció el 26 de julio de 1969 a la edad de 70 años, dejando tras de sí un legado duradero y perdurable en la historia del cine mexicano.