Dentro de las historias olvidadas en nuestro país existe una en particular que sigue causando terror a quienes la conocieron. Décadas atrás, existió un lugar que albergó a decenas de miles de pacientes psiquiátricos, Te presentamos el manicomio General de la Castañeda, la cual llegó a ser llamada ‘El Palacio de la locura’.
Lo que hoy es conocido como las Torres de Mixcoac en el pasado era un manicomio que albergó a más de 60 mil pacientes psiquiátricos, los cuales eran catalogados como ‘homosexuales’, ‘prostitutas’ o ‘epilepticos’. Este lugar se implementó durante el Porfiriato como símbolo de progreso, así como para celebrar el centenario de la Independencia en 1910.
Años después de ser abierto, La Castañeda se fue convirtiendo en lo que mucha gente conoció como ‘El palacio de la Locura’, ‘La casa de los locos’ e inclusive ‘Locópolis’.
Para un presidente como Porfirio Díaz era inaudito imaginar una ciudad sin un hospital psiquiátrico, como lo había en todas las metrópolis de Europa. A su muy afrancesado o caprichoso estilo, Porfirio mandó construir el lugar basado en la arquitectura del hospital psiquiátrico parisino Charenton sobre lo que fue una hacienda pulquera en el pueblo de Mixcoac, cuyo buen clima favorecía a la salud de los pacientes.
Con el pasar del tiempo, La Castañeda alcanzó el grado de una pequeña ciudad, pues era compuesta por 26 edificios enclaustrados por una banda de cemento. Dentro de sus instalaciones también contaban con áreas de juego, talleres, biblioteca, escuela, enfermería, electroterapia (o sea electroshocks) y una sala de cine donde se proyectaban películas de Charles Chaplin y Harold Lloyd.
En esta inmensa prisión psiquiátrica se catalogaba a los pacientes enfermos según su sexo, padecimiento y condición social. Los pabellones se dividían en “Pacientes distinguidos”, donde se alojaban miembros de familias ricas que no fueron remitidos por la policía; “Pabellón de observación”, destinado a indigentes y pensionistas de segunda y tercera clase (con un anexo para toxicómanos); pabellón de “Pacientes peligrosos”, que albergaba a los asilados violentos remitidos por la policía; “Pabellón de los epilépticos”; “de los imbéciles” (pacientes con retraso mental) y el “Pabellón de pacientes infecciosos” que incluía enfermos de sífilis, lepra o tuberculosis. En esta última sala fueron canalizadas las prostitutas y los enfermos venéreos.
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Los pacientes del Manicomio General La Castañeda
Muchos de los internos estaban ahí dentro por megalomanía, delirio de persecución, ansiedad y trastornos conocidos. Pero entre los casos más curiosos, de los cuales se tiene registro en expediente, está el de una persona obsesionada por un robo y por la enumeración de las calles de sus viejos recorridos; el de una persona que decía ser dueño de todos los ferrocarriles, además de futuro constructor de una vía que comunicaría a la tierra con la luna y el de un hombre que le urgía salir para dominar el Imperio Constitucional Hereditario de la República de los Estados Unidos de América.
¿Había maltratos en el Manicomio General La Castañeda?
Aunado a las opiniones en torno al hospital psiquiátrico, la fama de La Castañeda reside en las historias de maltrato e injusticia. Algunos de estos casos se pueden observar en los documentos enviados por particulares hacia la Secretaría de Salubridad y Asistencia o a la Secretaría de Gobernación por las malas prácticas, tratamientos dudosos y abusos hacia sus internos que el Archivo General de la Nación (AGN) resguarda en el fondo Archivos Presidenciales
¿Qué pasó como el Manicomio General La Castañeda?
Según el archivo de la Secretaría de Salud, La Castañeda albergó alrededor de 61 mil 480 pacientes durante sus 58 años de existencia. Pero el símbolo de progreso no tardó mucho en romperse cuando el número de pacientes se disparó y nunca logró disminuir. Esto además de que existía una administración deficiente y los tratamientos agresivos como los electroshocks comenzaron a ser más comunes.
En 1965, cuando se supo públicamente sobre los maltratos y las condiciones en que vivían las personas allí dentro, se inició la “Operación Castañeda”, que planteaba demoler el asilo porfiriano y trasladar a los pacientes a distintos hospitales y granjas de la ciudad.
El 27 de junio de 1968, pocas semanas antes de la inauguración de los Juegos Olímpico, la Castañeda concluyó. El presidente Díaz Ordaz consumó la llamada ‘Operación Castañeda’ y trasladó a los enfermeros a seis nuevos lugares como el hospital Fray Benardino.
La Castañeda fue demolida, salvo la fachada del antiguo edificio de Servicios Generales que fue trasladada piedra por piedra a Amecameca en el Estado de México. Lo demás que quedó en Mixcoac se convirtió en unos gigantescos multifamiliares que hoy conocemos como las Torres de Mixcoac donde, según sus habitantes, de vez en vez se escuchan gritos.