El tener una vida sexual activa es indiferente del rango de edades mientras se tenga una plenitud física y psicológica, como lo señala el reconocido sexólogo Silvestre Faya, tanto jóvenes, como maduros y ancianos, pueden mantenerla, con la única limitante de las capacidades físicas que estas tengan.
En los varones, ante estas limitantes, existen fármacos que fueron creados para el tratamiento de la disfunción eréctil, y han sido el medicamento de primera línea para contrarrestarla durante la última década.
Te recomendamos: Los puntos de encuentro sexual, una realidad en Torreón
La Organización Mundial de la Salud, define al sildenafilo (Viagra y Sildenafil son los nombres comerciales más comunes), como un vasodilatador que ayuda a tratar problemas para tener o mantener una erección, su uso es vía oral y básicamente su función es la de aumentar el flujo sanguíneo al pene, durante la estimulación sexual. Su uso no suele presentar problema alguno siempre y cuando sea prescrito por un médico, ya que es importante mencionar que este fármaco, no es un afrodisiaco así que no aumenta la libido ni el deseo.
En base a diferentes estudios, Silvestre Faya comenta que debido a la falsa creencia de que el uso de este producto mejora y potencializa el desempeño sexual, se ha presentado un incremento en la venta y el consumo, sobre todo en los jóvenes. El miedo a no cumplir en la cama o a no tener una erección en el momento adecuado son de los principales motivos del porque los jóvenes consumen Sildenafil, aunque los mayores peligros de usarlo sin prescripción se presentan cuando los mezclan con otras sustancias; como el consumirlo bajo los efectos del alcohol o algún tipo de droga, ya que estos pueden modificar los efectos de la sustancia.
¿Qué afectaciones pueden tener los jóvenes ante el abuso de estas sustancias?
“La principal afectación es que la persona recurre a algo que no necesita, después se genera una dependencia psicológica que puede desencadenar a una dependencia fisiológica, al punto de que después para tener buenas erecciones, no las pueden tener si no se toman el medicamento, cualquiera que estén utilizando como un precursor de su erección” señala el psicólogo sexólogo Silvestre Faya Romero.
Ante la tendencia en la juventud de buscar atajos para obtener resultados de cualquier tipo, el uso de bebidas embriagantes para buscar desinhibirse, y en consecuencia al estar bajo el influjo del alcohol se imposibilita o reduce de manera física el desempeño sexual, es cuando recurren a medicamentos como el Sildenafil para poder lograr una relación íntima, en pocas palabras, están medicalizando un impulso que debería de presentarse de manera natural.
Comerciantes farmacéuticos comentan que la venta de este tipo de medicamentos se ha disparado de manera exponencial en los últimos años, al grado de que es de los productos que mas ganancias dejan a sus negocios, y el consumo de estos se ha venido incrementando en varones cada vez más jóvenes, sobre todo durante los fines de semana.
La responsabilidad antes que el medicamento
La importancia de llevar una vida sexual responsable entre los jóvenes, es elemental para evitar cualquier tipo de distorsión psicológica o afectaciones físicas, como lo señala el sexólogo Silvestre Faya: “La sexualidad no es una diversión, si solo viéramos solamente los aspectos lúdicos de la vida vivimos irresponsablemente, ósea una sexualidad responsable es la que significa el usar un don que tienes orgánico para disfrutar obviamente, pero si lo vas usar exclusivamente para masturbarte con una persona, porque esa es la manera de gozar aquí, allá y acullá, pues eso te va a exponer no nada mas a enfermedades de transmisión sexual, si no a experiencias que pueden marcar para siempre tu vida. Es probable que la juventud crea que no deja secuelas el vivir la sexualidad de manera promiscua, pero si las deja, hay muchos embarazos no deseados, muchas enfermedades transmisibles y afectaciones psicológicas que pueden marcar para mal tu vida”.
El depender de una pastilla para poder llevar una vida sexual activa es un problema, el necesitar un medicamento para lograr manifestar un impulso que debe ser de manera natural, y llegar a pensar que no se puede lograr una satisfacción completa sin el efecto de esto, puede condicionar a que toda actividad sexual futura dependa de su consumo. Si bien es cierto que su uso no presenta un riesgo físico a menos que se tenga una contraindicación médica y los posibles efectos secundarios como el dolor de cabeza, enrojecimiento facial, dolor muscular, visión borrosa o hasta taquicardias, el riesgo a tener afectaciones psicológicas por su abuso es evidente.
