Los Pinabetes cercanos a la pequeña propiedad de Baracaldo, en el municipio de Matamoros, Coahuila, han sido testigos de una leyenda que ha perdurado durante décadas, una historia llena de misterio y terror que ha dejado a quienes la escuchan preguntándose si es verdad o ficción. El relato narra una noche en el verano de 1975 que cambió la vida de un grupo de amigos para siempre.
Un grupo de amigos se reunió en un tranquilo paraje cerca de la carretera que lleva a la propiedad Filipinas, frente al rancho Baracaldo. Disfrutaban de una tarde de conversación y bebidas frías, cuando, alrededor de la medianoche, escucharon un sonido inusual, un aleteo poderoso y un ruido que no pudieron identificar. La oscuridad de la noche les impidió ver lo que estaba sucediendo. De repente, un espeluznante graznido los paralizó de miedo.
Sin saber lo que estaba ocurriendo, corrieron hacia sus vehículos en busca de refugio. Uno de los amigos, valiente o quizás demasiado curioso, se aventuró tras los Pinabetes para investigar. Lo que vio y experimentó esa noche cambiaría sus vidas para siempre.
Cuando regresaron en su auxilio, lo encontraron herido, con un brazo gravemente lacerado y un ojo desgarrado y fuera de su órbita. Su amigo relató que había visto un pájaro gigante que voló hacia él y lo agarró con sus garras. Logró aferrarse a una rama de un Pinabete, pero no antes de perder su ojo en la lucha. Lo que presenciaron esa noche era aterrador, y decidieron llevarlo rápidamente al hospital.
Sin embargo, cuando llegaron al hospital, temiendo que nadie creería su historia, informaron que las heridas eran causadas por un accidente con un implemento agrícola. Decidieron guardar silencio y evitar el ridículo.
No contentos con el misterio, decidieron regresar a los Pinabetes al día siguiente. Armados con rifles, esperaron la llegada del monstruo alado. Y lo que vieron superó cualquier imaginación. En la distancia, escucharon quejidos y mugidos, y el aleteo inconfundible de un gigantesco pájaro.
Cuando el monstruo aterrizó con un becerro de 100 kilos en sus garras, los amigos abrieron fuego. Sin embargo, quedaron atónitos cuando las balas no atravesaron las resistentes plumas del pájaro. Después de un tiroteo intenso, el pájaro despegó y huyó con su presa hacia Emiliano Zapata, dejando a los amigos confundidos y atónitos.
La noticia del encuentro y el intento de caza del monstruo se extendió rápidamente por la Región Lagunera, atrayendo a muchos curiosos. A pesar de los esfuerzos, el monstruo alado nunca volvió a aparecer.
Aunque parezca increíble, en la cueva del tabaco se encontraron huesos de vacas, chivas y, según algunos, incluso humanos. Testigos aseguran haber escuchado el aleteo de un ave gigantesca en la zona. Y hay un hombre manco y tuerto que, si lo encuentra, puede confirmar la existencia de la terrorífica criatura que aún acecha los Pinabetes de Baracaldo. ¿Verdad o ficción? La leyenda sigue viva.