La vida de Francisco Sarabia Tinoco, nacido en 1900 en la ciudad de Lerdo, Durango, se erige como un testimonio inspirador de valentía y audacia en el mundo de la aviación. Reconocido como uno de los más grandes pioneros de México, su legado sigue vivo a través de sus hazañas y contribuciones que marcaron un hito en la historia aeronáutica.
Sarabia capturó la atención mundial cuando batió un récord de velocidad en su avión "El Conquistador del Cielo", al volar desde la Ciudad de México hasta Nueva York en menos de 11 horas. Sin embargo, su historia va más allá de este hito, revelando un espíritu de exploración y una pasión por la aviación que lo llevarían a romper barreras y desafiar lo desconocido.
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Nacido de Santiago Sarabia y María Tinoco, Francisco Sarabia fundó y administró la empresa Transportes Aéreos de Chiapas, estableciendo rutas aéreas entre estados como Tabasco, Chiapas, Yucatán y Quintana Roo. Su nombre se convirtió en sinónimo de innovación y tenacidad en el cielo.
El célebre avión "El Conquistador del Cielo", un Gee-Bee modelo R6H Q.R.D., se convirtió en su fiel compañero en las alturas. Sin embargo, su historia se vio entrelazada con un suceso misterioso. Durante un vuelo sobre el Bolsón de Mapimí, experimentó una desconexión total de su equipo de radio, forzándolo a un aterrizaje de emergencia en el desierto. Aunque sobrevivió, el incidente dejó perplejos a Sarabia y a los ingenieros, sin una explicación aparente.
Además de su valentía en los cielos, Sarabia también fue un apasionado de la formación aeronáutica. Fundó una escuela para aviadores y mecánicos de la aviación, de donde emergieron notables pilotos como Miguel Torruco, César Estrada y José Antonio Saavedra. Su legado no solo se centró en récords de velocidad, sino también en la formación de las nuevas generaciones de aviadores.
Sin embargo, la vida de Sarabia fue truncada en un trágico accidente aéreo el 7 de junio de 1939, cuando su avión se desplomó poco después de despegar de Washington, D.C., en su camino de regreso a la Ciudad de México. Fue sepultado en la Rotonda de las Personas Ilustres, en la Ciudad de México.
A pesar de su partida, el impacto de Francisco Sarabia perdura en la historia de la aviación mexicana. Su legado ha sido honrado con diversos homenajes y reconocimientos, incluyendo el nombre de aeropuertos como el Internacional de Torreón y el Nacional Francisco Sarabia en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Además, la imagen icónica de su avión "El Conquistador del Cielo" es un símbolo de su dedicación y pasión por los cielos.
La vida de Francisco Sarabia es una narrativa de determinación y valentía, un recordatorio de que los límites solo existen para ser desafiados y que el espíritu de exploración puede llevar a logros extraordinarios en los cielos y más allá.