Un reciente estudio realizado por la firma española Be Levels, con una muestra de 2,300 encuestados, revela que un preocupante 47% de las personas encuestadas se sienten agotadas, mientras que más de la mitad (55%) sufre estrés a diario. Además, un 41% de los participantes reconocen tener dificultades para conciliar el sueño.
Este análisis pone de manifiesto la prevalencia de problemas relacionados con la fatiga, el estrés y los trastornos del sueño en la población actual, lo que plantea la pregunta de por qué esta tendencia es tan generalizada y qué medidas se pueden tomar para contrarrestarla.
El sueño, un aspecto fundamental para la salud humana, es esencial para la consolidación de la memoria, la recuperación muscular y la regeneración de la piel. La falta de descanso adecuado puede tener un impacto negativo en la salud y en la calidad de vida.
El Dr. Jesús Porta-Etessam, licenciado en medicina y cirugía por la Universidad Complutense de Madrid y Jefe de Sección de Neurología en el hospital Clínico San Carlos de Madrid, destaca que "el descanso no depende de la cantidad de horas que durmamos". Explica que durante la fase REM del sueño, el cerebro y el organismo se revitalizan, mientras que el sistema glinfático realiza una limpieza cerebral crucial. Por lo tanto, la calidad del sueño y las necesidades individuales varían de persona a persona.
Dormir entre siete y ocho horas no garantiza un buen descanso, ya que la calidad del sueño es más importante que su duración. Algunas personas se sienten descansadas con tan solo cuatro horas de sueño, mientras que otras pueden necesitar más de ocho. Además, las necesidades de sueño varían a lo largo de la vida y tienden a disminuir con la edad.
El Dr. Porta-Etessam enfatiza que la calidad del sueño se ve afectada por diversos factores, como movimientos musculares involuntarios, apneas del sueño, calor y ruido. La falta de sueño efectivo puede resultar en somnolencia y fatiga durante el día.
En verano, factores como la luz tardía, acostarse tarde y la ingesta de alcohol y comidas pesadas pueden contribuir a un descanso deficiente. Las mujeres que acaban de dar a luz también pueden experimentar despertares frecuentes debido a la sensibilidad al llanto de sus bebés.
El Dr. Porta-Etessam señala que es importante establecer horarios regulares de sueño, evitar comidas copiosas antes de acostarse y practicar ejercicio físico moderado en las horas previas al descanso. Además, recomienda limitar el uso de pantallas con luz brillante antes de dormir, ya que esto puede interferir con la calidad del sueño.
En conclusión, la importancia de un buen descanso es innegable, y adoptar hábitos saludables puede contribuir a mejorar la calidad del sueño y, en última instancia, la calidad de vida.