Cada 15 de octubre se celebra el Día Mundial del Lavado de manos, una acción que parece cotidiana para nosotros hoy en día, pero que en su momento fue criticada. Aunque hoy en día es una práctica que hoy damos por sentada, fue en su momento revolucionaria, y salvó millones de vidas.
En el Día Mundial del Lavado de Manos, recordamos a Ignác Semmelweis, el médico húngaro que descubrió la importancia de esta sencilla acción para prevenir enfermedades.
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¿Quién fue Ignác Semmelweis?
Ignaz Philipp Semmelweis, nacido en Buda, actual Budapest, el 1 de julio de 1818, fue el pionero olvidado en el lavado de manos. A mediados del siglo XIX, la fiebre puerperal era una sentencia de muerte para muchas mujeres tras dar a luz.
Ignác Semmelweis, observando las diferencias en las tasas de mortalidad entre las salas de maternidad, llegó a una conclusión revolucionaria: la falta de higiene médica estaba causando estas muertes. Al imponer el lavado de manos con una solución clorada a los médicos y estudiantes, logró reducir drásticamente las infecciones.
Un descubrimiento que cambió la medicina. A pesar de sus evidentes resultados, Semmelweis fue ridiculizado por sus colegas y apartado de la comunidad médica. Su teoría, adelantada a su tiempo, chocaba con las creencias establecidas. Sin embargo, su legado fue reivindicado años más tarde, cuando Louis Pasteur y Joseph Lister confirmaron la teoría de los gérmenes y la importancia de la asepsia en la medicina.
Hoy, el lavado de manos es una práctica fundamental en la prevención de enfermedades infecciosas. Organizaciones como UNICEF promueven esta práctica, especialmente en países en desarrollo, donde las enfermedades diarreicas y respiratorias siguen siendo una importante causa de mortalidad infantil.
Su uso y beneficios fueron clave durante la pandemia por Coronavirus, siendo una estrategia para evitar contraer el virus y esparcirlo.
En este Día Mundial del Lavado de Manos, celebramos el legado de Ignác Semmelweis y recordamos la importancia de este sencillo gesto para nuestra salud y la de los demás. Lavarse las manos con agua y jabón es una de las herramientas más efectivas para prevenir enfermedades y salvar vidas.