En el corazón de Durango, en el Museo de Arte Funerario Benigno Montoya, cobra vida una misteriosa leyenda que ha perdurado por más de un siglo. Juanito Contreras, un niño cuyos ojos esconden un enigma de amor, se convierte en el protagonista de esta fascinante historia que atrae a visitantes en busca de un deseo especial.
La escultura de piedra, tallada con maestría por el artista Benigno Montoya, representa a Juanito, un pequeño que dejó este mundo a la temprana edad de tres años, un 24 de marzo de 1899. Su corta, pero trágica vida se tejió en la tristeza y el dolor emocional, siendo testigo de los conflictos constantes entre sus desdichados padres.
La leyenda cuenta que una mañana fatídica, los padres descubrieron que la cuna de Juanito se había convertido en su propia tumba, sus labios agrietados y su piel morada revelaban una decisión trágica: dejarse morir de tristeza. Desde entonces, la figura de Juanito se ha transformado en el "Ángel del Amor".
La tradición perdura a lo largo de los años, especialmente en el mes de febrero y cercano al Día de San Valentín. Los visitantes se acercan a la escultura con ofrendas variadas, desde dulces hasta flores y juguetes, buscando la benevolencia del Ángel del Amor para resolver asuntos del corazón.
Los ojos de Juanito, llenos de misterio, se convierten en el foco de cada visita, donde los creyentes detienen su mirada, pensando en amores perdidos o anhelando conexiones especiales. La leyenda vive en Durango, atrayendo a aquellos que buscan un toque de magia en la historia de Juanito Contreras, el eterno guardián del amor.