¿Por qué la Peste Negra no ha sido eliminada?

Continúa cobrando la vida de personas

Fernando González | Noticias de El Sol de La Laguna

  · miércoles 8 de julio de 2020

La enfermedad continúa apareciendo con brotes. / Foto: Cortesía

El descubrimiento de los antibióticos mermó la letalidad de la peste negra; sin embargo, los brotes de esta enfermedad, que se abrió paso por la humanidad desde el siglo XIV, continúan presentándose y cobrando la vida de personas en todo el mundo.

Las infecciones, aún un tanto frecuentes, son consecuencia de que el patógeno que la provoca, la bacteria Yersinia pestis, permanece, de manera natural, en ciertos animales.

En Asia, por ejemplo, como se dio a conocer tras los tres casos registrados en Mongolia y uno más en la región de Mongolia Interior en China, es consecuencia de las marmotas; mientras tanto, en Estados Unidos por los perros de pradera y las ardillas terrestres.

Otras especies salvajes son huéspedes en toda América (principalmente Perú y Bolivia), Rusia, Asia y partes de África, como la República Democrática del Congo y Madagascar, donde se han registrado la mayor cantidad de casos en tiempos recientes, sobre todo en este último.

Por ejemplo, de acuerdo con información de la Organización Mundial de la Salud (OMS), del 1 de agosto al 27 de noviembre de 2017, 209 personas murieron y 2 mil 417 enfermaron.

Lo anterior fue resultado de que el brote fue de peste neumónica, la cual, a diferencia de la bubónica y la septicémica (que provienen todas de la misma bacteria), puede contagiarse entre humanos.

Si bien en la actualidad la peste es fácilmente controlable por medio de medicamentos, en caso de no atenderse pronto, las posibilidades de recuperación disminuyen con velocidad y casi siempre termina en la muerte, la cual es consecuencia de una tos sanguinolenta.

El antibiótico estreptomicina, desarrollado en 1943, es el remedio más eficaz contra el patógeno de la peste; sin embargo, los períodos en los que pocos casos se presentaron después de la pandemia en los años del Siglo XIV, son consecuencia de la inmunidad que las personas adquirieron tras una infección relativamente leve que pudieron superar.

A diferencia, la vacuna contra la peste, la cual existe desde principios del Siglo XX no es del todo eficaz en la práctica, pues solo dura unos pocos meses y solo es útil contra la bubónica, no contra la neumónica, razón por la que solo es utilizada por grupos de riesgo.