Torreón, Coahuila.- En la historia de la fundación y crecimiento de Torreón y la Comarca Lagunera, destaca la figura de don Joaquín Serrano Martínez, un hombre de gran corazón y filántropo comprometido con el bienestar de sus semejantes. Nacido en Logroño, España, en 1856, Serrano dejó un legado invaluable en el desarrollo industrial y empresarial de la región.
Desde sus primeros estudios, Serrano mostró interés por la mecánica, lo que lo llevó a trabajar en talleres e industrias con dedicación y perseverancia. Su inquietud y actividad incansable lo llevaron a forjar una exitosa carrera en el campo de la industria. Además, incursionó en otros negocios, como una fábrica de harina.
- También te puede interesar | La fuente del pensador: un punto de encuentro histórico en Torreón
Durante la guerra separatista de Cuba, Serrano se unió al ejército Peninsular como voluntario a los 19 años de edad. Participó en cruentas batallas hasta lograr la pacificación de los rebeldes, destacándose por su valor y honestidad. Después de la guerra, se retiró del ejército y se estableció en la Ciudad de México en 1881, con 25 años de edad.
En México, incursionó en el comercio con cierto éxito durante cuatro años. Sin embargo, al enterarse del floreciente desarrollo agrícola en la Comarca Lagunera, decidió trasladarse a esta prometedora tierra en 1885. Trabajó en varias haciendas como empleado, administrador y arrendatario, incluyendo "Lequeitio" y "Santa Teresa".
Cuando Torreón fue declarado Villa en 1893, Serrano formó parte de la primera Junta de Mejoras Materiales, junto a destacados ciudadanos como Adolfo Aymes, Amador Cárdenas y Andrés Eppen. Su visión empresarial y emprendedora pronto comenzó a dar frutos. En asociación con el ingeniero José Farjas, solicitó a la Legislatura del Estado una exención de contribuciones para invertir en la construcción de la fábrica de hilados y tejidos de algodón llamada "La Fe", con un capital de 600,000 pesos. La legislatura concedió la exención por un período de doce años.
El señor Serrano, quien nunca contrajo matrimonio, también participó con éxito en otros negocios fundados en Torreón, siendo socio y fundador de diversas empresas. En 1897, solicitó al Gobierno del Estado la exención de impuestos para establecer una fábrica de aceites y jabones con un capital de 400,000 pesos. La exención fue concedida, ya que en los primeros años de Torreón se buscaba estimular la inversión industrial mediante incentivos fiscales. Así nació la primera fábrica de aceites y jabones en la ciudad.
La vida y legado de Joaquín Serrano Martínez se enmarcan en una historia de emprendimiento, generosidad y compromiso con el desarrollo de Torreón. Sus acciones trascendieron su época y dejaron huella en la comunidad lagunera. Su espíritu filantrópico y visión empresarial son un ejemplo a seguir para las generaciones futuras.