En el pintoresco Centro Histórico de Torreón, el aroma tentador de la historia y la cocina se entrelazan en La Copa de Leche, un tesoro gastronómico que ha resistido la prueba del tiempo desde su inauguración en 1932.
Este establecimiento, que se erige como uno de los más antiguos de la ciudad, tiene sus raíces en el Café Apolo, que abrió sus puertas en 1906.
Arturo Fraustro Moreno, portavoz de la cooperativa que gestiona el local, compartió el relato de cómo este rincón culinario ha sido testigo de la transformación urbana, enfrentando desafíos que van desde la reconfiguración del entorno hasta la complejidad de operar durante una pandemia y la presencia del crimen organizado.
La historia de La Copa de Leche es más que un relato de supervivencia; es un testimonio de la fidelidad de una clientela arraigada en la esencia del restaurante.
La conexión se mantiene a través de un servicio excepcional y un menú diverso que se ha convertido en un referente culinario en la región.
El nombre peculiar de La Copa de Leche no es simplemente un distintivo; es un homenaje a la tradición del lugar de servir malteadas y leches en copas, un toque distintivo que ha perdurado a través de los años. Desde fabada, garbanzos y arroz a la valenciana, hasta cortes americanos, espaguetis a la italiana, hígado encebollado y filetes de res, el menú es una oda a la diversidad culinaria.
La Copa de Leche ha trascendido generaciones, siendo un punto de encuentro para familias y personajes destacados. Durante sus años de esplendor, vio desfilar a los jugadores del Club Santos y acogió a artistas como Lorenzo de Monteclaro, los hermanos Almada y Capulina.
La Copa de Leche no solo es un lugar para disfrutar de delicias culinarias, sino un monumento culinario que encapsula la identidad y el espíritu de la Comarca Lagunera.
En cada plato, se saborean no solo ingredientes exquisitos, sino también los sabores de la historia y la tradición que han alimentado a Torreón durante más décadas.
