Un nuevo estudio ha arrojado luz sobre una práctica aparentemente simple, pero potencialmente significativa al recibir vacunas: alternar los brazos para las inyecciones. Investigadores han descubierto que esta práctica podría generar una respuesta inmune más robusta en comparación con recibir todas las dosis en el mismo brazo.
El estudio, liderado por Marcel E. Curlin, un médico especializado en enfermedades infecciosas en Oregon Health & Science University, ha revelado hallazgos interesantes sobre la respuesta del cuerpo a la vacunación. Según los investigadores, aquellos que alteraron los brazos para recibir las dos primeras dosis de las vacunas contra la COVID-19 mostraron un incremento en la inmunidad en comparación con aquellos que recibieron ambas dosis en el mismo brazo.
Los expertos señalan que esta práctica podría ser especialmente beneficiosa para aquellos individuos que tienen una mala respuesta a las vacunas debido a la edad o su estado de salud. Incluso un pequeño refuerzo, como alternar los brazos, podría resultar significativo en estos casos.
Sin embargo, es importante destacar que, en un momento en el que muchas personas han recibido múltiples dosis de vacunas o han tenido varias infecciones, alternar brazos para las vacunas contra la COVID-19 podría no ofrecer grandes beneficios. Los resultados del estudio podrían tener implicaciones importantes para la administración de vacunas en múltiples dosis, incluidas las inmunizaciones durante la infancia.
Aunque los estudios sobre este tema han sido limitados y han arrojado resultados mixtos, los hallazgos de Curlin y su equipo sugieren que alternar brazos podría ser una práctica a considerar. Jennifer Gommerman, directora del Departamento de Inmunología en la Universidad de Toronto, enfatizó la importancia de explorar todas las estrategias que puedan mejorar las respuestas inmunes, especialmente en personas inmunocomprometidas.
El estudio, que fue publicado en The Journal of Clinical Investigation, analizó los niveles de anticuerpos en 54 pares de empleados universitarios emparejados por edad, género y el tiempo transcurrido después de la vacunación. Los participantes fueron seleccionados al azar para recibir la segunda dosis en el mismo brazo que la primera o en el otro, y los resultados revelaron un aumento significativo en los niveles de anticuerpos en aquellos que alternaron los brazos.
Si bien se necesita más investigación para confirmar estos hallazgos y comprender mejor los mecanismos subyacentes, este estudio plantea preguntas importantes sobre las prácticas de vacunación y sus efectos en la respuesta inmune del cuerpo. En última instancia, podría ofrecer una estrategia simple pero efectiva para mejorar la eficacia de las vacunas en ciertos grupos de población.